Ayer 10 de abril, fue el centenario del marrullero asesinato de Emiliano Zapata. Con motivo de esta fecha luctuosa, se presentaron en la mañanera de López Obrador, la estampilla de correos, el boleto del metro y un billete de lotería con la imagen de “El Caudillo del Sur”.
López Obrador estuvo presente en Cuernavaca, en una ceremonia luctuosa, pero sin la familia del héroe de la revolución mexicana. No se atrevió a ir al Oriente de Morelos, pues corría el riesgo de ser abucheado.
El nieto, Jorge Zapata, dijo que no acudiría al evento del señor López, porque es una persona “que no cumple lo que dice”.
Durante las campañas electorales, Jorge Zapata, le solicitó a López Obrador, la cancelación del proyecto de la termoeléctrica de Huexca, Morelos, y éste se comprometió a dar marcha atrás; pero cuando llegó a la presidencia, “dio luz verde a la termoeléctrica”.
Durante el periodo priísta, para conmemorar al caudillo del sur se repartieron millones de hectáreas que producen miseria y desesperación para muchos mexicanos. Pasaron sexenios y sexenios y se siguieron entregando tierras. Fueron tantas, que ya iban como en el quinto piso.
La figura de Zapata ha servido para muchos políticos como una mera propaganda política. La ocupó Salinas de Gortari, y hasta a uno de sus hijos le puso el nombre de Emiliano.
Muchos de los jóvenes que poco han estudiado la historia de México, solo refieren la figura de Emiliano Zapata como un personaje de Hollywood.
Ha servido también para nombrar instituciones educativas. Así como el nombre más socorrido es el de Benito Juárez, con 6 mil 878 instalaciones educativas, el nombre de Emiliano Zapata se encuentra en 4 mil 346 escuelas.
También sirvió un tiempo para reconocer los billetes de diez pesos, mismos que tuvieron una vida efímera, porque fueron desplazados por una moneda del mismo valor, pero con el calendario azteca.
El mismo PRI dejó de usar la figura de Zapata, cuando se dio cuenta que había perdido todos los valores que sustentaban a este partido. Entonces, dejó de hablar de las glorias de Zapata, así como de Villa.
El 8 de junio de 1911, Francisco I. Madero almuerza con Zapata, y le ofrece ir al estado de Morelos para resolver el problema de tierras con apego a la justicia. Además, le dice: “en atención a los servicios que ha prestado usted a la Revolución, voy a procurar que se le gratifique convenientemente de manera que pueda adquirir un buen rancho”.
Y Zapata, con mucho disgusto, pero en tono respetuoso le dijo: —Señor Madero, yo no entré a la revolución para hacerme hacendado. “Lo único que queremos, es que nos devuelvan las tierras que nos han robado los científicos hacendados”.
Con este ejemplo vemos cómo cambia el pensamiento de los dirigentes que solo participan en la política para llevarse una tajada. Madero trató de hacer a un lado a Zapata con un premio económico por su devoción a la revolución.
Hoy está pasando algo similar: funcionarios que revelan la verdad sobre los dichos del Presidente, éstos son humillados y desmentidos públicamente por el gobernante de México. Ayer lo hizo Obrador, con el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, quien aseguró que el aeropuerto de Texcoco se canceló por tener costos excesivos, no por corrupción.
No cabe duda que a México le hace falta un Zapata, un auténtico líder natural.
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