Seis días después de los muertos a disparos en un cine de Colorado, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, aclaró que el presidente estadounidense Barack Obama, aunque apoya la idea de prohibir la venta de armas de asalto, una restricción que expiró en 2004, no busca la aprobación de una ley similar.
“Hay cosas que podemos hacer a falta de legislación y a falta de leyes de armas que puedan reducir la violencia en nuestra sociedad”, dijo Carney un día después de que Obama, durante un discurso en Nueva Orleáns frente a un grupo que aboga por los negros estadounidenses, apoyó que se apliquen ciertas restricciones adicionales a la propiedad de armas.
El presidente reconoció que no había hecho lo suficiente para mantener las armas fuera de las manos de los delincuentes y se comprometió a trabajar con los legisladores de ambos partidos para avanzar en el tema.
Carney habló mientras una organización destacada en la lucha por reforzar el control de armas —The Brady Campaign to Prevent Gun Violence— le pidió a Obama y a Romney que encabecen la búsqueda de soluciones a la violencia armada. La organización dijo que ambos candidatos le deben a los votantes planes concretos y los exhortó a no eludir la cuestión.
En el Senado, el líder de la mayoría demócrata Harry Reid, dijo que el Senado no analizaría el tema de las armas este año, a pesar de que coincidió con las declaraciones de Obama en Nueva Orleáns. “Con el calendario que tenemos, ni siquiera vamos a tener un debate sobre el control de armas”, dijo Reid a los periodistas.
La postura expresada el jueves por la Casa Blanca y Reid muestran una realidad en Washington, donde abogar por restricciones a la propiedad de armas es visto como un lastre político. Tras reconocer la oposición que hay en el Congreso a la imposición de nuevos límites, Carney dijo que Obama trabajará para mejorar las leyes de armas existentes. “Mientras haya ese estancamiento en el Congreso, hay otras cosas que podemos hacer”, dijo.
“Como la mayoría de los estadounidenses, creo que la segunda enmienda garantiza el derecho de los ciudadanos a portar armas”, dijo Obama en la convención anual de la Liga Nacional Urbana, en Nueva Orleáns. “Sin embargo, creo que los dueños de armas deberían coincidir conmigo en que las armas de asalto como las AK-47 deberían estar en manos de soldados, no en las de criminales. Estas armas de asalto pertenecen al campo de batalla, no a las calles de nuestras ciudades”, agregó.
Asociaciones de policías de EU, en tanto, llamaron a endurecer la legislación respectiva a la venta de armas en el país. “Es el momento para dialogar y determinar las acciones necesarias para parar este ciclo sin sentido de crímenes violentos cometidos con armas”, clamó en Washington el policía Hubert Williams, que preside la Asociación Nacional del Orden Público para la Prevención de la Violencia con Armas. Por su parte, la Coalición Armas Bajo Control, formada por organizaciones de 125 países, envió una carta a Obama pidiéndole que sume sus esfuerzos en favor de un futuro Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA) que sea robusto y que tenga apoyos internacionales.
Tras el atentado contra la congresista por Arizona, Gabrielle Giffords, en enero del 2011, Obama pidió medidas más estrictas para impedir que locos, desequilibrados o irresponsables pudieran “poner sus manos sobre un arma”. Pero Carney insistió en que lo que necesita el país son “medidas de sentido común que protejan los derechos de la segunda enmienda, mientras se asegura que los que no deben tener armas bajo la ley existente, no las tengan”.