A pesar de los marcados contrastes, personales e ideológicos, que se pueden distinguir claramente en cada pre candidato presidencial; la única coincidencia entre ellos, hasta ahora, es abordar en sus apariciones públicas los temas prioritarios que interesan sobremanera a toda la sociedad mexicana: seguridad pública, combate a la pobreza, estabilidad económica y certeza en la procuración de justicia.
Ellos, los que más atenciones y expresiones acaparan. Desde ángulos diversos y ópticas extremas. Permanentemente observados y seguidos de cerca. Analizando y digiriendo el contenido de sus palabras. Observando sus características a detalle y reflexionando sobre sus perspectivas individuales.
La sustentabilidad que esperamos escuchar en cada una de sus propuestas, en ocasiones genera más incertidumbre que confianza. Lo anterior, es resultado del desconocimiento exhibido ocasionalmente para afianzar lo que en el discurso se oferta; lo cual, en el análisis objetivo de un amplio sector del electorado, jamás encontrará sustento ni respaldo. Pero, no por ello se debe perder de vista que en todo proceso electoral se presentan y conjugan todo tipo de consideraciones y circunstancias determinantes. Y el día de la jornada electoral, sencillamente gana el que contabiliza más votos.
Hoy, ante el deplorable flagelo de la impunidad y la corrupción, que tanto daña e insulta a nuestra población en general; obliga a que este tema sea catalogado como una prioridad nacional. Sin embargo, a pesar del rechazo absoluto que los pre candidatos manifiestan al respecto en sus múltiples apariciones, hasta ahora ninguno se atreve a dar ese primer paso que conduzca al acercamiento civilizado de todos. Encauzar, en igualdad de circunstancias, un encuentro histórico que permita suscribir públicamente que, indistintamente de quien resulte vencedor en los comicios del próximo 1 de Julio, se obligará a cumplir de forma puntual e inmediata todo lo acordado sobre este tema en particular. Propiciando e impulsando, de manera paralela, la firma de otro documento con idéntico contenido entre todos los candidatos aspirantes al Congreso de la Unión. Involucrar a estos últimos, tal como a los primeros, propiciaría una percepción favorable de enorme magnitud. Ya que a ellos, los legisladores electos, les correspondería la aprobación de la citada iniciativa y elevarla a rango constitucional de Ley. Un ordenamiento legal donde se plasmen y fundamenten detalladamente las severas sanciones administrativas y penales a todo servidor público que incurra gravemente en los citados delitos. ¿Quién o quiénes serían los indicados para formular tal propuesta? Los más prestigiados juristas que gocen del respeto, reconocimiento y respaldo solidario; entre la honorable comunidad de Abogados de México.
En la actualidad, todos tenemos muy claro que los cambios profundos que nuestra nación requiere ameritan contar con el mayor respaldo posible entre los protagonistas principales de la escena nacional. Un consenso basado en equilibrios y convicciones conjuntas. La trascendencia a un acto de este tipo, fortalecería nuestra convivencia interna y proyectaría una robusta solidez social y política en el ámbito internacional. Lograrlo, requiere dejar de lado la confrontación estéril y la crítica compulsiva hacia aquellos partidos políticos distintos a los que representan. Recordando, sin excepción alguna, que es precisamente a los partidos políticos que la mayoría de aspirantes representan; a quienes se les atribuye esa dosis de reconocimiento o responsabilidad compartida en el acontecer cotidiano de nuestro sistema democrático vigente.
Un aspecto básico a considerar, es que ni los más sólidos y convincentes planteamientos para alcanzar un rumbo nacional con certeza, puedan contar con el respaldo popular necesario mientras prevalezcan esas enormes dudas que urgen atenderse e iniciar con voluntad manifiesta lo más inmediato posible. El mejor ejemplo a lo anterior, se refleja en las recientes encuestas de medición electoral: proporcionando una tendencia del 32% al pre candidato presidencial puntero. Un porcentaje que, visto desde el otro lado de la moneda, significa que más de las dos terceras partes de los votantes inscritos con credencial de elector no comparte su visión ni proyecto. Un 68% para ser exactos.
Es importante destacar que las elecciones de este 2018 serán concurrentes. Esto es, además de la elección de Presidente de la República, elegiremos Senadores, Diputados Federales y Diputados Locales. Y, con una relevancia indiscutible, a quienes despiertan el mayor interés por cercanía, conocimiento y respuesta inmediata a los ciudadanos de su comunidad: las autoridades municipales.
En Oaxaca, al igual que en todas las demás entidades federativas, las elecciones municipales bajo el régimen de partidos políticos trascienden por la pasión, alta competitividad y amplia participación ciudadana. En estos procesos, cómo en ningún otro, la igualdad y equidad de género son un mandato de ley indeclinable. De ahí, la trascendencia que arrojen los resultados electores de estas contiendas locales. Cierto estoy, que la incidencia de esas cifras podrían llegar a desquiciar en una escala inimaginable las actuales encuestas de opinión sobre todas las candidaturas en contienda. Al tiempo.
Bajo el apremiante contexto de equilibrios que nación, estados y municipios requieren; en la continuidad agobiante de divergencias extremas entre los aspirantes presidenciales; con los extenuantes forcejeos internos y la incertidumbre por conocer los nombres de todas las personas a contender por las candidaturas en juego, el escenario de tensión política sigue en aumento. La atención de un significativo porcentaje de votantes, en este momento se muestra contrariada e incluso indiferente. La expectativa presente, obliga a revertir ese sentimiento creciente de apatía, hartazgo e incredulidad. Ojalá, por el bien de todos los mexicanos, se logren reorientar adecuadamente los mensajes y las campañas. Para nosotros, los electores, tales acciones nos permitirán fortalecer ese criterio determinante que requiere la efectividad del sufragio.
Que nuestro estrés, se convierta en Mezcal.
Una recomendación esencial, para cuando entremos a cualquier tipo de negocio expendedor de Mezcal a probar una copa; es solicitarle al mesero que la bebida se sirva frente a nosotros y nos preste la botella por unos segundos para poder observar detalles elementales en la etiqueta del envase: la graduación alcohólica; lugar de origen; tipo de Mezcal; variedad de agave; constatar que cumple con lo establecido por la Norma Oficial Mexicana y el nombre del Maestro Mezcalero que lo elaboró. Además, si el envase no ha sido abierto, se debe apreciar sin alteración alguna el marbete de hacienda y un holograma del Consejo Regulador del Mezcal.
En caso de no contar con la información descrita, se corre un alto riesgo de que usted pueda consumir una bebida con alcohol adulterado. Por eso, así sea un establecimiento prestigiado al que usted ingrese, siempre procure verificar estas medidas de autenticidad y seguridad por el bien de su salud. Hay ciertos lugares que, infortunadamente, continúan ofreciéndole el “mezcal de la casa”. Un destilado que, de inicio, no ofrece la certeza absoluta de que sea mezcal ni exenta el riesgo de ser un producto adulterado. Al no contar una marca debidamente registrada, el propietario del negocio evade el pago de impuestos y, no obstante, se lo pueden cobrar a un alto precio. Casos así, para infortunio del Mezcal y de toda su cadena productiva, aún hay muchos.
Afortunadamente, cada día se van agregando más establecimientos a la venta de Mezcal con Marca Registrada y que cumplen con todos los requisitos necesarios. En próximas colaboraciones, me permitiré sugerir algunos de estos sitios. Muchos de ellos, muy probablemente ya los conoce. Y si no, cuándo usted decida visitarlos podrían llegar a convertirse en alguno de sus sitios favoritos.
Gracias, como siempre, por la gentileza de su lectura.