* Ante la impunidad garantizada por la ingeniería constitucional a lo único que temen cervalmente todos los gobiernos son a las denuncias de los periodistas y medios que exhiben su desnudez.
* Aun cuando, salvo excepciones las denuncias periodísticas generalmente son desoídas, la mayor sanción a los gobernantes, funcionarios, políticos y empresarios, es exhibir sus miserias humanas.
Es nuestra convicción que la verdad nos hace realmente libres de pensamiento y acción. Y el único contrapeso, real y verdadero, a los abusos de todo tipo de poder son los medios de comunicación.
En mayor o menor medida todos los gobiernos globales, sean derechos o chuecos, capitalistas y socialistas, son equivocadamente enemigos de periodistas y de medios de comunicación masivos.
Ante la impunidad garantizada por la ingeniería constitucional a lo único que temen cervalmente todos los gobiernos son a las denuncias de los periodistas y medios que exhiben su desnudez.
Aun cuando, salvo excepciones las denuncias periodísticas generalmente son desoídas, la mayor sanción a los gobernantes, funcionarios, políticos y empresarios, es exhibir sus miserias humanas.
Ello explica con diáfana claridad porque a pesar de ser adversarios ideológicos, Donald Trump y Nicolás Maduro, coinciden en ser enemigos de los periodistas y de los medios de comunicación.
Guardadas las debidas proporciones, los presidentes de Estados Unidos de América y de la República Bolivariana de Venezuela son dictadores, intolerantes y represores de los periodistas.
A uno y a otro enfurecen las preguntas incómodas de no menos incómodos periodistas como el mexicano, Jorge Ramos, presentador de noticiarios en la cadena norteamericana Univisión.
Fueron a Venezuela a entrevistar a Maduro, pero fueron retenidos en el palacio presidencial de Miraflores, después que el gobernante se molestara por preguntas y vídeos que le mostraron.
El material de la entrevista de Jorge Ramos fue confiscado por el Gobierno de Maduro, dijo el propio periodista en unas declaraciones a la cadena hispana tras salir del palacio presidencial.
Un día después que el equipo de Noticias Univisión sufriera una situación de riesgo, la cadena Telemundo denunció la desaparición de su corresponsal en Venezuela, Daniel Garrido.
El periodista fue secuestrado y despojado de sus teléfonos por aproximadamente ocho horas, así lo dio a conocer la cadena televisora en un comunicado que difundió en sus redes sociales.
No es la primera vez que ocurren retenciones de periodistas en Venezuela, ya que en enero se registraron varias detenciones de trabajadores de la prensa, incluidos cuatro de la agencia Efe.
El Sindicato de Prensa de Venezuela contabilizó en enero 40 agresiones por parte de los cuerpos de seguridad del Estado, sobre todo de la Guardia Nacional, contra trabajadores de la prensa.
El destacado trabajo periodístico del exitoso paisano ha sido objeto por igual de exabruptos de intolerancia de los presidentes Trump y Nicolás Maduro. Es sabido que los extremos se tocan.
Y lo hacen por la simple y sencilla razón que al ser capitalismo y socialismo, hijos bastardos de los padres de la mentira, sus gobiernos temen a la verdad, su haz de luz les ciega, irrita y enloquecen.
Los dos sistemas ideológicos, económicos, políticos y sociales, esclavizan a miles de millones de personas, utilizando a los pobres para explotarles vía el consumismo o la pérdida de la libertad.
Los dos regímenes son en estricto sentido antidemocráticos, pues es una falacia la igualdad que pregonan porque, en realidad, “todos son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.
Ambos sistemas siguen la divisa del libro “Rebelión en la Granja”, escrito por George Orwell en 1945, considerado una de las más visionarias parodias de la dinámica política generada hasta hoy.
Explica la simulación “gatopardista” del cambio de las revoluciones sociales y políticas que giran en torno a sí mismas hasta terminar en el mismo estado que quisieron destruir o transformar.
Autodestruyen a sus profetas o imitan a las clases derrocadas, como el Cerdo Napoleón orwelliano, en una nueva versión del señor Jones, el antiguo explotador, represor y opresor.
Ya antes, por ejemplo, la epopéyica revolución francesa, resultó pariendo nada menos que a un emperador con todo y corona de olivo en su cabeza, a pesar de proclamar la igualdad falaz.
Marianne y su gorro frigio, representaba su aspiración republicana y democrática con la Matria enarbolando sus principios de «Libertad, igualdad, fraternidad», en medio de sus estertores.
Napoleón había sido amigo fiel de los Robespierre, ungido como general de la República y miembro del Directorio revolucionario, luego convertido en Primer Cónsul, Cónsul Vitalicio.
El ex jacobino, devenido en Emperador, se autoproclamó, ante el Papa romano, como Emperador de Francia y luego, Rey de Italia, que ilustra estos estamentos transformistas de héroes, a villanos.
Los padres del pensamiento revolucionario comunista, Marx, Engels, Lenin, terminaron creando monstruos, como Stalin, Pol Pot, Abimael Guzmán, la dinastía de los Kim en Corea del Norte.
Asimismo, el marxismo-leninismo ha generado personajes de culto postmoderno vendidos como semidioses como Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y, por supuesto, López Obrador.
Estos semidioses han terminado a su vez, imitando a los déspotas que derrocaron, Batista, Somoza, Carlos Andrés Pérez o girando 360 grados desde sus posiciones revolucionarias.
Por ejemplo, lo que hizo Mijaíl Gorbachov en la URSS de 1985 a 1991 tratando de plantear reformas de reversión cuando ya era tarde, ahora, lo está haciendo Raúl Castro en Cuba.
Raúl, el hermano incómodo del dictador cubano está tratando de enmendar a destiempo los errores históricos de su hermano Fidel Castro y del grupo dirigente “histórico” en ese país.
Por el ritmo de los ajustes, pronto Cuba volverá a ser de manos de los “comunistas” cubanos, en el crucero del Caribe de Estados Unidos, pese a la sangre, sudor y lágrimas de tres generaciones.
Más allá de la división de poderes constitucionales, en los Estados de derecho democrático, son contrapeso, particularmente, los medios impresos de la prensa, es decir, periódicos y revistas.
Y lo son por su fácil conservación, accesibilidad y permanencia a grado tal que, a lo largo del tiempo han pasado a formar parte de los anales de la historia desde que apareció la imprenta.
Es innegable la irrupción de los medios digitales y, sobre todo, de las benditas redes sociales, sin embargo, sigue siendo materia de discusión si ante todo éstas hacen o no periodismo ciudadano.
No menos importante es el impacto visual de la televisión y la penetración de la radio en una sociedad mediática como la actual, no obstante a las imágenes y palabras se las lleva el viento.
alfredo_daguilar@hotmail.com
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