La izquierda debe llegar, estar y salir y no dejar
atrás praderas quemadas
Juan Carlos I
El sexenio el presidente José López Portillo agotó la flexibilidad política y social del régimen de la Revolución Mexicana y provocó la candidatura conservadora de Miguel de la Madrid Hurtado para el relevo del grupo populista por una clase de tecnocrática e inicio el largo ciclo de modelo de desarrollo neoliberal.
En enero de 1984, el historiador Enrique Krauze detonó una ruptura intelectual con su ensayo Por una democracia sin adjetivos, publicado en el número 86 de la revista Vuelta de Octavio Paz. A partir del dilema planteado por Paz en su conferencia en la Universidad de Texas en Austin, en septiembre de 1969, de que la crisis estudiantil del 68 enfrentaba el dilema de dictadura o democracia, Krauze contextualizó el agotamiento del modelo presidencialista autoritario del PRI en el escenario de la transición de España a la democracia.
El texto de Krauze provocó una respuesta directa de Manuel Camacho Solís, en su doble dimensión de ideólogo del proyecto de la Madrid-Salinas de Gortari y de politólogo en el modelo de Gramsci. Si la propuesta de Krauze fue muy sencilla –optar por la democracia como salida a la crisis política–, Camacho y el gobierno encontraron en la opción democrática “una propuesta de sustitución, mediante la entrega del poder, del régimen político de la Revolución Mexicana por otro de distinta naturaleza”. Es decir, la democracia como alternancia-transición de régimen.
En estos dos fraseos se puede resumir el escenario del cambio político de México al comenzar los ochenta que derivaría en la alternancia partidista en la presidencia de la República en 2000, pasando por la crisis electoral de 1988 y llevando a un colapso de expectativas y tensiones en 1993-1994 con el alzamiento guerrillero zapatista en Chiapas.
El Gobierno de De la Madrid enfrentó una crisis política de agotamiento sistémico en tres frentes: la izquierda con el discurso de Pablo González Casanova al recibir el premio nacional de ciencias, la derecha panista con el avance electoral en municipios del norte de la República con el beneplácito estadounidense para una alternancia y el sector intelectualliberal de Paz-Krauze-Gabriel Zaid planteando el agotamiento del régimen priista.
La provocación intelectual de Krauze recordaba, a posteriori, el proceso de transición de España del régimen dictatorial de Franco a una democracia monárquica-parlamentaria de tipo constitucional, a través de cuatro decisiones claves: la ley de la reforma política para garantizar la libertad del voto, la reforma de partidos que legalizó al Partido Comunista de España que tuvo papel activo en la guerra civil, los Pactos de La Moncloa para conseguir la modernización de España a partir de una nueva correlación de fuerzas sociales productivas y el diseño de una nueva Constitución que garantizara el nuevo régimen.
El Gobierno de De la Madrid y su propuesta de reforma estructural neoliberal de mercado no alcanzó a asumir las características de una transición de régimen y quedó solo en un relevo generacional y técnico que agudizó más la crisis política y social en tanto que redefinió las características sociales-populares del Estado por objetivos estabilizadores que sacrificaban el bienestar de las mayorías no propietarias sin conceder –como en España– espacios democratizadores.
Las crisis políticas de 1968, 1976 y 1982 estallaron en una ruptura sistémica en 1988 con la salida del PRI de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. El régimen priista perdió legitimidad y mayoría y se quedó apenas con el 50% de los votos oficiales, obligando al Gobierno de Salinas de Gortari a optar por reformas parciales de distensión que no alcanzaron a redefinir las características de una verdadera democracia. El PRI desapareció como partido-sistema en el 2000, pero Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto pactaron el fortalecimiento del viejo régimen de Estado presidencialista.
La exigencia de una democracia mexicana de 1968-2000 careció de acuerdo refundacional. En su ensayo de 1984, Krauze enlistaba cuatro objetivos democráticos que siguen siendo un agravio insatisfecho: actos de justicia contra quienes fueron responsables de la crisis, conseguir que “el gobierno se gobierne” tomando al pie la Constitución, construir un verdadero sistema de partidos y promover una prensa liberal crítica.
El desarrollo político de México ha sido un largo y sinuoso camino para eludir el desafío de la democracia republicana como acuerdo social fundamental.
Política para dummies: La política es el poder de la memoria.
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