En días recientes, platicando con mis alumnos, salió a relucir un asunto trascendental para sus carreras, el del servicio civil de carrera o servicio profesional de carrera –que para objetos de este escrito entenderemos como sinónimos–. Tema que más allá de las aulas, guarda una importancia crucial para la administración de la cosa pública, no sólo a nivel internacional, sino principalmente para México y para Oaxaca.
Muchos de nosotros hemos oído hablar de Confucio, quien no fue el inventor de la confusión como lo dijera años atrás Miss Panamá. Confucio fue un filósofo chino nacido en el 549 a.C., perteneciente a la Dinastía de Chou Oriental. Por sus ideas y su nombre lo conocemos como “confucianismo”. Sus alumnos difundieron a través de escritos la filosofía de dicho pensador. Algunos de ellos son: “Analectas de Confucio” –o diálogos– y el Libro de Mencio.
El confusianismo tiene una base ideológica idealista. Para ellos el ser humano desconocía de la maldad por naturaleza, asimismo, el gobernante debía tener virtudes importantes como la bondad y la compasión por ejemplo, mismas que le darían la capacidad de entender y a su vez ser ejemplo en el mundo o Imperio. Confucio creía que si un gobernante era incapaz de actuar con base en virtudes existía una amplia posibilidad que deviniera en un tirano o “Pa”, y por tanto, podría ser relevado por otro gobernante legítimo o “Wang” que sí gozara de la legitimidad de su pueblo.
Además de lo anterior y muchas otras ideas, dentro de las mayores herencias que para este escriba pudo dejar el confusianismo al mundo occidental fue el servicio profesional de carrera.
Habían cesado las persecuciones de los postulantes de la doctrina “legista” o “legalista”, aquella que creía en la existencia natural de maldad en el individuo, razón por la cual creían que el individuo actuaba con base en castigos y recompensas –principio de utilidad– y además defendían la creación de normas escritas que fueran claras e inobjetables para ejercer el gobierno. Doctrina opuesta al confusianismo.
Así llegaba la Dinastía Hang. Misma que muchos años después de la muerte de Confucio empezaría a aplicar sus postulados para el ejercicio de gobierno, de forma sistémica. Algo interesante de esta dinastía fue que supo interpretar los aportes más relevantes del confusianismo y el legalismo. Por una parte, creían que un Estado debería estar basado en las normas escritas, es decir, las leyes, y por otra defendían que ese Estado estuviera a cargo de confusianistas o letrados. Hay que recordar que el término confusianista se ha relacionado al de erudito debido a diversas narraciones de Jesuitas que en el siglo XVI realizaron expediciones a aquel país, mismos que describían a los confusianistas como una secta de letrados o eruditos.
Todo aquel que quisiera formar parte del gobierno del emperador, debía regirse bajo un sistema de evaluación de conocimientos para poder ingresar.
Es así como en esta etapa de la filosofía política china tenemos un primer origen de lo que hoy en día llamamos servicio civil de carrera. Ese sistema laboral de ingreso basado en instrumentos como la evaluación y ascenso, y en principios como el mérito, aptitudes, habilidades y la orientación de resultados respecto a temas específicos del ejercicio profesional.
Para el caso mexicano, este sistema llegó hasta el año 2003 cuando fue publicada la Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal Centralizada, debido al empuje mundial existente en ese entonces a través de organizaciones como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, además de la alternancia vivida en el gobierno federal con la llegada de Vicente Fox.
Para el caso oaxaqueño, el servicio civil de carrera es básicamente inexistente. Actualmente tenemos una Ley del Servicio Civil para Empleados del Gobierno del Estado que data del año 1963, asimismo, una Ley para empleados del Municipio de Oaxaca de Juárez que fue redactada en 1974. Ambas se limitan a describir cómo está organizado el gobierno. Pero básicamente eso y nada es prácticamente lo mismo.
Ninguna de las leyes existentes establecen un claro sistema de ingreso y ascenso basado en el mérito y el enfoque en resultados, mucho menos hablemos de principios básicos del ejercicio del servicio público mediante el cual se establezca el rumbo para volver eficaz y eficiente al gobierno en acción.
Uno de los graves problemas de la administración pública es la dependencia del ejercicio de la política. Hemos visto gobernantes que van y vienen proponiendo nuevas dependencias o entidades, disminuyendo o aumentando con la finalidad de reducir u ordenar el gasto corriente, pero absolutamente ninguno ha propuesto un sistema de administración a través del cual la eficacia y eficiencia del gobierno prevalezca sobre las crisis del sistema político.
Sin duda, Rodolfo Brena Torres, exgobernador de Oaxaca, que en el año descrito impulsó la creación de dicha Ley, pudo, por lo menos, sentar las bases. Sin embargo, han pasado 53 años desde entonces y ni el poder ejecutivo ni el poder legislativo han sabido sentar las bases sistémicas para un adecuado servicio público.
El próximo gobernador de Oaxaca tiene frente a él un reto impresionante que ha sido descrito en la Plataforma Político Electoral elaborada por la Fundación Colosio Oaxaca: el ineficiente aparato administrativo, tanto en el poder ejecutivo como en el legislativo y a nivel de los gobiernos municipales.
En el año 2010, con la llegada de Gabino Cué, desaparecieron 14 dependencias de aproximadamente 55 que tuvo la administración de Ulises Ruiz, cuyo objeto, según el gobierno de la alternancia, fue una adecuada reorganización de la administración así como la reducción del gasto corriente. A la fecha sabemos que esas y otras medidas no solucionaron lo que habían promovido, tampoco la calidad y eficacia de los servicios brindados al ciudadano, ni mucho menos el gasto corriente de la administración pública. Sólo a principios de 2015 el déficit financiero del gobierno rondaba los siete mil millones de pesos.
Para el caso del legislativo, el Congreso estatal pasó de 24 diputados a 31 en 1992 y después a 42 en 1995. Hoy en día tenemos el congreso más ineficiente de la historia con el mayor número de iniciativas congeladas.
Sobre los gobiernos municipales, de acuerdo al Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo, de los 570 municipios, un dato interesante es que 567 municipios indican contar con una contraloría municipal, sin embargo, no llevan a cabo procesos de seguimiento y sanción, y destaca que sólo uno de estos municipios cuenta con una institución dedicada al tema de transparencia, siendo Candelaria Loxicha.
Es decir, una de las bases para que el gobierno en acción, la administración funcione, no es un incremento o incremento de dependencias, presupuestos o funcionarios, sino la adecuada selección de los mismos con base en las aptitudes y habilidades que tengan para realizar sus tareas encomendadas, y eso se rige única y exclusivamente a través de un adecuado servicio profesional de carrera.
Hablar de un sistema así en Oaxaca suena complicado, siendo una entidad con un déficit considerable en indicadores educativos y con graves conflictos sociales, sin embargo, no es imposible. Una de las propuestas que aborda la Plataforma creada por la Fundación Colosio Oaxaca, es la creación un Instituto Estatal de Administración Pública, cuyo objeto, además de estudiar la problemática de la ineficiencia administrativa, sería el desarrollar e implementar política pública que se oriente hacia la eficacia y eficiencia y resultados del servicio público. Ello teniendo como base la capacitación permanente de los servidores públicos estatales o municipales, el diseño de mecanismos de evaluación sobre el quehacer gubernamental, específicamente del ejecutivo y legislativo así como estrategias de acompañamiento.
El reto que tiene el próximo gobernador de Oaxaca no es minúsculo, sin embargo, Confucio llegó a nuestros días gracias a los principios que sentaron la base del actuar de gobernantes y servidores públicos que con el paso de la historia llevarían a China a ser lo que es hoy, la nueva potencia mundial.
Oaxaca sí requiere un sistema basado en leyes, pero hoy más que nunca requiere de servidores públicos que sean excelsos en sus tareas, no sin ello caer en el gobernante sabio o filósofo de Platón, pero sí que a partir de sus conocimientos medidos y probados, sean ecuánimes entre lo que dicen, piensan y hacen, sepan establecer desde la administración pública las bases para el desarrollo de la entidad.
*Politólogo y Consultor
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@CiudadanoCoke