Calenturas políticas: Mario Arturo Mendoza Flores

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Hay un relato de la mitología griega que a mí me parece sumamente fascinante, mismo que suele aplicarse a aquéllos personajes que no saben reconocer los tiempos en los que se desenvuelven o quienes por la emoción del momento en que viven, se olvidan de él. También suele aplicárseles a quienes obteniendo una victoria enseguida pierden el piso y se alejan de la realidad que les precedía; a ésta metáfora se le conoce como el “Síndrome del Ícaro” y es la siguiente: Luego de que el Rey Minos encerró al arquitecto e inventor Dédalo y a su hijo Ícaro en el laberinto de Creta donde la única forma de escapar era volando, ansioso de recobrar su libertad Dédalo construyó dos pares de alas con plumas y cera, durante lunas y lunas enseñó a su hijo Ícaro a utilizarlas y lo colmó de consejos, el más importante qué en cuanto saliera del laberinto buscara aterrizar en un lugar seguro y que no volara demasiado alto, porque el volar cerca del sol haría que la cera se derritiese. Dédalo también aconsejó que no volase demasiado cerca del mar, porque las plumas se mojarían. El día de la huída  llegó e Ícaro logró escapar del laberinto pero al sentir el aire y la maravillosa sensación de volar se olvidó de los consejos de su padre y voló tan alto que el sol derritió sus alas y se precipitó al océano donde murió.

 

Traigo a colación dicho relato, ya que resulta por demás evidente que a nivel nacional y recientemente a nivel estatal se comienza a tener una competencia –a mi percepción—adelantada y por ello sumamente desgastante para obtener las nominaciones para las candidaturas que habrán de contender por un puesto de elección popular en el año 2012. Lo anterior a pesar de que el calendario electoral establece el mes de octubre como fecha para iniciar el proceso correspondiente que habrá de concluir con la elección de Presidente de la República, Senadores y Diputados Federales. El riesgo de ello, es que por querer adelantarse a los tiempos, algunos de ellos como Ícaro, no lleguen a su destino final.

 

Recuerdo que un personaje a quien mucho respeto, me compartía que el político debe ser como el músico de la sinfónica, que debe estar muy atento para identificar el momento adecuado para su participación, de la misma manera en que debe tener la capacidad para retirarse cuando ya no sea su tiempo; pues sólo de esa manera se logrará una hermosa melodía. Por el contrario, si no se tuviera la capacidad de identificar cuál es el momento adecuado para hacerse notar, se corre el riesgo de echar a perder todo un trabajo que generalmente no es de uno solo, sino de todo un equipo y con ello ganarse el repudio de los asistentes. En el arte de la política las cosas no suelen ser muy distintas, aunque con frecuencia pareciera que no hay un director que les ayude a marcar los tiempos.

 

Por eso  considero que lo que debería ser un proceso interno de los partidos políticos, se ha convertido en una pre pre campaña abierta, sin reglas y sin más límite que se haga en días no laborales por parte de los aspirantes; propiciando con ello que los mexicanos estemos inmersos en un bombardeo de mensajes y de información que lejos de ayudarnos a discernir hacia donde queremos transitar en los próximos años, sólo nos genera confusión y rechazo hacia esos personajes que están convencidos de la frase de que “Al que madruga, Dios lo ayuda”. Y conste, eso sucede en todos los institutos políticos con registro: en el PAN, en el PRI, en el PRD, en el Movimiento Ciudadano, entre otros. Suficiente con releer los nombres de quienes aprovechando sus ratos libres se andan “placeando” entre el electorado, rayando incluso en la realización de actividades que hasta hace poco no hacían como asistir a los informes de gobierno, rendir informes de actividades e inaugurar obras al por mayor. Lo importante es que la gente los vea, no importando que descuiden las actuales responsabilidades a las que fueron electos.

 

Del PAN aparecen Josefina Vásquez Mota, Santiago Creel, Ernesto Cordero, Alonso Lujambio y Emilio González. Del PRI Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto, mientras que por los partidos de la izquierda mexicana están Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López. Todos en mayor o en menor medida, con mayor o menor respeto a la ciudadanía, con mayor o menor tacto político se están adelantando a los tiempos electorales exhibiendo sus deseos por ser considerados para “la grande” para el próximo año. Como se dice en el argot, están elevando la temperatura con sus “calenturas política”. Por lo que como el Ícaro de la historia, algunos comienza a volar muy alto, con el riesgo de que sus alas comiencen a derretirse.

 

Por momentos se les olvida que la mejor manera de promocionarse es trabajando con responsabilidad y entregando resultados positivos a favor de quienes en algún momento les depositaron sus confianza a través del voto o por medio de una designación de trascendencia en alguna posición de gobierno. Sólo Andrés Manuel no tiene esa obligación actual de cumplir de tiempo completo una responsabilidad pública. Con su actuar, lo único que están generando en los estados, es como se dice coloquialmente “se comience a alborotar el gallinero” cuando lo que hoy demandan los ciudadanos es que cada quien cumpla cabalmente la función en la que se encuentra. Por mucho que insistan en adelantar los tiempos, no será sino hasta el principio del próximo año cuando comiencen a darse las primeras definiciones al respecto.

       

En Oaxaca por cierto, ya hay quienes están ansiosos por comenzar a agitar las aguas bajo el supuesto de que a “río revuelto, ganancia de pescadores”. Los oaxaqueños demandamos trabajo comprometido a favor de la paz y el progreso de nuestro estado, por lo que aquéllos que comienzan a  padecen de “calentura política” bien harían en asistir al médico para que les recete un calmante que les permita esperar los tiempos adecuados y no entorpecer el desarrollo de nuestro estado.   

Twitter: @Mario_Mendoza_F