“El despotismo significa un estado de cosas en que ha desaparecido la ley y donde la voluntad particular como tal, de un gobernante o de una multitud, cuenta como ley o, más bien, asume el papel de la ley”. Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
En la exposición que hace en “Los discursos sobre Republicanismo y Nacionalismo”, Nicolás Maquiavelo, se mueve a favor de la libertad de diálogo, de discusión, de polémica, de escuchar todas las voces, las posiciones, las opiniones que participan en los temas a discutir, antes de tomar decisiones. Eso es lo prudente, incluso, advierte el genio florentino, que el pueblo es incapaz de tener opiniones de alto nivel en materia política o precisión técnica, pero aclara que, en las cuestiones que puede comprender es más juicioso y sólido que el gobernante.
Reflexión que le vendría bien a los diputados de Morena en la cámara legislativa, dado que su precipitación y soberbia les hace olvidar, o tal vez ignorar, que el absolutismo hace daño al poder que se representa.
Las declaraciones del líder de la mayoría: “Ni una coma quedará de la Reforma Educativa”; se oyeron más como amenaza que deseos de cambios para continuar transformando la educación en México, pues antes de cambios bruscos en dicha materia habría que consultar a la academia, a los que forman parte de ella, como son los profesores, los alumnos, los padres de familia y a los expertos en sistemas educativos.
Analizar a fondo lo que se trabajó y se gasto en materia educativa durante el gobierno que termina, para tener claro los daños ocasionados con el sistema anterior a la Reforma Educativa.
Tal parece, que lo que urge es acabar con lo realizado anteriormente echando abajo la Reforma Educativa vigente y no continuar mejorando la calidad de la educación, como si los programas educativos fueran pendulares y en cada nuevo gobierno se debiera aplicar el borrón y cuenta nueva en lugar de cambios que modifiquen lo que es perfectible, pero continuando y mejorando lo avanzado, a fin de hacer congruente el ejercicio acertado de gobierno con la aplicación de la lógica y la dialéctica del niego, conservo y supero.
Cierto es que la Reforma Educativa está incompleta, toda vez que se inició salvando múltiples problemas y chantajes contra el estado, pero es un hecho que marcó el inicio de lo deberá ser una Reforma Educativa completa.
Toca al nuevo gobierno y a los legisladores continuar lo iniciado, no lapidar lo construido, pues se daría la impresión de conductas soberbias que tendrían costos político y laborales que a nadie convienen.
Convendría darle un repaso a lo que para la UNESCO es la educación permanente y continuada, que comprende dos objetivos: a) la unidad e integración, y b) la sistematización.
“La primera representa un esfuerzo por conciliar y organizar las diferentes fases de capacitación y de evaluación. Si la educación llega a convertirse en un proceso continuado, el cambio calará hondamente en las estructuras institucionales.”
Lo anterior nos inclina a pensar, que los cambios sobre la educación son obligados, a fin de que proporcionen a los educandos las herramientas necesarias para adaptarse a los cambios de un mundo en constante evolución. De eso no hay duda alguna.
Por el contrario, se debe aprovechar lo que se ha avanzado como el Programa de Evaluación de profesores.
Evaluar y certificar periódicamente a los profesores, interpretes, abogados, médicos, contadores, etcétera, es ley y reglamento en la mayor parte de los países del mundo actual, pues significa que el profesionista o prestador de los servicios está actualizado; esa es la garantía de que tiene los conocimientos que la ley exige para el bienestar de todos aquellos que solicitamos los conocimientos actualizados de los especialistas.
Desaparecer el Programa de Evaluación significa poner en riesgo la superación y actualización magisterial que ya está encaminada y aceptada por la mayoría del magisterio, consciente de la responsabilidad que implica educar. Lo que se logró en materia académica hay que aprovecharlo por lo que sería conveniente oír todas las voces para seguir construyendo una formidable Reforma Académica. Por último: “ninguna exageración, ninguna hipérbole, ninguna atrocidad pueden describir con visos realistas la extensión y la velocidad del cambio…Solo las exageraciones parecen verdad”. Warren G. Bennis (Changing Organizations, Nueva York, McGraw Hill, 1966)
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