Cambio climático ¿el principio del fin?: Raúl Castellanos

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Donald Trump firmó una Orden Ejecutiva revirtiendo (desmantelando es un término más correcto) la política medioambiental emprendida por su antecesor Barack Obama. No es una afirmación desmedida suponer que se trata del principio del fin de un ciclo de la humanidad que desatará catástrofes naturales de proporciones inimaginables, algo que, permítanme decirlo con énfasis, el fascista de Trump no entiende.

Se trata de retirar todas las disposiciones que normaban la reducción de emisiones contaminantes. La nueva política, enmarcada en la “Orden Ejecutiva de Independencia Energética”, tiene el objetivo de eliminar el Plan de Acción del Clima; tal decisión –además- pone en riesgo, por no adelantar que cancela, los compromisos adquiridos por Estados Unidos con la firma del “Pacto de París”, ratificado apenas el año pasado por 195 países.

Será ahora la paradójicamente llamada “Agencia de Protección Ambiental” la responsable de redactar y poner en práctica nuevas regulaciones para las plantas energéticas que funcionan utilizando energías fósiles, en especial el carbón. Cabe mencionar que, aún sin entrar en vigor, se pretendía reducir las emisiones en un 30% para 2030 con respecto a los niveles de 2005; por supuesto este objetivo queda eliminado en la práctica.

Con el argumento de que la administración de Obama implementó una “guerra contra el carbón” y “devaluó a los trabajadores” con sus políticas “limpias”, la Casa Blanca considera que tales decisiones operan en contra de la industria. Según un asesor de Trump “los límites a las emisiones contaminantes impiden la creación de nuevos y diversos empleos y perjudican la economía; por lo que es necesario y urgente recupera la independencia energética de Estados Unidos y no aplicar políticas que pongan en riesgo la economía”.

Como si se tratará de una decisión menor, contradiciendo estudios de científicos plenamente validados con datos contundentes sobre el riesgo de no encarar el Cambio Climático de forma responsable, los “gurús” ambientales del estólido Trump argumentan que “se puede responder al Cambio Climático sin dañar la economía gracias al carbón limpio, la energía nuclear e incluso las renovables”.

La nueva orden ejecutiva, según nota de El País, incluye “la eliminación de varias moratorias impuestas por su antecesor, así como la apertura de un periodo de estudio para determinar si las restricciones a la contaminación son necesarias. La directiva de Trump también indica que las agencias gubernamentales ya no estarán obligadas a considerar las consecuencias ambientales de sus regulaciones, levanta una moratoria en los permisos para explotaciones de carbón en terrenos federales, promueve la explotación de gas y petróleo en territorio federal y elimina los límites a la controvertida técnica del fracking”.

Como se advertirá, la decisión del inquilino de la Casa Blanca sólo valida sus promesas de campaña. Para Trump, el calentamiento global es una “invención china”; en consecuencia y en atención a que el “hombre” nada puede hacer contra el cambio climático que es un fenómeno natural, se recortará un tercio del presupuesto en materia ambiental y –desde el principio de su gobierno- nombró como Secretario de Estado, al ex presidente de Exxon Mobil, la mayor petrolera del país.

En este contexto, vale la pena repasar algunas de las consecuencias que en la actualidad ya provocan la quema de combustible fósiles que generan dióxido de carbono y otros gases efecto invernadero, los cuales están propiciando un calentamiento global acelerado. Científicos de todo el mundo concluyen que durante los últimos cien años la temperatura del aire superficial aumentó en promedio 0.6 grados Celsius (1.1 grados F).

Consecuentemente, el nivel del mar está aumentando. Durante el siglo pasado aumentó cerca de 15 centímetros (seis pulgadas); se predice que el nivel del mar podría subir en el presente siglo hasta 59 centímetros (23 pulgadas), destruyendo comunidades costeras, pantanos y arrecifes.

El hielo del Mar Ártico se está derritiendo, su grosor en verano es cercano a la mitad de lo que era en 1950; el hielo que se derrite está provocando cambios en la circulación del océano y acelera el calentamiento del Ártico; los glaciares y la capa permanente congelada se están derritiendo; la lámina de hielo en Groenlandia está sufriendo el mismo efecto.

Las temperaturas de la superficie del mar se están elevando. Ello ha provocado la muerte de casi un cuarto de los arrecifes de coral del mundo, incluyendo los animales coralinos; la temperatura de los lagos mayores también aumenta desproporcionadamente; en contraparte se presentan lluvias intensas que provocan inundaciones catastróficas y la sequía la extrema ha aumentado, provocando muerte y destrucción.

Cosechas se pierden, la productividad agrícola ha descendido, el riesgo de hambruna crece; en un futuro cercano se prevé carencia de alimentos con implicaciones sociales mayores; los ecosistemas están cambiando a medida que las temperaturas aumentan; las especies tienen que migrar a lugares más fríos o morirán; los animales polares corren grave peligro; el calentamiento ha provocado cambios en la sincronización de las estaciones; los huracanes han cambiado de frecuencia y fuerza; las olas de calor son más frecuentes.

Todo lo anterior está referido a las consecuencias naturales; capítulo aparte merecen las consecuencias que el cambio climático ya está provocando en la convivencia humana; sólo por mencionar uno de los grandes problemas que ya cobró vigencia, el del agua.

75% del planeta tierra está constituido por agua; pero 97.5% de ella es salada y sólo el 2.5% es agua dulce, que está situada en los casquetes polares, los ríos, los lagos y acuíferos interiores; pero del agua dulce sólo es rescatable el 0.26%; el resto está en lugares realmente inaccesibles, en las profundidades de la tierra, en las nieves de las cordilleras, en los casquetes polares.

Esta escasez de agua va a llevar a una lucha brutal por la subsistencia, no es aventurado pensar que sobrevendrán guerras entre Estados por el agua; habrá caos, anarquía y profundos conflictos de gobernabilidad.

Por ello, no es un juicio menor afirmar que Donald Trump está poniendo en riesgo la subsistencia del género humano. En la acción conjunta de todos está el frenar, detener está aventura que amenaza destruir el planeta tierra.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh