Solo unas cuantas horas y usted tendrá una nueva responsabilidad.
Es un compromiso que ya no puede evitar ante la emergencia que vive la entidad de Oaxaca. Dentro del montón de problemas creados están todos los partidos políticos que se prestaron para llevar a la gubernatura a Gabino Cué Monteagudo.
Usted recibirá mañana una entidad arruinada por el dolor, la muerte y la miseria.
Los oaxaqueños se encuentran en absoluto estado de indefensión, pues durante seis años fue desgarrada su piel y expuesta a la criminalidad; y todo, por la inutilidad del gobierno que hoy fenece.
Durante el sexenio que termina, Gabino Cué se entregó y se solidarizó con sus amigos quienes en verdad fueron sus peores enemigos, y éstos aprovecharon esa oportunidad para hurtar todo lo que encontraron. No quiero decir que Gabino sea inocente, al contrario.
Por todos los destrozos que hicieron esos sinvergüenzas en nuestra casa, los ciudadanos andamos amedrentados y con mucho enojo.
El uno de diciembre de hace seis años, Cué, nos traicionó, pues nos dejó anclados a sus mentirosas palabras: que se nos haría justicia.
Hoy se va Gabino, y deja un esqueleto por entidad. En su haber carga cientos de muertos y desaparecidos, además de los desplazados. También se deben de contabilizar los feminicidios, los cientos de huérfanos, viudas y familias rotas, cuyo número aumenta sin que se haya hecho una pizquita de justicia.
Aunque lo nieguen los partidos políticos del PAN, PRD, PT y Convergencia, tienen correspondencia con ese horroroso saqueo que le hicieron a los oaxaqueños.
Cuando 50 mil 500 firmas le pidieron a Gabino la renuncia del secretario de Salud, Germán Tenorio, dijo que sólo él tenía la facultad de nombrar y remover a los servidores públicos. Para él fueron más importantes sus amigos que el pueblo. Lo que quiere decir que también es responsable por todo lo que hicieron sus otros amigos, como Jorge “El Coco” Castillo, a quien para protegerlo, lo borró de la página oficial de Internet, después de los audioescándalos donde le daba órdenes a exgobernadores, diputados y presidentes de los partidos que respaldaron a Gabino.
Si Gabino es el responsable de todo lo que hicieron sus amigos en su gobierno, también es responsable de toda la violencia que se desató en la entidad.
Sea lo que sea, nos guste o no, usted, Alejando Murat, decidió enfrentar cada uno de los cientos de problemas para rescatar Oaxaca.
A partir de que usted tome posesión como gobernador, sólo tiene dos opciones: empezar de cero con la ayuda del pueblo, o mal administrar el desastre y llevarlo al ombligo del infierno.
A pesar del dolor del pueblo por las reiteradas traiciones del gobierno de Cué, la ciudadanía sigue con su esperanza abierta. Eso es señal de que todo es posible, de que el corazón de los hombres, incluso el de los más insensibles, espera que un día Oaxaca vuelva al camino de la justicia y de la paz verdadera.
Han pasado los días desde que usted recibió su documento como gobernador electo, y hasta hace dos días dijo algo sobre la justicia para Oaxaca. Dijo que eso no está dentro de su agenda. Pero también habló de la dignidad.
Si usted quiere que Oaxaca recupere su dignidad, sin justicia, no recuperaremos nuestra dignidad. Justicia y dignidad no pueden ir separadas.
La dignidad no tiene nada que ver con el poco desarrollo o con la pobreza de Oaxaca. La dignidad es el ser merecedores de respeto.
El pueblo le dio su respaldo, para que usted llegara a gobernar Oaxaca. Ojalá sus asesores le digan que es necesaria la justicia para sentirnos dignos, porque ya han sido muchas las raterías y sinvergüenzadas de los políticos que le antecedieron.
Usted ha dicho que su sexenio será el sexenio del milagro. Todo mundo sabe que los milagros tardan mucho. Es mucho más efectivo lo que se hace con las manos.
También sabemos que los milagros se hacen desde el corazón. Si usted no tiene corazón para Oaxaca, si usted no siente a esta entidad como suya, si usted no siente indignación por lo que le han hecho a los oaxaqueños, no podemos hablar de dignidad.
La dignidad es el respeto, y la gente respeta a quienes están dispuestos a renunciar a actividades dolosas con el fin de no ofender a otros.
Para hacer un milagro se necesita mucho corazón. Desgraciadamente, el corazón es el más engañoso y perverso que todas las cosas. Podrá decir una cosa y hacer otra. Por eso es primero la justicia, luego el corazón.
Entonces, es tiempo de que registre en su agenda, el tiempo de la justicia, de la dignidad, de la paz, y del verdadero progreso. Después, si usted quiere, hablamos de los milagros.
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