Para resumirlo de entrada, el problema de México con Donald Trump no son los migrantes que huyeron de la crisis mexicana, que en realidad detestan al PRI y que lo culpan de su miseria y en el fondo quieren ser estadunidenses. En realidad, los EE.UU. son el problema uno de seguridad nacional de México… y al revés.
En una relación bilateral que ha sido retrotraída por Trump al Siglo XIX, el gobierno mexicano ha respondido con dos iniciativas, pero ambas excluyentes entre sí y sin atender las variables aún más importantes: Luis Videgaray busca sólo un encuentro de Peña Nieto con Trump para reordenar la relación personal y la canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas de Gortari opera en la agenda de defensa de derechos de migrantes indocumentados en los EE.UU. y la inamovilidad del tratado comercial bilateral.
Pero en esta estrategia más de botepronto y sin escenario estratégico faltan cuando menos dos variables dependientes:
1.- De un lado, el replanteamiento de las relaciones nacionales de México con los EE.UU. en el escenario de la globalización económica y comercial que ha dañado el ejercicio de la soberanía y por tanto de la geopolítica que México tiene pero que se ha negado siquiera a considerar. México arrió sus banderas de historia nacional en aras del tratado.
2.- Y de otro lado, la oportunidad abierta por Trump de revisar el tratado de comercio libre después de veintidós años de operación favorable a los EE.UU., con cuando menos tres decisiones pospuestas por México: incluir el tema migratorio, fijar en México la urgencia de definir modelos nacionales de desarrollo industrial y agropecuario para sacar más ventajas en la globalización y determinar los espacios geopolíticos y de seguridad nacional que tienen a México como un peón pasivo de los intereses estadunidenses y sin poder plantear la agenda de intereses mexicanos en el escenario internacional.
El mundo no se termina en la globalización vigente, sino que en realidad su agotamiento lleva a una segunda fase que debe incluir los intereses nacionales de las naciones dependientes. El presidente Salinas de Gortari inició en secreto la negociación del tratado en febrero de 1990 y sometió los intereses de la nación a una negociación conducida por la Casa Blanca. Los principales operadores del tratado por parte de Washington fueron al mismo tiempo consejeros de seguridad nacional. Por eso el tratado se localizó dentro de las coordenadas de la derrota de la Unión Soviética en 1989, el Consenso de Washington dentro de ese parámetro geopolítico para convertir la derrota socialista soviética en un fortalecimiento del capitalismo estadunidense con la apertura comercial a productos fabricados en los EE.UU.
Del lado mexicano, Joseph-María Córdoba Montoya, Jaime Serra Puche, Pedro Aspe y los jóvenes economistas que luego se convirtieron en representantes de trasnacionales beneficiaras del tratado fueron los negociadores de las exigencias estadunidenses. En este sentido, la presencia de la canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas de Gortari en la relación-reacción con Trump responde a conflictos salinistas de intereses.
La relación de Trump con México durante los próximos cuatro años –y posiblemente ocho por la reelección– no va a ser definida por los migrantes ni por el racismo porque son elementos más mediáticos que estructurales; en realidad, la relación la va a determinar el tratado comercial porque Trump dará prioridad a los intereses estadunidenses desde el enfoque de la economía globalizada como un elemento de seguridad nacional.
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Política para dummies: La política es la sensibilidad para entender la realidad para prever los conflictos, no al revés.
Sólo para sus ojos:
- Un dato preocupante acaba de ser publicado por Los Ángeles Times: ante el cierre de fronteras en los EE.UU. para contener el flujo de migrantes y la amenaza de Donald Trump de deportar sin piedad a los ilegales atrapados, contingentes de centroamericanos que cruzaron la frontera de México con Guatemala se están asentando en Chiapas, algunas zonas de Tabasco y Veracruz y ciudades fronterizas con los EE.UU. para quedarse a vivir, creando presiones sociales imprevistas y sin capacidad del gobierno para atenderlas.
- Y en situaciones de crisis regional, mujeres venezolanas que están padeciendo la pobreza por el fracaso de la política económica del presidente Maduro están cruzando la frontera con Colombia para vender su cabello y usar el dinero en compra de alimentos y medicinas que no existen en su país.
- Y en el tema de migrantes, la canciller alemana Angela Merkel se reeligió al interior de su coalición partidista con el compromiso de endurecer sus políticas contra los migrantes árabes y africanos.
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