Víctor Raúl Martínez Vásquez
Contranatura o contranatural, es ir contra la naturaleza; estar contra la naturaleza de las cosas.
Contranatura, engendro, perversa, llaman los adictos al régimen a la Coalición opositora en Oaxaca entre el PRD, el PAN, Convergencia y el Partido del Trabajo. Entre sus detractares se encuentran Enrique Peña Nieto, Beatriz Paredes, Manuel Espino y émulos locales. No ven la Coalición como resultado de un largo proceso autoritario en el que la corrupción, prepotencia, impunidad, abuso, son la marca de la casa priista. No ven porque en Oaxaca los diferentes se han unido contra el régimen de “gobernadorismo autoritario” que ha imperado en el pasado reciente. Unir a muchos y distintos es el principal logro del desgobierno de Ulises Ruiz Ortiz y su burbuja.
En el orden social, contranatural es robar lo público para volverlo privado, sean mansiones, empresas, terrenos, hospitales ; contranatural es que los políticos, durante su periodo, creen constructoras para darles obra pública a parientes y amigos que son en realidad prestanombres; contranatural es llegar al poder sin escrúpulos utilizando el hambre y las necesidades de los pobres comprando su voto; contranatural es gobernar autoritariamente, abusar del poder sin importar los medios; contranatural es inventar delitos encarcelando a gente inocente y sembrando pruebas falsas; es insistir en obras innecesarias sin considerar la opinión de la ciudadanía que se opone a ellas; contranatural es simular, mentir , amenazar cuando se ocupan cargos públicos. Eso es contranatural, no querer acabar con ello.
La actual Coalición empezó a fraguarse inmediatamente a las elecciones del 5 de julio del 2009, que concluyeron, al igual que en el 2007, con carro completo para el PRI. Se obtuvo este último, usando la pobreza de la gente, que no su voto espontaneo; utilizando los recursos públicos; comprando conciencias sumisas al mejor postor, incluso de partidarios de la supuesta oposición; clonando actas; chantajeando a las autoridades municipales; operando los sistemas de cómputo de los órganos electorales.
Las elecciones del 5 de julio mostraron la necesidad de unirse contra el sistema que nos agobia si se pretende un cambio genuino para Oaxaca. De poco sirve coincidir en el diagnóstico si no se actúa consecuentemente; la división, hemos dicho, es la dispersión. Un ejemplo palpable lo fue el distrito electoral número 8 con sede en la ciudad capital, donde en su conjunto los partidos que hoy se coaligan lograron más de 50 mil votos, en tanto que el PRI, con 32 mil, logró llevarse el triunfo con un candidato anodino.
Y es que las elecciones siguen siendo inequitativas en este régimen autoritario. Y van a seguir siendo, mientras no se inicie un proceso de transición democrática. El sistema autoritario ha dispuesto de todas las instituciones públicas para su reproducción: el gobierno, el poder judicial, el poder legislativo, las finanzas públicas, los medios de comunicación, los cacicazgos regionales, los grupos paramilitares, las complicidades de sus beneficiarios en el sector económico.
Las elecciones del 2009 fueron una lección para los partidos de oposición. Por ello, desde los días posteriores a ellas, empezaron las expresiones públicas de los dirigentes de los partidos políticos opositores sobre la necesidad de la alianza, que decían, incluyera a la sociedad civil.
Desde el mismo mes de agosto, dirigentes de los partidos, de manera bilateral empezaron a reunirse entre sí. El 23 de agosto, los Consejos estatales del PRD y del PAN, por separado, acordaron iniciar reuniones formales con partidos políticos, organizaciones sociales, sindicatos, académicos, ciudadanos para conformar un bloque opositor.
Esta idea se vio reforzada por algunos esfuerzos como los realizados por el Foro Ciudadano por la Transición Democrática de Oaxaca en el que participan, entre otros, los excandidatos a diputados federales por el octavo distrito electoral federal Luis Ugartechea Begné (PAN), Francisco Martínez Neri (PRD) y Maurilio Mayoral García (PT-CONVERGENCIA). Este Foro convocó a la realizaciones de 8 reuniones temáticas, la primera de ellas, celebrada el 21 de agosto del año próximo pasado, concluyó con un llamado a los partidos de oposición a integrase en Coalición.
Por su parte, la Convención Estatal Democrática Oaxaca libre que aglutina diversas organizaciones del movimiento social como CODECI, CODEP; UGOCP; CEMPA, convocaron a 8 asambleas regionales. Lo mismo ocurrió con el FOSDI que agrupa otros colectivos entre los que se encuentra Comuna Oaxaca, Frente Popular Revolucionario, un sector de la COCEI, etc.
Más adelante surgieron los esfuerzos de “Reformemos Oaxaca”, “Jóvenes por la Transición Democrática” y otros más.
La alianza empezó a ser cuestionada por los esbirros del ulisismo, torpedeada por los amanuenses en los medios impresos, ridiculizada por voces alquiladas frente a los micrófonos de la radio, adjetivada por los intelectuales orgánicos del régimen autoritario, sin embargo, continuaron los trabajos en torno a la plataforma programática desde la sociedad civil y desde los partidos. Se dieron reuniones en distintas partes del estado.
A nivel nacional, esto ha erizado los pelos de los ortodoxos, ¿como una alianza entre la derecha y la izquierda?.
Ciertamente, la alianza no puede ser solo pragmática, debe ser programática para tener legitimidad social y darle dirección al proyecto. No debe ser solo una alternancia, un “quitate tú para ponerme yo”: transparencia y rendición de cuentas; democracia participativa; desarrollo sustentable; autonomía de los pueblos indios y libre determinación sobre sus recursos naturales; equidad de género y respeto a los derechos de las mujeres; justicia y castigo a los responsables de las graves violaciones a los derechos humanos; reforma judicial; educación intercultural; cultura; empleo; salud; servicios; seguridad; honestidad en el servicio público, son algunas de las expectativas de los oaxaqueños y oaxaqueñas.
Por estos, como lo están confirmando los consejos nacionales de los partidos de oposición, la alianza: ¡va!