De siempre he sostenido que la judicialización de los procesos electorales es uno de los factores que ha contribuido al deterioro de la calidad de la democracia en nuestro país. Por si faltara una “joya de la corona” para validar tal percepción, ahí está el fallo del TEPJF que permite al personaje conocido como “El Bronco” acceder a la boleta de candidatos a la presidencia de la República, cuando debería estar respondiendo ante la Fepade por los delitos cometidos en la recolección de las “supuestas” firmas que lo “avalaron”.
Para que no quede duda de las huellas del Bronco, ayer en su columna Joaquín López Doriga dio los datos duros del fraude de proporciones escandalosas: “Del total de 2 millones 34 mil firmas que presentó, 849 mil 937 eran auténticas –se necesitan 864 mil 536 que no reunió- y 1 millón 184 mil 466 resultaron falsas. Más de esa mitad de las firmas, 58 por ciento, resultaron apócrifas, 810 mil no estaban en el padrón electoral, 158 mil fueron simuladas. Usó 205 mil 721 fotocopias y la captura en una sola madrugada en un solo domicilio de otras 200 mil, esto además de irregularidades en el manejo del dinero, casi 3 millones de pesos no reportados y la utilización de funcionarios del gobierno de Nuevo León que recolectaban en días y horas hábiles”.
Aún así, en un fallo “histórico”, cuatro de siete magistrados fallaron a favor de Rodríguez argumentando que no hacerlo “violentaba los criterios de la Corte interamericana de Derechos Humanos y el debido proceso”. Lo cual, además de ser una aberración jurídica, viola flagrantemente el debido proceso de la lógica más elemental. Janine Otálora, que votó en contra, defendió la actuación del Tribunal y negó presiones para avalar tal candidatura y precisó “lo que ordena la sentencia es que el INE, una vez que se hayan revisado los requisitos, en caso de que se cumplan los demás requisitos , registre al candidato” y respecto a la falsificación de firmas dijo “en la sentencia no se prejuzga sobre si hubo fraude o hubo trampa”.
En este escenario, el Consejo General del INE, en un acalorado debate, acató la resolución del Tribunal Electoral de avalar el registro de Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón como candidato independiente; destacando el cúmulo de irregularidades en que incurrió, entre ellas el revivir a personas muertas. Con ironía, el Consejero Ciro Murayama apuntó la necesidad de confirmar si algunas de las y los siete mil fallecidos “había resucitado”, además de que 266 mil registros estaban duplicados con el mismo nombre y la misma clave de elector.
Para concluir, el INE en total desacuerdo con el TEPJF precisó “acatamos pero no renunciamos al cabal ejercicio de autonomía e imparcialidad”. Mismo que ya validó interponiendo una denuncia contra “El Bronco” en la Fepade por los delitos de fraude en las firmas y demás que lleguen a configurarse.
Por su parte, “El Bronco”, engallado, amenazó con “demandar” al INE por “denigrar su imagen”; anunció que va contra su “rival más débil”, o sea López Obrador; y de inmediato “elevó” el nivel del debate al afirmar: “al huevón nada, no haré programas asistencialistas, no estoy de acuerdo con que Andrés Manuel regale los impuestos que yo pago. El asistencialismo y el populismo destruyen al país”. Por supuesto omitió el “asistencialismo” empresarial que recibe para financiar su “modesta campaña”.
En este escenario, la incorporación de Jaime Rodríguez a la contienda por la Presidencia de la República es un cohete al aire del que todavía no sabemos a quién le caerá del cielo, a qué candidato perjudicará o beneficiará. Lo que queda claro es que desafortunadamente no es una incorporación que inserte categoría y calidad a la democracia y al debate de los grandes problemas nacionales.
Su carencia argumentativa, su lenguaje abiertamente misógino y su nulo proyecto de país nos anticipan estar en la antesala de un candidato que estorbará y enturbiará los debates y el proceso electoral, ya complejo y complicado en general.
Ante ello, el electorado no debe dejarse engañar. Independientemente de que esté en la boleta, las mañas con las que el Bronco llegó son razón suficiente para que, en otro país, se le hubiera imputado una causa penal en lugar de otorgarle un registro como candidato a la presidencia.
Tratemos de aislar su narrativa pintoresca y ramplona para poner atención a las propuestas de los candidatos que realmente están compitiendo. Dejemos que la votación del primero de julio sea la evidencia de la intrascendencia de su candidatura, para que regrese a mal gobernar el estado que en mala hora esperanzó y defraudó a sus ciudadanos.
Es viernes. “¡Hoy toca!” Diría Germán Dehesa.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh