Rezan las consejas populares que “cuando las comadres pelean, aparecen las verdades, riñen los diablos y se descubren los hurtos”. Cuando parecía que todo ya estaba visto con el “affaire” Barrales vs Barbosa (filtración incluida del “depa” con vista al mar); de pronto surge un muy ilustrativo intercambio de epítetos entre el Comandante Supremo de la “Band of Brother’s”, en plena campaña reeleccionista y el “hermano incomodo” del gobernador de Coahuila.
Como dos buenos fajadores, Felipe Calderón y Humberto Moreira se dijeron de todo y sin medida, evocando su poco tersa relación cuando ambos dirigieron en mala hora los destinos de sus gobernados, el Estado mexicano y el norteño con capital en Saltillo.
Sólo para contextualizar, vale la pena recordar un estudio realizado por investigadores y especialistas del CIDE: “Los grupos del narcotráfico crecieron más de un 900% durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa. Pese a la estrategia de enviar al ejército a las calles a combatirlos, en ese mismo sexenio se disparó por arriba del 2000% la tasa de civiles muertos en enfrentamientos; en el 2007 operaban en el país 20 organizaciones criminales, tres años después, en 2011 ya se encontraban en plena actividad más de 200 grupos criminales, que sólo en ese año estuvieron implicados en más de 1000 enfrentamientos”.
Los analistas calcularon que cada enfrentamiento adicional protagonizado por la Secretaría de la Defensa Nacional, representó un incremento del 8% en los homicidios en el trimestre inmediato al evento y del 3% en el año inmediato. Los estudios concluyen que entre 2007 y 2011 se registraron un total de 3327 combates entre las fuerzas armadas federales con células delictivas, más del 84% de dichos incidentes fueron propiciados por los propios soldados o policías y el resto fue en respuesta a una agresión directa.
Se concluye que la guerra de Calderón condujo a la fragmentación aún más de las organizaciones criminales, produciendo más violencia; en especial un efecto “colateral” de la cruzada calderonista lo fue el aumento de agresiones a periodistas y en general a la libertad de prensa. Uno de los análisis denominado “Voces Silenciadas”, revela además del incremento de homicidios de periodistas durante el calderonato, que el 63% de ellos ocurrieron en municipios donde había una disputa entre grupos criminales.
Por su parte, Humberto Moreira fue gobernador de Coahuila de diciembre de 2005 hasta enero de 2011, en que pidió licencia para asumir la dirigencia nacional de su partido. Eran los tiempos en que se le reconocía como un eficaz operador político, “echado para adelante” en la confrontación y el debate. Su alianza con quien se perfilaba como el candidato presidencial lo colocaba en la mejor posición de cara al futuro; recuerdo alguna vez haber escuchado a uno de sus colaboradores “ubicarlo” como el siguiente Secretario de Gobernación y luego “lo que viniera”.
Y lo que vino a partir de agosto de ese año fue la filtración de la Secretaría de Hacienda, a cargo de Cordero, incondicional de Calderón, de que el gobierno de Coahuila, encabezado por Humberto Moreira, había adquirido una deuda de más de 30 mil millones de pesos y peor aún, lo había hecho en condiciones poco transparentes.
Como parte de la investigación, el responsable del Sistema de Administración Tributaria de Coahuila, Héctor Javier Villarreal, fue detenido el 29 de octubre de 2011 por haber participado en la contratación irregular de créditos con los bancos Santander y del Bajío, utilizando para ello documentación falsa, consistente en dos decretos falsificados que autorizaban por parte del Congreso la contratación de deuda a largo plazo. Las cosas se complicaron para Moreira de tal manera que no le quedo de otra más que renunciar a la dirigencia del PRI en abril de 2102 para no afectar, como ya estaba sucediendo, la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.
Como se advertirá Moreira y Calderón son “viejos conocidos”, por lo que recién a propósito de la presencia de Felipe en la tierra de Humberto, como buenos “Tipos de Cuidado” que son, se dedicaron algunas coplas muy al estilo de aquellas que hicieron famosas Pedro Infante y Jorge Negrete; “en una mañana de oro, alguien nublaba el paisaje, eran un cuervo y un loro, arrancándose el plumaje, hay que recordar el pasado que la culpable es la grilla, Humberto y Felipe mezclados son fulleros de a de veras”.
Ya en la guerra (la otra, la de declaraciones) Calderón aseguró que cuando estuvo a cargo de la presidencia, envió elementos de la Marina a combatir la delincuencia organizada en Coahuila; no obstante, el entonces gobernador Humberto Moreira le reclamó que los retirara con el contundente argumento de que “en Coahuila no había mar”.
Tirando al monte, acusó “los principales líderes del crimen organizado vivían en el estado y vivían muy a gusto. En Coahuila vivía el Z40, El COSS, el Z42; yo personalmente le dije a Humberto que el fiscal que estaba a sus órdenes tenía implicaciones con la delincuencia, dijo que no lo iba a mover hasta que hubiera pruebas judiciales y luego aparecieron los sobres de la nómina de los grupos que le pagaban a familiares cercanos de este fiscal”.
La respuesta de Humberto Moreira llegó de inmediato “Felipe Calderón es un mentiroso, tendría que investigarse a él, yo le advertí a tiempo de la relación de su compadre Guillermo Anaya, -hoy flamante candidato del PAN a la gubernatura- con Sergio Villarreal ‘el Grande’ y se hizo tarugo, se hizo ojo de hormiga; está mal Calderón, tanto daño le ha hecho su vicio. Él fue la vergüenza nacional, es un bocón y un mentiroso”.
Por supuesto, no podían faltar las revelaciones electorales. Calderón argumentó “pobre –Humberto- es tan malo, tan malo, que ni en el PRI lo quieren, por eso se está postulando por otro lado”; el revire fue de los que calientan “en las elecciones de 2006 Andrés Manuel López Obrador obtuvo el triunfo, no obstante Felipe Calderón usurpó su lugar”. ¿Así o más claro?
Como se advertirá, los dos ex presidentes (de la República y del PRI) dan pena ajena; muestran parte de las miserias que han pervertido a la política y a una buena parte de la clase política en nuestro país, e incluso sus revelaciones podrían implicar responsabilidades, si no jurídicas, sí políticas, electorales y frente a la historia.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh