Ayer, el líder del grupo Parlamentario del PRI en el Congreso del Estado Francisco García López, puso el dedo en la llaga al pedir al Congreso un punto de acuerdo para exhortar al gobierno federal al través de la Secretaría de Gobernación para que se cumplan los acuerdos de distensión en la zona, causados por invasión de tierras de un grupo de chiapanecos que fueron autorizados por el Congreso de aquél estado para fundar un nuevo municipio en tierras oaxaqueñas.
Ya es conocida la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el sentido de que dicha controversia en improcedente debido a un mal planteamiento hecho por los abogados de gabino cué –así, con minúsculas- a los que, dicho sea de paso, les paga 3.3 millones de pesos para hacer leyes que ni siquiera se han publicado en el periódico oficial del estado.
Al exhorto que propuso Paco Piza, se le sumaron otras propuestas como una serie de acciones políticas planteadas en su media lengua por la diputada Rosa Linda Domínguez (de ese distrito), que acompañarían las acciones jurídicas propuestas por el Abogado y diputado Elías Cortés y a las que se sumó Luis de Guadalupe (maestro de Elías a decir de sus propias palabras)
Hasta Flavio Sosa tuvo disertaciones a favor de la propuesta de García López en el sentido de que mucho bla, bla y poco glu glu en el caso Chimalapas porque estamos gastando incontables litros de tinta y saliva para no llegar a ningún lado y con el riesgo de que un pedazo de Oaxaca de 80 mil hectáreas, sea ocupado legalmente y con el consentimiento del gobierno federal, por habitantes de otro estado.
Coincidieron todos en que hay que ponerle más atención al asunto Chima y decidieron que los tres poderes en conjunto y con los pueblos Chimalapas presentes, acordaran acciones para cuidar la soberanía del estado, toda vez que la Controversia está planteada por un problema limítrofe y no por un asunto de Soberanía.
La única propuesta que no fue tomada en cuenta y que me parece que los diputados consideraron que es “descabellada”, fue la que hizo Maximino Vargas Betanzos que propuso mandar a la fuerza pública a desalojar prácticamente a los chiapanecos de tierras oaxaqueñas. Dijo literalmente que los enemigos de los Chimalapas, son los Chiapanecos que se asentaron en nuestro territorio y el Estado Oaxaqueño debe ponerse de su lado y respaldarlos.
Platicaba mientras escuchaba la sesión con una amiga periodista empapada del caso y me decía ¿Ya te diste cuenta que mientras en Oaxaca nos rasgamos las vestiduras para pensar qué hacer, en Chiapas todos están de acuerdo?, y caímos en la cuenta que en Oaxaca, algunos involucrados en el tema, son chiapanecos.
Por ejemplo el Procurador de Justicia de Oaxaca Manuel López López es de Chiapas, el Presidente del Tribunal de Justicia del Estado Alfredo Lagunas también y el Senador Ericel Gómez Nucamendi de la misma forma. Por otro lado el juez que dictó improcedente la Controversia, tiene intereses personales con el Secretario General de Gobierno de Chiapas y para acabarla de amolar gabino cué, le debe “favores” electorales al gobernador de Chiapas Juan Sabines.
De esa manera, la única vía posible de defensa de nuestro territorio, es la que propuso Max Vargas y por ningún lado es descabellada. Mandar a la fuerza pública a desalojar a los Chiapanecos o impedirles el paso a sus comunidades por un acuerdo de los pueblos Chimalapas, es la única vía para presionar a los chiapanecos a regresar a sus tierras.
Parece que hay dolo en la “notoria” improcedencia de la SCJN y lo hay por las dos vías. Desde quien presentó la Controversia por un asunto limítrofe y no por invasión, hasta quien le dio carpetazo por ese mismo sentido.
Al Senado de la República le toca hacerla de árbitro entre Oaxaca y Chiapas siempre y cuando el problema se plantee como un asunto de Respeto a la Soberanía Oaxaqueña por invasión de tierras y no por un problema de límites que sí le correspondería a la SCJN.
Mientras los abogados del estado no se pongan de acuerdo y no hallen la forma de cuidar nuestro territorio (80 mil hectáreas de maderas preciosas), la única vía para cuidarlo es por la fuerza y la presión, mostrando lo que no tiene este gobierno que se llama CARÁCTER. Max Vargas no está loco, es un Oaxaqueño como muchos y como todos los zoques, enojado por la ineptitud de este gobierno.