“El poder no cambia a las personas, solo revela quienes verdaderamente son. Siento rabia, me caliento, digo disparates, pero no puedo cultivar el odio. Hay que respetar, sobre todo cuando más duele.”
JOSÉ MÚJICA
Por si algo faltare en el complejo escenario de la pandemia, el tema de libertad de expresión, con sus matices, intereses, visiones y hasta ajustes de cuentas personales ha cobrado inusitada relevancia. En lo personal, el estilo agresivo, irónico y sustentado en la necia realidad me parece válido, correcto e incluso necesario frente a poderes autoritarios y fácticos; en lo personal hacerlo valer frente al “ÁNTRAX CUÉ” me condujo a mi Gulag del que volví fortalecido en mi carácter, convicciones y convencido de que al poder hay que enfrentarlo cuando, como fue el caso de Oaxaca, cae en manos de tartufos ignorantes, estólidos y corruptos.
Recién la semana pasada, el rockstar López Gatell, además de pronosticar que la “curva” se estabilizará (aplanará es el término “científico”) hasta octubre si nos portamos bien, acuñó un nuevo término digno de ser considerado por la Real Academia de la Lengua: INFODEMIA.
Así la definió: “la infodemia entendida como una epidemia de desinformación puede llegar a matar, porque en el caso del Covid-19 hay un segmento de la población que no fácilmente se convence del riesgo que implica este virus, si a ellos se les presenta este tipo de desinformación deliberada, pues, entonces podemos tener consecuencias graves”.
Tal “definición” de López Gatell se dio en respuesta, así lo asumo, de un comentario de Ciro Gómez Leyva en su noticiero, basado en el documento propuesta que elabora la Secretaría de Salud del Gobierno Federal, en el que planteaba que debido a la baja ocupación de camas en los hospitales por CORONAVIRUS la Ciudad de México podría pasar esta semana a “semáforo verde”. Debo decir que Ciro fue enfático en aclarar que se trataba de una propuesta y que la última palabra la tendría la Jefa de Gobierno, como así ocurrió.
Por su parte, el Presidente López Obrador, refiriéndose a la prensa “conservadora”, les advirtió: “que se vayan preparando porque estoy buscando la manera de que cooperen, porque el atacarme es para ellos una empresa lucrativa”. Me recordó aquella frase de “copelas o cuelo”. Cosas de la política, en el otro extremo, qué lejano se ve ese 7 de junio de 1982 en que el entonces presidente López Portillo, aludiendo al Semanario Proceso, en la comida de la Libertad de Expresión les recetó aquel “no les pago para que me peguen”.
Lo cierto es que más allá de las polarizaciones fundamentalistas que hacen que los extremos se toquen, se alcancen, México es después de Siria el país más peligroso para ejercer el periodismo. Las estadísticas dan cuenta de ello y de que en el actual sexenio han sido asesinados 13 periodistas y no hay ningún caso resuelto.
Por lo que respecta a Oaxaca, hasta ayer sábado, -escribo estas líneas hoy domingo- las cifras de la pandemia apuntaban, 10,642 notificados, 3,260 negativos, 1,254 sospechosos, 6,128 confirmados, 4,963 recuperados, 630 muertos. Si hubiera que definir la situación podríamos usar la lógica del Presidente Luis Echeverría cuando preguntó en una gira “¿A cuántos grados estamos?” y le respondieron “a cero grados” a lo que, alzando la voz, enfatizó “Excelente. Ni frío, ni calor”.
En este contexto, hoy en Oaxaca pasamos a semáforo naranja. Será necesario actuar con gran responsabilidad; en lo personal he llegado a una conclusión que puede parecer cruel pero es real: el Estado Mexicano en su mayoría de poderes y actores ha tomado una decisión, independientemente del número de víctimas, hay que activar la economía. Por ello la decisión de vida queda en la sociedad, en cada uno de nosotros, hasta dónde y hasta cuándo permanecemos o aflojamos en la #sanadistancia, el #masquedateencasa, el uso del cubre bocas y demás medidas, así de simple y claro, no más, no menos.
Ya para concluir y con cierto estado de ánimo de preocupación llamé a Garganta Abismal, le hice copartícipe de mis reflexiones. Se quedó callado unos segundos y me dijo, citando a Neruda: “podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera”. Para luego argumentar.
“Aún en la adversidad la vida es bella, recuerdo aquella comida en el Mesón del Cid, en que degustamos Paté de Faisán, Caracoles a la Riojana, luego un exquisito Gazpacho Andaluz y sopa de almejas en salsa verde; tú que no perdonas la ensalada pediste la clásica Mesón del Cid, jamón serrano, butifarras en salsa romesco y almendras y no recuerdo si nos terminamos el exquisito platillo de la casa, Lechón Horneado en su jugo; ese día cambiaste tus tradicionales fresas jubilé por helado de ciruela al brandy’s y biscuits de higo en salsa de nuez; eso si debo reconocer que no renunciaste a tu Express cortado, con un twist de limón y una cereza en trébol y tu Carlos I”.
Por cierto que esa tarde conocimos a Daniela Romo que estaba como nosotros en el Bar esperando mesa. “Esa fue una tarde espléndida”, continuó argumentando Garganta Abismal, ciertamente ese día no hablamos de política, sino de nuestros tiempos de estudiantes, de las preparadas, las serenatas, las películas de aquellos tiempos que pasaban en el Reforma o el Cinelandia.
Y en efecto, haciendo memoria, recuerdo que el Cinelandia estaba en lo que hoy es el Salón de eventos del Camino Real, ahí vi las mejores películas de Pedro Infante y traté de entender la letra de sus canciones, que debo confesar con el correr de los años se convirtieron en referente de mis incursiones por “costas bravas” hasta “playas azules”, de mis amores y desamores, más los últimos que los primeros, de los tiempos en que desafiaba, citando a Leduc: “la sabia virtud de conocer el tiempo, a tiempo amar y desatarse a tiempo”.
Recuerdo tres, que resumen mi transitar por playas vírgenes y mares tempestuosos, “si será tu pelo, si será tu boca, si serán tus ojos, o son las tres cosas que me han vuelto loco, no sé qué decirte, no sé cómo hablarte, ni cómo explicarte las cosas tan raras que siento al mirarte”. Ya entrado en gastos, está aún es más que vigente “si tú me quisieras, un poquito, no soy exigente te aseguro me conformo aunque sea con un tantito, sería tan bonito, cariñito, estoy bien seguro que después me pedirías de mi amor otro poquito”; y para concluir una que suscribo que aquel que diga no haberla cantado alguna vez para curarse de algún mal de amores, miente: ”pasaste a mi lado, con gran indiferencia, tus ojos ni siquiera voltearon hacía mí, te vi sin que me vieras, te hable sin que me oyeras y toda mi amargura se ahogó dentro de mí”.
Ya para despedirnos, con su sana ironía Garganta Abismal me dijo: “el miércoles espero que Andrés Manuel haga valer su promesa de campaña de poner en su sitio a Donald Trump”. Por mi parte, considero que se trata de una apuesta muy arriesgada, pero en política el que no arriesga no gana, ya lo comentaremos el próximo lunes.
Finalmente paso a degustar unas paletas Popeye, un Jack Daniel’s y a invocar la célebre conseja de Germán Dehesa: “Es viernes. Hoy toca.” Aunque sea domingo.
¡VOLVEREMOS A ABRAZARNOS!