A Frey, el amigo Fausto Rey Sánchez.
Las izquierdas perredistas parieron otra vez el mismo origen, la misma promesa y el mismo estigma con la que lo hicieron hace casi 30 años:
El origen: persiste en las alianzas con ex militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para oponerse al PRI.
La promesa: insiste en reinstaurar el Estado nacionalista, subsidiario y democrático con políticas regresivas, instrumentos neoliberales y acuerdos cupulares.
Y el estigma: frente a un partido de Estado como el PRI, sólo un desgajamiento del PRI, y “no ajeno a él”-señaló en su momento el historiador Daniel Cosío Villegas- puede generar un nuevo partido.
El nombramiento del ex priísta y ex colosista Agustín Basave como nuevo dirigente nacional del PRD, es un regreso a su origen: en 1987 se formó el Frente Democrático Nacional (FDN), como eje aglutinador y rector de los ex priistas progresistas, partidos satélites y fuerzas de la izquierda histórica contra los priistas neoliberales, a favor de la democracia representativa y el populismo nacionalista.
En esa época, el grupo de ex priistas encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano -hijo del ex presidente Lázaro Cárdenas del Rio-, junto con otros integrantes de la autollamada Corriente Democrática del PRI, como Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo, César Buenrostro y Rodolfo González Guevara, impusieron su estilo programático y pragmático de priistas de izquierda frente a la izquierda dogmática.
Casi tres décadas después de ese inicio, el PRD es el partido más complejo de México, sin identidad, con docenas de corrientes internas, horizontal, colegiado, con una severa crisis de credibilidad por asuntos como Iguala; actos de corrupción, la renuncia de Cárdenas Solórzano y principalmente la escisión del ex priista y ex perredista Andrés Manuel López Obrador para construir MORENA.
En estos momentos, la izquierda del PRD está en terapia intensiva después de una borrachera de poder y una cruda de corrupción de sus liderazgos en poco menos de 30 años, que llevaron a que fuera un ex priista, otra vez, quien dirija su rescate.
Las izquierdas históricas, puras o dogmáticas están impedidas para hacer crecer un partido. Se quedaron en la discusión, la convocatoria, la movilización partidistas, la corrupción y el clientelismo político, mientras que la “lucha de clases” se transformó en la “lucha de tribus”. Bien dicen que el “fuego amigo” también mata.
Y en esta coyuntura, quizás para acercarnos a su significado, la narrativa más cercana a este capítulo de la izquierda perredista con el nombramiento del ex priísta y ex colosista Agustín Basave como nuevo dirigente nacional, es la del activista y politólogo Andrés Lajous, quien la describe así:
“Cuando la izquierda mexicana despierta, lo primero que se pregunta es cómo llegó hasta aquí, hasta este lugar en donde ha perdido la memoria, y donde no puede prepararse para el futuro. A este lugar donde no le importó perder su identidad y donde sólo reaccionó cuando le mearon encima”.
Especialista en análisis y estrategia política
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