Dedicado a la memoria de mi madre, una oaxaqueña que aspiraba a un mejor país
La economía mexicana ha crecido muy poco desde 1993 a la fecha y esto contrasta notablemente con los esfuerzos emprendidos para fomentar la libertad económica. Una mirada rápida a las causas del problema conduciría a afirmar que las reformas de libre mercado están detrás del pobre desempeño económico, lo que da pie a los agoreros de la elevada intervención estatal para sugerir que se debe crear un nuevo Estado de bienestar social y económico.
Un análisis más detallado permite concluir que las reformas hacia una mayor libertad no son en realidad las responsables del fracaso, al contrario sin ellas la debacle sería mayor. De hecho el problema es que no se han profundizado modificaciones clave en rubros como derechos de propiedad, competencia (ahora se ha mejorado un poco este aspecto con la recién aprobada Ley Federal de Competencia Económica), respeto al Estado de derecho, mercados de crédito y combate a la corrupción.
La corrupción se traduce en un menor crecimiento económico a través de varios canales, uno de los más importantes tiene que ver con la reducción de la inversión privada. Ante la presencia de corrupción, los hombres de negocios aceptan que se necesita realizar un soborno antes de iniciar un negocio y que incluso se corre el riesgo de que se tengan que hacer varios más durante el proceso de operación. Los empresarios interpretan la corrupción como una especie de impuesto, lo que termina reduciendo su inclinación a invertir.
En materia de infraestructura física, un tema que es vital en países en desarrollo, la corrupción conduce a la asignación de contratos públicos a empresarios que ofrecen las menores condiciones de calidad. Lo que redunda en obras que en poco tiempo dejan de ser útiles, lo anterior hace que la productividad se contraiga y por esta vía se presente un menor crecimiento económico.
Por otra parte, la corrupción puede distorsionar la composición del gasto gubernamental. La corrupción puede tentar a los funcionarios públicos a elegir proyectos de gasto sobre la base de las posibilidades de obtener sobornos exorbitantes y no en función del bienestar público. Los grandes proyectos, cuyo valor exacto es difícil de monitorear, pueden presentar oportunidades muy lucrativas de corrupción. Es mucho más fácil obtener sobornos en grandes proyectos de infraestructura que en el gasto en libros de texto o mejores salarios para los profesores universitarios.
Aclarado lo anterior, hace unos días Transparencia Mexicana presentó el Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno 2010, el cual mide la corrupción que afecta a los hogares y registra la corrupción en los servicios públicos ofrecidos por los tres niveles de gobierno y por empresas particulares. Entre los principales resultados están: 1) en 2010 se identificaron 200 millones de actos de corrupción, mientras que en 2007 fueron 197 millones de actos; 2) en 2010 una “mordida” costó a los hogares mexicanos un promedio de $165 pesos, en el 2007 el promedio fue de $138 pesos; 3) en 2010 para acceder o facilitar los 35 trámites y servicios públicos medidos por Transparencia Mexicana se destinaron más de 32 mil millones de pesos en “mordidas”, en 2007 este costo fue de 27 mil millones de pesos; 4) en promedio, los hogares mexicanos destinaron 14% de su ingreso a actos corruptos; 5) para los hogares con ingresos de hasta un salario mínimo, este impuesto regresivo representó 33% de su renta; 6) la frecuencia de corrupción a nivel nacional se incrementó tres décimas y pasó de 10.0 en 2007 a 10.3 en 2010; 7) regionalmente 16 entidades redujeron su frecuencia de corrupción respecto a 2007, mientras que en las otras 16 el índice se mantuvo sin cambio o se incrementó; y 8) de los 35 trámites evaluados en la muestra, 14 redujeron sus niveles de corrupción, pero en 21 se empeoraron los niveles de corrupción.
Mientras los estados de Baja California Sur, Yucatán, Durango y Morelos son lo que más mejoraron su posición en el índice de corrupción y buen gobierno en el 2010 con respecto al 2007; los estados de Oaxaca, Guerrero, Hidalgo y Colima son los que más la empeoraron. En la lista de los más corruptos se encuentran dos de los estados más pobres del país, menos competitivos y con menor nivel de desarrollo humano. Éste resultado no es una casualidad, existe una retroalimentación entre el bajo crecimiento, bajo desarrollo, elevada pobreza y elevada corrupción.
Para finalizar, México sigue siendo un país corrupto, el cáncer originado en el pasado ha sido casi imposible de erradicar y ello explica una parte del bajo crecimiento económico y pérdida de competitividad del país –y de estados como Guerrero y Oaxaca. La meta para los próximos años debe ser la reducción gradual de la corrupción por medio de acciones gubernamentales hacia mayor transparencia y cumplimiento del marco legal. Aunque también se necesita del compromiso individual de cada mexicano para valorar la honestidad y reprochar la corrupción, mientras esto no suceda México seguirá siendo corrupto y la desaceleración económica continuará.
Banco mundial y gobierno de Oaxaca en comunión…
Oaxaca es la única entidad del país y de América Latina que recibirá un apoyo integral del Banco Mundial (BM) para mejorar su administración pública, atender la desigualdad, combatir la marginación de los pueblos indígenas y aplicar acciones contra el cambio climático. El organismo internacional apoyará y acompañará los diversos programas gubernamentales durante la presente administración, esta es una noticia espléndida, ya que de esa forma el estado puede tener a su disposición experiencia, talento y conocimiento internacional. Seguramente esta comunión contribuirá a una mayor transparencia y eficiencia en el uso de los recursos públicos.
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* Doctor especializado en estudios regionales y profesor-investigador de la UACJ