La decisión política del presidente López Obrador de reabrir el caso Colosio tiene dos argumentos muy sólidos para justificar su enfoque político, los dos expresados nada menos que por el expresidente Carlos Salinas de Gortari:
–Los sucesos de 1994 y 1995 fueron parte de una “tremenda lucha por el poder” y por “el proyecto de nación”. Carta pública del 3 de diciembre de 1995.
–Lo sucedido en 1994 fue una “respuesta de quienes dieron sus intereses afectados por el proceso reformador”. Entrevista a Rogelio Cárdenas en El Universal, 10 de febrero de 2014.
Estos pronunciamientos públicos quedaron fijos en el escenario de interpretación de la crisis de 1994-1995 y definieron un marco estratégico del asesinato de Colosio, más allá de la justificación de cuatro fiscales a modo que fueron utilizados por los dos protagonistas centrales del suceso: Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, para eludir el contexto político del asesinato en Lomas Taurinas.
La tesis del asesino solitario –después de que el primer fiscal Miguel Montes García había determinado una acción concertada o complot criminal operado por el entorno de seguridad del candidato– fue apabullada por los acontecimientos posteriores al crimen: el desplazamiento de Salinas de Gortari y su grupo por parte del nuevo grupo político de poder de Zedillo, quien había roto relaciones con Colosio en su carta del 19 de marzo de 1994, días antes del magnicidio en Lomas taurinas.
En su carta pública del 3 de diciembre, el expresidente Salinas de Gortari decidió aceptar la argumentación del asesinato de Colosio como un crimen por el poder y fijó el marco referencial y analítico de sus argumentaciones:
–“Hay que afirmar con claridad que todo ello –los acontecimientos que le imputaban la responsabilidad del crimen– está inscrito en la política, tiene un propósito político y es parte de la circunstancia política de hoy”.
–“La lucha política se ha vuelto tan dura como la crisis misma, pero además parece no tener límites. Hacerme el “villano favorito” no tiene sólo un sentido anecdótico, qué va; tiene un propósito político convertirme en el foco de ataque de todas las facciones y grupos con algún agravio o interés. Pero llevado al exceso, ellos se convierten en algo tan absurdo que los ciudadanos comienzan a darse cuenta de que hay algo más atrás de eso. Como servidor público supe de errores y aciertos. Y también de responsabilidades. Los asumo. Pero hay que mostrar con claridad esta tremenda lucha política. Hacerlo así, le hará un verdadero servicio a la democratización.
–Durante mi gobierno tuve que afectar muchos intereses para proceder, entre otros aspectos medulares, a la apertura de la vida política, de las actividades económicas, de la diversificación de las relaciones con el exterior, para ir dejando atrás las relaciones sociales dominadas por grupos aferrados al poder a lo largo de varios decenios. Fueron reformas para romper el control de grupos políticos enquistados en el Estado. Se trataba de una reforma desde adentro a las estructuras del poder.
–La reacción de grupos afectados fue tremenda (…) son los grupos e intereses que se opusieron a una solución negociada del conflicto de Chiapas presionando por una respuesta aniquiladora con los reflejos de la guerra fría, rudos y violentos reflejos con los que ellos respondieron dentro del país a movimientos populares cuando obtuvieron el poder. Son los mismos que criticaron sin reserva ni medida la campaña de Colosio durante enero y febrero de 1994. Son los que quisieron imponer a su candidato para asumir el relevo tras la muerte trágica y dolorosa de Colosio.
–“Nada de lo que ha sucedido en México este año (1995) es ajeno la lucha tremenda por el poder. Lo que se está dirimiendo es que el proyecto de nación prevalecerá.
–En concreto, Salinas denunció al grupo político de Luis Echeverría, Augusto Gómez Villanueva, Porfirio Muñoz Ledo, Adolfo Aguilar Zínser Ignacio Ovalle, además de señalar “a los que sirvieron durante 18 años con el licenciado Echeverría en la Dirección Federal de Seguridad”.
A Rogelio Cárdenas Estandía, Salinas le dio también argumentaciones de que la crisis enmarcada en el caso Colosio tenía fundamentos políticos: “habían apostado a descarrilar las reformas; como no pudieron, entonces promovieron el descarrilamiento del Gobierno”. Junto con el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, “lo que vivimos en ese inicio de 1994 fue un intento de descarrilamiento del Gobierno como respuesta al proceso reformador tan intenso que habíamos llevado a cabo”.
Por tanto, la tesis del asesinato de Colosio por un tirador solitario ya no es válida y existen elementos suficientes para indagar Lomas Taurinas como una crisis de lucha tremenda por el poder, un crimen de Estado.
Y quedan, como elementos adicionales, otros pronunciamientos:
–Una semana antes de Lomas Taurinas, Colosio asistió a un desayuno en casa de Raúl Cremoux al que asistieron Miguel Angel Granados Chapa, José Agustín Ortiz Pinchetti (hoy con López Obrador) y el columnista Carlos Ramírez (autor de Indicador Político). Por esos días, Colosio estaba muy tenso y se sentía lastimado porque el presidente Salinas de Gortari estaba tomando decisiones que fortalecían la posición política de Camacho Solís como Comisionado de la Paz y sus insinuaciones de una candidatura alterna a la presidencia, además de que ya se había realizado una cena privada entre Colosio y Camacho donde se pactó la Secretaría de Gobernación para el comisionado de la paz y preparar desde ahí la transición o reforma política que enfriaría el proyecto salinista neoliberal de mercado. La cena se realizó en casa del político oaxaqueño Luis Martínez Fernández del Campo, profesor y amigo personal de Camacho.
–En el desayuno en casa de Cremoux, Colosio se sentía tenso y lanzó una afirmación enigmática cuando se le preguntó sobre Salinas y Camacho. Su respuesta fue: “soy víctima de las perversidades del sistema”; y ante la repregunta de Granados Chapa para que aclarara a quién se refería, Colosio cerró el puño con el dedo índice hacia arriba y moviendo el brazo de abajo hacia arriba para señalar lo que en lenguaje de señas se conoce como instancias superiores; no mencionó al presidente Salinas, pero los asistentes a la reunión se quedaron con la impresión den que estaba señalando al presidente Salinas.
-En su libro de memorias México: un paso difícil a la modernidad, publicado en el 2000 por Plaza y Janés, el expresidente Salinas se refirió en la página 1207 que “la connivencia entre Zedillo y la nomenklatura (priista, se supone) promovió la versión más canalla contra mi administración”. En esas páginas, reiteró que “a partir de 1995, y como antes señalé, tanto los grupos afectados por las reformas que impulsó mi gobierno como la administración de Zedillo trataron de crear entre los mexicanos la falsa percepción de que la muerte de Colosio había sido producto de un complot de Estado”, aunque con la contradicción obvia de revelar a grupos opositores a las reformas disputando el poder.
El bloque salinista resistió las acusaciones de crimen de Estado y regresó al poder político una vez terminada la presidencia de Zedillo, tomó el control del PRI, operó con Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa negociaciones para fortalecer a Fox y Calderón e impulsó la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto en 2012 para relanzar de manera directa una nueva fase del ciclo neoliberal que cuando menos se había mantenido vivo durante dos sexenios panistas a través del control de los secretarios de Hacienda salidos del grupo de economistas neoliberales conocidos como Chicago boys y atrincherados en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y el Banco de México, con el liderazgo de Francisco Gil Díaz y sobre todo el secretario salinista de Hacienda Pedro Aspe armella.
El escenario político del período 1979 –aterrizaje del grupo Salinas-Córdoba en la Secretaría de Programación y Presupuesto de Miguel de la Madrid– al final del sexenio de Peña Nieto en 2018 estuvo marcado por la disputa hacia el interior del PRI entre populistas y tecnócratas y la reconstrucción de ese período aporta elementos suficientes para consolidar una lectura política no oficial y sí de lucha mafiosa por el poder que estuvo pululando en el asesinato en Lomas Taurinas.
La crisis de 1994 en Tijuana reprodujo en su propio tiempo y circunstancias la crisis en la disputa por el poder en 1928 entre el bloque de Alvaro Obregón que regresaba a reinstalarse por largo tiempo en la presidencia y el grupo político de Plutarco Elías Calles que sería desplazado violentamente de posiciones administrativas. Calles destruyó al obregonismo, pero fue aniquilado por el cardenismo; en 1994, el grupo de Zedillo liquidó a Salinas y mantuvo el control político de un salinismo sin Salinas para consolidar el modelo político-económico neoliberal con la complicidad del PAN de Fox y Calderón y del PRI de Peña Nieto.
La decisión del presidente López Obrador de reabrir el expediente político-criminal de Colosio forma parte de esta disputa del poder que Salinas detectó con mucha claridad entre dos proyectos de nación y, sobre todo, dos bloques de burocracias políticas.
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Política para dummies: la política a veces asesina a la política.
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