Claudia no entiende: Moisés MOLINA

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Tal parece que el sepelio aún no termina.

Todos –excepto los priistas de cepa- daban por muerto al PRI en las horas finales del primer domingo de julio pasado.

No solo fue el tsunami obradorista. El PRI se fue hasta el tercer lugar, con todo y su tradicional maquinaria de movilización, merced a sus cuadros más distinguidos.

El partido pagó los pecados de sus gobernantes. Colosio lo dijo en aquel memorable discurso y hoy deviene en profeta.

Parecía que la última palada se daba con el anuncio de la conformación final del Congreso de la Unión, donde el PRI tiene un papel meramente testimonial. A rajatabla se puede decir, sin derecho a voz, ni mucho menos a voto.

En lugar de aprovechar las rencillas entre las facciones de MORENA en el equipo del Presidente electo, en las cámaras y en los estados, su militancia atestigua lastimosamente cómo sus cuadros más representativos siguen tropezando con las mismas piedras y siguen enterrando al partido histórico de México.

Osorio Chong ya está pensando en 2024 y Claudia Ruiz Massieu sigue tomando decisiones inexplicables para estos momentos de crisis en su partido.

La indignación mayor era hasta hace unas semanas, por la necia, absurda y mezquina pretensión de Ulises Ruiz de dirigir al PRI (o lo que quedara del PRI).

Esa indignación dentro del priismo de a pie, que no quisiera ver a su partido en manos de un personaje con un pasado tan cuestionado a cuestas, al parecer ha sido ignorada por la actual cúpula que, de tumbo en tumbo, sigue arrojando leña a la hoguera de los carroñeros.

Y es que Claudia Ruiz Massieu no entiende que no entiende.

No entiende que el PRI debe ser, hoy por hoy, un partido de verdadera oposición que, con responsabilidad y sacrificio, regrese sobre sus pasos y corrija el rumbo ahí donde se perdió.

El PRI abandonó sus causas sociales, permitió que se antepusieran intereses individuales a los de partido,  ensayó mal su democracia interna y hoy, con la última decisión de Ruiz Massieu, da muestras de que las complicidades en las “altas esferas, pesan más que la realidad de una militancia lastimada, dolorida, llena de zozobra, que no quiere ver más a su partido secuestrado por unos cuantos, pero tampoco quiere caer en la trampa del ulisiato que lo quiere tomar por asalto, no para devolverlo a la militancia, sino para esquilmarlo hasta donde ya no se pueda. Sí, como carroña. Así lo hizo en Oaxaca. Quienes vivan en Oaxaca no me dejarán mentir.

A través de su cuenta de twitter y solamente por esa vía, la Presidenta Nacional del PRI, dio a conocer sin más explicaciones la “designación” de Erick Lagos Hernández como “Delegado Regional” del PRI para los estados de Oaxaca, Tlaxcala, Morelos y Puebla” (así, en ese orden).

Para más de un priista será la primera vez que escuche ese nombre. Pudiera entenderse como normal y hasta benéfico si se tratase de un nuevo “cuadro” con credenciales suficientes para coordinar los trabajos del CEN en estas cuatro entidades con un escenario bastante adverso para el PRI.

Sus referencias sin embargo mueven más al cuestionamiento, en especial una: fue Secretario General de Gobierno de Javier Duarte. No es un cargo menor. Es un Duartista que, en el menor de los casos, conoció y sabía lo que estaba pasando en el gobierno de Veracruz durante el sexenio pasado.

Si usted “googlea” su nombre, se encontrará con cosas como las siguientes:

“Erick Lagos también es responsable de los desaparecidos”, “Erick Lagos, de mendigo a millonario”, “Erick Lagos, intocable”, “Diputado Erick Lagos, ligado a caso Cadena”, “La ingratitud de Erick Lagos”, “Erick lagos, Judas de Duarte y blindado con Yunes”.

Situémonos en el supuesto de que son solo trascendidos, calumnias, rumores y que el señor Lagos es un hombre honorable.

En política hay que ser y parecer. Y el PRI en estos momentos lo que necesita es legitimidad que prevenga de la credibilidad. Si algo no puede comprometer el PRI a la hora de reconciliarse con sus bases, es la honorabilidad probada de sus representantes.

No sé Puebla, no sé Tlaxcala, no sé Morelos; pero mis amigos priistas de Oaxaca lo que menos quieren es tufo a Duartismo.

En tal designación, seguro estoy que ni la opinión le pidieron a la dirigencia del PRI en Oaxaca.

Pero, por inexplicable que parezca, así es la nueva dirigencia priista encabezada por Ruiz Massieu: frívola, indolente, autoritaria, torpe, contra natura de un partido que tiene, en la nueva generación, todo para volver a ser opción.

Lo digo con conocimiento de causa.

Hoy, el horizonte ya no se trata de derecha contra izquierda, ni de Claudismo contra Ulisismo, sino del ayer –al que pertenecen los dos- contra el mañana que tiene que empujar más fuerte.

@MoisesMolina