Un día después de los peores disturbios en la costa este estadounidense desde 1968, las autoridades ya comenzaron a repartir la culpa.
Habitantes de Baltimore, envuelta en alta tensión, volvieron a protestar por la muerte de Freddie Gray, joven afroamericano que sufrió graves heridas, aparentemente, durante su arresto.
Pero, esta vez, las manifestaciones fueron bajo el resguardo de 2 mil agentes de la Guardia Nacional y mil oficiales de la Policía de Baltimore y con toque de queda.
La Alcaldesa de la ciudad, Stephanie Rawlings-Blake, quedó ayer en el ojo de la tormenta, al ser criticada por el Gobernador de Maryland, Larry Hogan, de tardarse en responder a los saqueos y enfrentamientos del lunes.
Hogan agregó que la respuesta tardía lo llevó a convocar a la Guardia Nacional a la capital, por primera vez desde los disturbios por la muerte de Martin Luther King Jr.
En particular, Rawlings-Blake fue acusada de haber dado luz verde a los saqueos con comentarios pronunciados el fin de semana.
En la antesala de las manifestaciones, dijo que había instruido a la Policía a que garantizara el derecho de libre expresión de los manifestantes en un acto de equilibrio que, mencionó, le dio cabida a quienes querían destruir.
Por su parte, el Presidente estadounidense, Barack Obama, condenó enérgicamente los desmanes.
“No hay excusa por este tipo de violencia”, declaró, al llamar a los saqueadores criminales y matones.
El Mandatario también convocó al país a hacer un examen de conciencia frente a los múltiples choques que se han registrado entre las Policías locales y miembros de las minorías estadounidenses, en particular, los afroamericanos.
La tensión racial no es nueva en Estados Unidos.
Pero, desde que estallaron protestas similares en Ferguson, Missouri, en octubre -también por la muerte de un joven afroamericano a manos de un policía blanco-, las tensiones parecen profundizarse, más que resolverse.
En esa línea, las críticas al Gobierno van más allá de la respuesta a los disturbios del lunes.
En parte, por la situación socioeconómica de Baltimore. Alrededor de 17 mil casas no están ocupadas, muchos acusan que no hay espacios recreativos y que el sistema educativo no los favorece.
Vecindarios como Sandtown-Winchester, donde el lunes hubo disturbios, tienen el doble de la tasa de pobreza y desempleo del resto de la ciudad.
“Quienes no viven aquí sólo ven el incidente de Freddie Gray. Pero eso es sólo un factor.
“Hay gente sin trabajo, que quiere alimentar a su familia, pero vive en vecindarios donde ni siquiera hay mercados. Amigos que se sientan a platicar, pero no sobre cómo les fue en la escuela, sino cuántas veces los paró la Policía en el camino de regreso”, señaló Rashawn Ray, sociólogo de la Universidad de Maryland.
“¿Por qué Baltimore, y por qué ahora? Por supuesto que en Baltimore, y por supuesto que ahora”, concluyó Ray.
Con información de AP.