En los albergues de Tijuana y Mexicali coexisten 862 niñas, niños y adolescentes que junto con sus padres o familiares huyeron de la violencia y la pobreza en países de Centroamérica.
Allison, Smiley y Ferchi son niñas hondureñas de seis, siete y ocho años de edad, quienes durante un mes viajaron en compañía de sus padres con la finalidad de llegar a esta ciudad fronteriza con el anhelo y la esperanza de que el gobierno de Donald Trump les otorgue asilo en Estados Unidos.
Ajenas a cualquier mensaje de odio y de la incipiente animadversión popular al fenómeno migratorio centroamericano, las menores de edad se acercaron a los coordinadores del albergue Alfa y Omega en la Zona Centro de Mexicali para pedir agua y un lugar en donde jugar.
Integrantes de la Caravana del Migrante, estas menores forman parte de este núcleo de 600 menores de edad que están en albergues de Mexicali y Tijuana, quienes en este caso dijeron disfrutar de la comida que les ofrecieron en la mañana: “chicharrón que pica, frijolitos y arroz”.
Aunque nacieron en el mismo país, recién se conocieron en la capital de Baja California y, a más de 4 mil 700 kilómetros de su lugar de origen, las tres niñas optan por jugar a “las tocadas”, a “las escondidas” y a “las traes”.
Sus familiares decidieron permanecer en este albergue mexicalense donde cuentan con alimentos y un espacio para dormir hasta que definan su futuro: trasladarse a Tijuana para solicitar asilo político en el puerto fronterizo de San Ysidro, California, o hacer directamente su petición en la garita centro de Calexico, en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
Su historia coincide con los más de 6 mil centroamericanos desplazados por la violencia, el desempleo y la pobreza que sufrieron en comunidades de Honduras, El Salvador y Guatemala, y que se encuentran en territorio mexicano.
Fuente: jornada.com