Miles han intentado emular la hazaña de Edmund Hillary, el valiente alpinista neozelandés que logró alcanzar la cima del Everest en 1993. Algunos lo han conseguido, pero la mayoría se han quedado varados en el camino, así como lastoneladas de desechos que se han ido acumulando con los años para convertir a la cima del mundo en un triste paisaje.
En el impetuoso y peligroso Everest se quedaron los cadáveres de muchos excursionistas que, por estar en ubicaciones de difícil acceso, no han podido ser recuperados. Pero el principal problema viene por la basura que dejan atrás los cientos de turistas que la visitan: tiendas de campaña, equipos de escalada rotos y una cantidad absurda de excrementos. El alpinista sherpa Pemba Dorje dijo que:
“Es repugnante, una monstruosidad”. Según aseguró, la montaña está trasladando toneladas de desechos.
Un plan para reducir los desechos
Varias iniciativas para tratar de alentar a los alpinistas a reducir sus desechos se han puesto en marcha. En el Tíbet, por ejemplo, se cobran hasta 100 dólares por kilogramo de basura que dejen en la montaña y en Nepal las empresas proveedoras de equipos cobran hasta 4.000 dólares de depósito reembolsables si cada persona trae consigo, al menos, 8 kilogramos de basura.
En Nepal la iniciativa sirvió para que los excursionistas recolectaran unas 25 toneladas de basura y 15 de excrementos. Pero atendiendo el panorama general, eso solo representa una pequeñísima porción de la basura que se aloja en la montaña. Y el problema con las multas es que si un alpinista ya se está gastando 100.000 dólares en la caminata, probablemente no le importará perder el depósito.
Un lodazal de heces
Un informe de 2016 reveló que cada temporada los sherpas locales extraen más de 11 toneladas de heces humanas de la montaña. El problema es que son arrojadas en un pueblo cercano, convirtiendo el panorama en un verdadero infierno de putrefacción para los lugareños. Y si no bastaba con tener que vivir con eso, durante la temporada de monzones (vientos estacionales) la ladera del río se convierte en un espectáculo que nadie quisiera ver.
En un esfuerzo para acabar con la contaminación en el Everest, y además de las arduas labores de los locales por limpiar las montañas, los ingenieros han buscado la forma de convertir esos pozos de desechos en una planta de biogás. Es decir, transformar los miles de kilogramos de desechos biológicos en combustible renovable. En el lado de China las limpiezas lograron reducir hasta 8,5 toneladas de residuos, mientras que Nepal el Comité de Control de la Contaminación de Sagarmatha lleva implementando programas de limpieza desde 1991.
Claro que lo mejor sería que cada excursionista se comprometiera a no seguir dejando basura en la montaña. Pero hasta que eso pase, si es que pasa, la cima del mundo seguirá siendo el basurero de mayor altitud del mundo gracias a los turistas adinerados que no les importa el asqueroso rastro de suciedad y devastación que dejan a su paso.
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