Cataluña: efímera victoria de los independentistas: Raúl Castellanos

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Siempre he pensado que los maximalismos sólo conducen en la política a callejones sin salida, a confrontaciones, en algunas ocasiones con saldos trágicos; represión y en la mayoría de los casos a la “aplicación de la ley” a rajatabla, haciendo valer, tratándose de gobiernos autoritarios de derecha, el “estado de derecho”. En política, un dirigente responsable siempre debe medir la distancia entre lo deseable y lo posible; es muy fácil calentar a las masas, lanzarlas a las calles, lo difícil es traducir la beligerancia, ya no digamos en acuerdos políticos, sino en mínimas condiciones para lograr que las demandas causen estado.

Más allá de las razones o sinrazones de los independentistas catalanes, de la euforia del referéndum convocado a contracorriente, de la declaración de independencia por el parlamento y de las retadoras declaraciones de “ni un paso atrás”; al día de hoy las condiciones para ellos lucen adversas y lo que es peor, dan la impresión de ser un callejón sin salida. En lo personal, no tengo la menor duda de que la mejor opción sigue siendo la convocatoria a un referéndum incluyente, con reglas claras; lo cual si como bien lo apuntaba hace algunas semanas Majo Siscar eso no transitaba por el gobierno de Rajoy, en las condiciones actuales es prácticamente una opción cero; queda ahora la concurrencia de los partidos que están por la creación del Estado de Cataluña de participar en las elecciones convocadas para el 21-D; lo cual ya desde hoy está provocando un debate interno que puede terminar polarizándolos.

A lo anterior hay que agregar que el gobierno español encabezado por el Partido Popular de derecha, con el apoyo del partido Ciudadanos y con matices de los Socialistas está litigando en tribunales, con base en el artículo 155 de la Constitución, acciones jurídicas. Ayer las crónicas daban cuenta: “El Fiscal General del Estado, José Manuel Maza, presentó este lunes en la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo sendas querellas por rebelión, sedición y malversación de fondos entre otros delitos, contra el ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont, los 13 consejeros del Govern Catalán, la Presidenta del Parlament Carmen Forcadell y otros cinco miembros de la mesa de la Cámara. Maza considera que todos ellos alentaron un movimiento de insurrección activa entre la población para la cesación de Cataluña”.

“Las querellas por rebelión contra los principales líderes independentistas catalanes se centran principalmente en el periodo comprendido entre el 6 y el 7 de septiembre, cuando el Parlament aprobó, despreciando los derechos de la minoría, las llamadas leyes de desconexión de Cataluña, se presentó en un discurso grabado en Girona y retransmitido por TV3 como Presidente de la Generalitat. Los escritos hacen especial hincapié en la jornada del 1 de octubre, cuando se celebró. Entre cargas policiales, el referéndum de autodeterminación suspendido por el Tribunal Constitucional y prohibido por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña”.

En este contexto de judicialización de la controversia política, como también lo he sostenido, las condiciones escalan al ámbito estrictamente personal. Ahora en términos reales Puigdemont y demás dirigentes son prófugos de la justicia, independientemente de que les asista o no la razón política. Ayer mismo, después de publicar en su perfil de instagram una foto de su persona en la que sugería encontrarse en el interior del Palau de la Generalitat, en cuyo pie de foto decía “bon día”, que finalmente se comprobó estar trucada al no coincidir el entorno; se supo que el ahora depuesto presidente y cinco miembros más de su equipo, habían volado de Marsella Francia, a donde se trasladaron en automóvil por la madrugada desde Cataluña, a Bruselas la capital de Bélgica; según nota de la agencia Efe, además de Puigdemont, viajaron Meritxell Borrás del PDeCAT que ocupaba la cartera de Gobernación, Antoni Comín, de ERC –Salud-, Joaquim Forn del PDeCat –Interior-, Dolors Bassa de ERC –Trabajo y asuntos sociales- y Meritxell Serret –Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación-.

Hasta ayer se desconocía en qué calidad viajaron; por lo pronto el Primer Ministro Belga Charles Michel negó haber aprobado la oferta de asilo político formulada por su Secretario de Estado de Asilo y Migración, Theo Francken –del partido nacionalista flamenco N-VA-. De última hora trascendió sin confirmarse oficialmente que el abogado belga Paul Bekaert, de larga trayectoria en la defensa de derechos humanos y en particular de integrantes de la ETA, sería quien se haría cargo de instrumentar una petición de asilo. En otras informaciones desde la semiclandestinidad, otros independentistas anunciaron la creación de un gabinete alterno y de un Gobierno en el exilio. Aunque en términos reales, en los hechos, o si quieren de facto, el núcleo duro de Puigdemont ha aceptado la disolución del gobierno del que formaban parte, al tiempo que los líderes del Partido Popular, Ciudadanos y los Socialistas catalanes comenzaban a perfilar candidaturas de cara a las elecciones convocadas.

Como se advertirá, la euforia independentista de Puigdemont, referéndum, declaración de independencia y movilizaciones sociales incluidas sólo fue una victoria efímera y pírrica, rechazada de siempre por la Unión Europea y parece ser por una mayoría silenciosa de los catalanes. ¿Error de cálculo? ¿Populismo irresponsable? ¿Patrioterismo desbordado? ¿Auténtico nacionalismo reprimido? Lo cierto es que una vez más se valida que en política siempre hay que tener alternativas reales, que tomen en cuenta la necia realidad.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh