Las protestas del 1 de mayo en Estados Unidos transmitieron el clamor de los migrantes para que la aprobación de una reforma migratoria se agilice y así se resuelva la situación de incertidumbre que viven unos 11 millones de personas que no tienen autorización para vivir en el país.
Las marchas, celebradas en más de una decena de ciudades del país, también pidieron un alto a las deportaciones que han provocado dolorosas separaciones en muchas familias.
La marcha en Los Ángeles, la ciudad del mundo que cuenta con millones de mexicanos residentes fuera del país, congregó a cientos de manifestantes hispanos, asiáticos, y blancos y a estas alturas ya había avanzado más de la mitad del recorrido.
La mayoría de los blancos están en el contingente LGTB.
Las marchas respondieron masivamente a un proyecto de ley presentado en abril por un grupo bipartidista de ocho senadores que abre un camino a la nacionalización como estadounidenses de muchos de los 11 millones de inmigrantes que viven en Estados Unidos ilegalmente.
El plan propone otorgar un estatus legal provisional a inmigrantes sin papeles que viven en Estados Unidos desde antes del 31 de diciembre de 2011 y que han residido en el país desde entonces, además de cumplir con otros requisitos, como el pago de multas e impuestos atrasados.
Sólo se podría solicitar ese estatus cuando el Departamento de Seguridad Nacional haya certificado al Congreso un aumento en la seguridad en la frontera.
Por primera vez en la corta historia de las marchas pro reforma migratoria de Los Ángeles, al lado de los migrantes marcharon varias personas agrupadas por empresas privadas. Entre ellas estaban un centro de cuidado médico, una oficina de abogados, una compañía de seguro y empresa que manufactura productos para el hogar.
El grupo más grande, de unas cien personas que vestían un traje azul, no llevaba ninguna publicidad referente a empresa alguna.
También hubo un grupo de danzantes aztecas y banda de música mexicana en vivo que incluían mariachis.
El universitario Santos Tecún marchó en su silla de ruedas. Lo hacía con dificultad pues no podía darse impulso y sostener una botella de agua y una bandera estadounidense al mismo tiempo.
“Hace poco me dieron mi permiso para trabajar y estoy aquí porque quiero que todos tengan los mismo derechos”, dijo el guatemalteco de 23 años, que dice ser de origen maya.
Tecún estudiará inglés en la Universidad del Sur de California, cuando se complete una transferencia académica. Llegó a los 12 años al país, donde aprendió español e inglés, dijo.
Uno de los manifestantes, Crispín Martínez Pérez, de 44 años, dijo que estaba en proceso de nacionalizarse como ciudadano estadounidense porque quiere lo mejor para su familia.
Martínez, nacido en la capital de México, dijo que cuando le toque votar, lo hará por el Partido Demócrata porque éste le ha dado “oportunidades que ahora necesito”.
“Voy a ser votar demócrata y voy a morir demócrata”, dijo Martínez, quien vive en Beaumont, poblado de Riverside.
Al ser preguntado si es que alguna vez votaría por el Partido Republicano, Martínez Pérez respondió: “Los republicanos no entran en mi mente. Ese partido está lejos de mi familia y de los derechos humanos. Sólo ven por ellos, por el ‘White power”’, añadió.
En las calles había carteles que decían en inglés: “Legalice The American Dream (legalicen el sueño americano)”, “Legalization, Full Rights For All Immigrants (Legalización, derechos plenos para todos los inmigrantes”, y en español “somos migrantes, no criminales”.
Un grupo de unos 50 sindicalistas del UFCW tenían camisetas que decían: “UFCW for Obama”.
Otras marchas o foros públicos se registraron en ciudades como Chicago, Phoenix (Arizona), o Birmingham (Alabama), Miami, Boston, Denver (Colorado), Oakland (California) o Boise (Idaho), Detroit (Michigan), Concord (New Hampshire), y Salem (Oregón), entre otros.
Pocas horas antes, en el centro Los Ángeles, a unas cuadras del mercado latino Los Callejones, se habían congregado cientos de inmigrantes para participar de la manifestación marcada con un inconfundible toque festivo: mariachis tocando música en vivo y un buen número de personas luciendo camisetas moradas con un lema: 11 millones, en referencia a la cantidad de inmigrantes que viven en el país sin la documentación legal.
La universitaria Vanessa Resendiz, de 20 años, oriunda de Durango, y parte del grupo denominado ‘dreamers’ que agrupa a quienes llegaron al país clandestinamente cuando eran niños, dijo que “no solamente estamos aquí para mostrar apoyo sino que queremos justicia. Queremos demostrar que esto nos importa a la gente joven”.
Raymundo Herrera, un paletero, oriundo de la ciudad de México que reside sin autorización en el país desde 2008, comentó que “vengo a apoyar y a trabajar”.
“Siempre vengo a las marchas aunque no venda paletas. Siempre tomo fotos. Me interesa (la reforma migratoria) porque es algo personal. Tengo nietos en México que no conozco. Quiero conocerlos”, comentó.
El sindicato de trabajadores de servicios, uno de los grupos organizadores de la marcha en Los Ángeles, convocó hasta a 4 mil personas. Entre los participantes se observaban pancartas con mensajes como “Alto a las deportaciones y redadas” y “All religions believe in justice (todas las religiones creen en la justicia)”.
El inmigrante Martínez Pérez dijo estar marchando porque sabe en carne propia lo que un inmigrante sin papeles sufre en este país para sobresalir.
“Todos tenemos derechos de trabajar y ganar un salario sin ser discriminados”, dijo. “Son cosas que he experimentado cuando fui ilegal por 10 años. Es algo que aún con papeles sigo sintiendo”.
Jorge Mario Cabrera, portavoz de la organización pro-inmigrante CHIRLA, dijo que “esta marcha es preventiva porque tenemos una propuesta que se podría deshacer en cualquier momento pero no lo vamos a permitir”.
En Nueva York marcharon miembros del movimiento Ocupa Wall Street junto a inmigrantes y partieron desde Bryant Park, en el corazón de Manhattan, hacia distintos lugares, entre ellos la oficina del senador Charles Shumer, uno de los ponentes del proyecto de reforma migratoria que se presentó en el Congreso en abril.
Sobre una tarima con micrófono y rodeados de un amplio despliegue policial, inmigrantes y activistas gritaban lemas como “Schumer, Obama, don*t deport my mama” (“Schumer, Obama, no deporten a mi madre”) o “la lucha obrera no tiene fronteras”.
“Estamos en un momento clave de la reforma y por eso marchamos hasta las oficinas del senador”, dijo Adriana Escandón, joven ecuatoriana a las afueras de las oficinas de Schumer. Hay cosas en la reforma, como la militarización de la frontera o el E-Verify (sistema de verificación de antecedentes laborales), con las que no estamos de acuerdo”.
Schumer siempre ha dicho que el proyecto de ley se hizo teniendo en cuenta las necesidades de todos los inmigrantes, pero que la seguridad fronteriza es también parte fundamental del plan.
“Queremos hacernos escuchar desde la perspectiva de los inmigrantes”, dijo Mariano Muñoz, un peruano que forma parte del Grupo de Trabajadores Inmigrantes por la Justicia. “La reforma migratoria no ha sido escrita teniendo en cuenta los derechos humanos. Define a los inmigrantes como ciudadanos de segunda clase”.
En Miami, Francisco Portillo, uno de los organizadores de una caravana con una docena de vehículos que iniciaron una marcha hacia las oficinas del senador Marco Rubio y el representante Mario Díaz Balart, expresó que los inmigrantes quieren reiterarle a Obama, desde las calles, que pare las deportaciones.
“El mensaje más claro es para el presidente Obama, que si en verdad está haciendo algo por la comunidad inmigrante que frene las deportaciones a través de una orden ejecutiva”, dijo el activista, quien se mostró esperanzado de que esta vez sí se concrete la reforma migratoria.
“Nosotros queremos que se legalice (a los inmigrantes sin papeles) en un tiempo prudente, por lo menos cinco años de espera… eso nos tiene realmente preocupados”, indicó el hondureño.
En la ciudad de la Florida, una docena de automóviles con sus luces intermitentes encendidas partió desde el estacionamiento de una iglesia ubicada en un vecindario hispano del oeste de la ciudad hacia las oficinas del representante Mario Díaz Balart y del senador Marco Rubio, dos legisladores que han apoyado una reforma de las leyes de inmigración.
Con banderas estadounidenses en sus ventanillas y tocando sus cornetas, los automóviles recorrieron unas 10 millas en reclamo de “fin a las deportaciones”, y una reforma migratoria integral “urgente”.
“Aquí estamos pidiendo una ayuda, no estamos exigiendo, estamos pidiendo los que no quieran dar, un permiso de trabajo, la residencia”, expresó María Cristina Ibarra, una mexicana de 57 años que llegó a Estados Unidos como turista en 2000 y se quedó después que venció su permiso de permanencia legal.
Ana Arias, una salvadoreña que llegó en el 2001 a Estados Unidos sin papeles a través de la frontera con Arizona, tiene esperanzas de que la reforma le permita reunirse con un hijo que dejó en su país hace 11 años, cuando él tenía apenas tres años.
Llegó con su esposo y dos hijos mayores que ahora tienen 18 y 16 años, pero dejó al menor con sus abuelos paternos. “Tengo esperanzas de que algún día pueda ir a ver a mis seres queridos”, manifestó Arias, de 36 años antes de que saliera su automóvil blanco en la caravana.
“La marcha es muy importante para buscar que nos den un permiso de trabajo y detengan las deportaciones, que cada día son más y más”, consideró la mujer.
La caravana de vehículos se dirigió a las oficinas de Díaz Balart y Rubio. Aclaró, no obstante, que los inmigrantes están esperando con ansiedad el proyecto de ley de la cámara baja, para conocer sus detalles.
Grupos que luchan a favor de los derechos de los inmigrantes llevan años pidiendo una reforma migratoria. La campaña para lograrlo cobró impulso en las elecciones presidenciales de 2012, cuando 71 por ciento de los electores hispanos dieron su respaldo al presidente Barack Obama. Aun así el gobierno de Obama ha alcanzado un promedio sin precedentes de 400 mil deportaciones anuales.
Agencias