Al celebrar hoy la misa por el Domingo de Ramos, el Papa recordó a los refugiados y lamentó que por ellos “nadie se hace responsable”, justo cuando Europa acaba de determinar el cierre de sus fronteras para migrantes de Medio Oriente.
Ante más de 60 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro del Vaticano, Francisco inició la ceremonia con la bendición de los ramos de olivo que los fieles llevaban consigo y una procesión cargando el tradicional ramo de palma, acompañado por cardenales y obispos.
En su sermón, el líder católico repasó todos los momentos de la pasión y muerte de Jesús quien –dijo- “fue vendido por 30 denarios y con un beso por un discípulo que había elegido y llamado amigo”.
Agregó que todos los otros seguidores suyos huyeron y lo abandonaron, Pedro lo negó tres veces mientras él fue humillado con insultos y escupitajos, sufrió en el cuerpo violencias atroces: golpes, flagelos y la corona de espinas que volvió irreconocible su aspecto.
“Mientras le es negada toda justicia, Jesús padece sobre su piel también la indiferencia, porque ninguno quiere asumirse la responsabilidad de su destino”, abundó.
“Pienso en tanta gente, tantos marginados, tantos refugiados, tantos migrantes, a aquellos de los cuales muchos no quieren asumirse la responsabilidad por su destino”, siguió.
Recordó que Jesús tuvo la muerte más dolorosa e infamante, reservada a los traidores y a los peores criminales.
Apuntó que, cuando tuvo la tentación de bajarse de la cruz, Cristo optó por revelar “el rostro verdadero de Dios” que es la misericordia, perdonando a sus verdugos y abriendo las puertas del paraíso al ladrón arrepentido.
Pero advirtió que el amor superó el abismo del mal, redimió el dolor, llevó luz a las tinieblas, vida a la muerte y venció al odio. Por eso invitó a todos los cristianos a aprender del amor humilde, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda de poder y de fama.
Al terminar la misa y antes del rezo del Angelus, recordó que a finales de julio tendrá lugar la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia e invitó a todos los jóvenes del mundo a encontrarlo en la tierra de san Juan Pablo II.
Luego, antes de despedirse, realizó un recorrido a bordo del papamóvil entre la multitud e invitó a cinco niños a subirse en el vehículo, en un gesto aplaudido por los presentes.
Notimex