Hoy más que nunca, la Sección 22 del SNTE, en Oaxaca, y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, como movimiento magisterial del sureste del país, juegan intereses trascendentales en la elección presidencial. Lo hacen porque ahora más que nunca, se encuentran en la posibilidad de que uno de sus aliados llegue a la Presidencia. No obstante, como ellos son expertos en engañar con la verdad, ahora impulsan un abierto pero enmascarado doble discurso, para mantener a salvo sus posiciones de fuerza como opositores, incluso en el escenario del triunfo de su aliado, Andrés Manuel López Obrador.
En efecto, desde hace más de una semana la Sección 22 en Oaxaca, y a partir de ayer todas las secciones magisteriales que conforman la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, impulsan un paro indefinido de labores y protestas regionales y en la Ciudad de México, como una forma de exigir el cumplimiento de un pliego petitorio presentado a los gobiernos estatales y a la Secretaría de Gobernación, pero también como una forma de mantener activa su presencia durante el último tercio de las campañas presidenciales. Hemos apuntado en este espacio que la agenda magisterial no es laboral ni educativa, sino eminentemente electoral. De entre todo eso, destaca el hecho de que además están ante un interesante juego de espejos de cara al nuevo Presidente.
¿De qué hablamos? De que, al menos en Oaxaca, la Sección 22 ha dado muestras palmarias de cómo se puede mantener en paralelo dos líneas de trabajo distintas: en una, están apoyando decididamente al candidato presidencial del partido Movimiento de Regeneración Nacional y están haciendo activismo a su favor; pero en la otra mantienen a salvo los principios rectores que los guían como sección sindical, respecto a que como organización de esa naturaleza son apartidistas y por ende no pueden apoyar a ningún candidato o partido, en proceso electoral alguno. ¿Cómo lo logran?
El magisterio oaxaqueño ha sorteado la circunstancia, argumentando que la dirigencia seccional —es decir, la delegación del SNTE en Oaxaca, electa democráticamente— es una sola, y que es totalmente apartidista; y que el movimiento magisterial en general, representado por la Asamblea Estatal, es un ente que sí tiene intereses políticos, que sí tiene derroteros electorales, y que sí está participando en el proceso electoral a partir de objetivos concretos. A partir de eso debemos comprender también las acciones magisteriales, pues en ellas está gran parte del fondo que en apariencia resulta —y es— contradictorio. Veamos este interesante juego de espejos.
JUEGO DE ESPEJOS
Por un lado, la Asamblea estatal y el movimiento magisterial sí simpatizan con Andrés Manuel López Obrador. Por eso han dado cobertura a sus mítines políticos en Oaxaca y por eso le profesan abierto respaldo como movimiento. En contraposición, a la dirigencia seccional la han obligado a mantenerse marginada de cualquier acción de índole electoral, y por eso sus movimientos con fines electorales —el paro indefinido de labores, por ejemplo— se han enmascarado de acciones para forzar el cumplimiento de un pliego petitorio presentado ante las autoridades estatales y federales.
Otra expresión de ese doble juego, radica en el hecho de que como movimiento magisterial —como Coordinadora, o simplemente como “el magisterio democrático oaxaqueño”— sí apuestan de manera abierta al triunfo no sólo de Andrés Manuel López Obrador, sino de los candidatos a diputados federales y senadores de Morena, porque ello facilitaría la discusión de ciertos proyectos políticos y legislativos que ellos están impulsando.
Sólo que en el espejo, ellos han obligado a la sección 22 a mantenerse marginada de cualquier forma de participación electoral, aún cuando varios dirigentes —activos y del pasado— están participando como candidatos, por una razón que forma parte de otra expresión de ese mismo juego de espejos. En ello están, entre otros, Azael Santiago Chepi, Ezequiel Rosales Carreño, Irán Santiago Manuel, e incluso una hermana del actual dirigente, Eloy López Hernández. Todos, con ligas políticas de fondo no con la Asamblea Estatal sino con el Comité Ejecutivo Seccional en Oaxaca.
La razón por la que parecen apostar, pero al mismo tiempo apartarse de los intereses electorales de Morena, tiene otra razón de ser. Como Sección 22, el magisterio oaxaqueño tendrá como finalidad presionar a un eventual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, igual que como hoy lo hacen con el de Enrique Peña Nieto y antes lo hicieron con todos los demás. Sin embargo, como movimiento sí apuestan al triunfo morenista porque ello les permitiría incidir en discusiones y proyectos, a los que se le ha vedado completamente el camino de la participación a lo que hoy pudiera entenderse como Sección 22.
Siguiendo esa lógica, en los objetivos hay otro juego de espejos. Pues como movimiento magisterial —oaxaqueño y regional—, los mentores le apuestan a la posibilidad de una segunda generación de la reforma educativa, que surja del consenso entre el gobierno federal obradorista y de los maestros del país. Como movimiento asumen que la evaluación es necesaria, pero sostienen que ésta debe dejar de tener los elementos punitivos y sancionadores que hoy tiene, para recoger la impronta de cada región del país, un país desigual, en el que no es lo mismo brindar instrucción a niños provenientes de familias acomodadas en zonas urbanas, que a los menores que nacieron y están creciendo en zonas de amplia marginación, desnutrición, violencia y pobreza.
Sobre eso mismo, ¿qué plantean como Sección 22? Únicamente, la derogación de la reforma educativa. Hábilmente, el magisterio sacó a su dirigencia de la educación social de la educación, y los limitó a plantear la sola exigencia de la eliminación de la reforma educativa, al margen de cualquier matiz o consideración relacionada con qué debería hacerse con el espacio vacío que dejaría la eliminación de la reforma educativa. Así, queda claro que como gremio sí pretenden incidir, pero como sección magisterial no.
Por eso mismo, como movimiento magisterial sí están participando en el activismo e incluso están impulsando a varios de sus integrantes como candidatos a diputados, aunque como Sección 22 mantienen el apartidismo. Saben que necesitan tener representantes directos ante las cámaras legislativas, porque ello permitirá que existan diputados y senadores que entiendan los planteamientos magisteriales, e impulsen los consensos que sean necesarios. Por eso, a pesar de que hay varios dirigentes, ex dirigentes y familiares directos de integrantes de la Sección 22, la Asamblea se ha limitado a emitir algunos pronunciamientos de deslinde sobre ellos, aunque en realidad nada dice que ellos no sean sus potenciales representantes ante el gobierno de López Obrador.
JUEGO DEL BUENO Y EL MALO
Es a lo que van a empezar a jugar, si el próximo Presidente no entiende su juego. Hasta ahora, han sido un gremio más o menos unificado —aun por la fuerza— y eso mismo parece ponerlos en la disyuntiva de crear un ente malo y un ente bueno. Los malos serán quienes marchen, se planten, griten y den la cara; y los malos serán quienes, desde la Asamblea, impulsarán decisiones de fondo para calmar la beligerancia de la Sección 22, aunque en realidad todos sepamos que es un mismo movimiento jugando en dos canchas distintas, al mismo tiempo.
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