El ingreso a la Central de Abastos pareciera la puerta al purgatorio; un purgatorio en medio del corazón de Oaxaca que se debate entre una gloria casi inexistente y un estigma que se ha ganado a golpe de fayuca, robos, marginación y drogas.
Detrás de toda esa estela y la mala “fama”, le sobreviven los hombres y mujeres de esfuerzo y dedicación.
Pero más allá del estigma de violencia, robos entre otros, este centro comercial es por excelencia del trabajo, del esfuerzo de levantarse temprano y dormir muy tarde.
Saúl López Velarde, quien ha trabajado con un grupo de niños de la zona en impulsar la lectura señala que no todo es malo.
“Hay gente que está en la chinga se levantan muy temprano y se van a la cama muy tarde”, dijo.
Policías, ladrones, madres solteras, familias, niños y comerciantes todos conviven en un solo lugar. Más de 12 mil almas expuestas a todo y nada.
Más allá de la majestuosidad de los olores, sabores y colores de este centro comercial, se esconde en sus entrañas toda una red de situaciones ilícitas entre ellas también la prostitución.
Carina García