Los representantes de los consejos estatales contra las adicciones de la frontera norte exigieron eximir a los centros Nueva Vida de la ley de narcomenudeo, aprobada por el Congreso de la Unión y avalada por el gobierno de Felipe Calderón, debido al temor que tienen de que al tratar a enfermos vinculados con la delincuencia organizada vayan a convertirse en blanco fácil de ataques y de asesinatos masivos.
“Me parece que la Procuraduría General de la República nos está aventando una pelota de fuego y muy cómodamente se está deslindando. Yo creo que debemos de trabajar con los procuradores, con el supremo tribunal, para la conformación de otro tipo de centros especializados dedicados a la atención del narcomenudeo”, dijo una de las participantes.
Las matanzas masivas en centros de rehabilitación de adictos se convirtieron en el tema central de preocupación del VII Encuentro nacional de consejos estatales contra las adicciones, porque “las broncas ya se están extendiendo a los centros Nueva Vida, hay mucho hostigamiento en donde están ubicados, sufrimos constantes amenazas”, abundó.
Desde que se detiene a un narcomenudista, explicó, se trata de un paciente de alta peligrosidad, hasta que no se demuestre lo contrario. “Pero su tratamiento, a mi parecer, debe hacerse dentro de la cárcel o de un psiquiátrico, no hay más”, señaló.
Hace casi un año aprobaron la ley de narcomenudeo, que despenaliza la portación de drogas para uso personal, a efecto de evitar que los adictos vayan a parar a las cárceles. Asimismo, la disposición legislativa establece que a la hora que se detecte a un vendedor o distribuidor con mayores dosis acuda a tratamiento de rehabilitación y, si no acude, entonces sí será sujeto de acción penal.
Los panelistas también evidenciaron que se conformaron dichos espacios de rehabilitación —de los cuales hay 322 en el país que se crearon con el dinero confiscado a Zhenli Ye Gon—, pero éstos carecen de personal y, sobre todo, capacitación para atender la cantidad de demanda.
Otros representantes añadieron que “se carece de infraestructura” para acatar la ley de narcomenudeo cuando existe una sobredemanda de atención. “Los centros Nueva Vida no tienen la capacidad para atender tanta población y menos a grupos que representan niveles de inseguridad.
“De por sí ya estamos plenamente identificados, saben bien quiénes somos nosotros, y lo que me sorprende es que los organizadores (del Encuentro nacional de consejos estatales contra las adicciones) nos trajeron a todos los representantes estatatales del país en camionetas sin considerar que somos un blanco perfecto. Si van y matan en los anexos, imagínense si no nos toca.”
De igual manera, los expertos coincidieron que la frontera norte de México debe regirse por otro tipo de reglas, “somos como una isla apartados”, dijo un sonorense.
En Sonora, por ejemplo, hay más de 58 mil adictos crónicos, además de la gente que se está regresando de Estados Unidos, establecida en la ciudad capital y Nogales; “ésta última ya apunta para convertirse en una Ciudad Juárez”.
“Por la Ley Arizona nos está llegando gente con niveles altos de adicción, incluso hablamos de nuevas adicciones, y no estamos listos para atenderlos en los 11 centros Nueva Vida y cuatro centros estatales de desintoxicación, sólo tenemos 100 camas, y cómo fregados vamos a atender a los narcomenudistas”.
Pero además, dijo, se está centrando la atención en dichos centros a los jóvenes y adultos, cuando existe una población de menores de edad que “tienen una adicción peor” y lo mismo sucede con los grupos étnicos y flotantes.
“En Sonora, las etnias por usos y costumbres no nos dejaban entrar, pero ahora ya se están abriendo y no podemos entrar, por su misma condición cultural, con los programas normales, por lo que se debe de diseñar una estrategia en su propia lengua, bajo sus reglas”, explicó el sonorense.
Son enfermos crónicos
Una persona adicta a las drogas, legales e ilegales, sufre constantes recaídas y enfrenta gran dificultad para recuperarse debido a los cambios químicos que sufre su cerebro, que recibe un “torrente de dopamina”, sustancia reguladora de placer que ningún otro estado le produce, y por ello debe ser considerado enfermo crónico. “En general las adicciones son enfermedades crónicas, parecidas a la diabetes, hipertensión, cáncer, donde están bien un tiempo y pueden tener recaídas”, explicó Luis Solís, director general adjunto del Consejo Nacional contra las Adicciones.
Comentó que “ninguna sensación es equiparable a la que produce la heroína o la cocaína, por ello se produce la adicción, del latín adictus, que significa esclavo. La persona necesita y sigue consumiendo la droga para no experimentar malestar, esto no sucede con la mera experimentación, sino con el abuso”, dijo. El cerebro no tiene la capacidad, por sí mismo, de producir ese torrente de dopamina y, por ello, cuando el adicto comienza su rehabilitación tiene altas posibilidades de recaer con el solo hecho de oler o ver la droga.
Milenio