López Obrador prometió durante su campaña a la Presidencia rescatar a la empresa, aunque sus acciones pueden tener el efecto contrario.
Para tener una idea de lo preocupados que están los inversores por Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México y quien tomará protesta el próximo 1 de diciembre, basta echar una mirada a Pemex. Su deuda a 20 años se desplomó a 82 centavos de dólar en sólo tres semanas, y esta es la empresa que López Obrador prometió salvar.
Pero Pemex no está solo. La deuda vendida para financiar el ahora cancelado Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) son los bonos cuasi soberanos de peor rendimiento del mundo durante este trimestre, mientras que los emitidos por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) también se han desplomado.
Sin embargo, la empresa petrolera supera a ambos: su deuda asciende ahora a más de 106 mil millones de dólares.
Es una situación extraordinariamente gráfica de lo mucho que López Obrador ha sacudido al mercado financiero en México desde que comenzó a intensificar su retórica populista después de su victoria el pasado 1 de julio.
Además, Pemex tiene otra razón para estar nervioso: los precios del crudo se desplomaron más de 6 por ciento durante la jornada del martes y acumulan un descenso de 7.7 por ciento este año.
“Pemex es el crédito más vulnerable en México en este momento”, afirmó Shamaila Khan, directora de deuda de mercados emergentes de AllianceBernstein en Nueva York.
“Pemex tiene una estructura de capital muy grande, tiene una calificación que está al borde de caer bajo el grado de inversión, y las políticas de López Obrador son muy inciertas con respecto a la reforma energética”, explicó.
La decisión que tomó el presidente electo a finales de octubre de cancelar la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, un proyecto de 13 mil millones de dólares, tras la celebración de una consulta ciudadana impactó a los bonos y despertó la preocupación de que otros proyectos públicos podrían estar en peligro.
Relacionado con este punto, el equipo del presidente entrante presentó la semana pasada la boleta por la que se someterá a votación el dar luz verde o no a 10 proyectos de la administración entrante, que incluyen la construcción del Tren Maya.
Pemex, que emprendió un camino de apertura a los mercados internacionales durante el Gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, estaría particularmente en riesgo pues la promesa de López Obrador de reducir los salarios de los empleados públicos también ha aumentado los temores de una salida masiva de la empresa.
“Es una tormenta perfecta entre el avance del concepto de las consultas en México combinado con los requerimientos de capital de Pemex”, señaló William Perry, gerente de cartera de Stone Harbor Investment Partners en Nueva York.
“Después de ver lo que pasó con el aeropuerto de México y, en última instancia, con los bonos del aeropuerto, los inversores se muestran particularmente cautelosos sobre lo que vendrá”, dijo.
Lo más sorprendente respecto de la presión sobre la compañía es que durante su campaña, López Obrador prometió rescatar a Pemex. Ahora, ese plan está en duda.
El presidente electo quiere elevar el gasto, potencialmente aumentando la deuda que ya supera a cualquier otro prestatario corporativo latinoamericano y revirtiendo su estrategia de reducir el nuevo endeudamiento.
Aunque López Obrador se comprometió a revertir casi 14 años de disminución de la producción petrolera de Pemex, prometiendo 75 mil millones de pesos para buscar el aumento de la producción de petróleo en 600 mil barriles diarios durante los próximos dos años, los inversores no están convencidos.
Por un lado, el futuro titular de Pemex, Octavio Romero, carece de experiencia en la industria petrolera, y el personal directivo que podría ayudar a ‘dirigir el barco’ se está retirando ante la preocupación de que la administración de López Obrador recorte los salarios mediante una nueva ley.
Además, el nuevo Gobierno pretende revertir las reformas petroleras de 2014 que fueron diseñadas para atraer la inversión privada y permitir que Pemex reciba apoyo financiero y técnico de sus socios.
El mandatario electo además ha dicho que suspenderá las nuevas subastas de petróleo y revisará los 107 contratos de exploración y producción ya adjudicados en licitaciones anteriores.
Otro factor que se suma a los problemas es la caída mundial del crudo, que amenaza con revertir la tan necesaria recuperación del precio del petróleo para Pemex, que se vio obligado a despedir a cerca del 16 por ciento de su personal desde 2015 y a suspender nuevos proyectos para reducir costos.
Los precios del petróleo alcanzaron el martes un nuevo mínimo para el año, tras caer más del 6 por ciento en Nueva York y Londres, lo que suscita dudas sobre el compromiso de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) con los recortes de producción y la escalada de la tensión comercial.
Algunos analistas temen que en lugar de enfocarse en cómo abordar la compleja situación del crudo, la administración entrante de López Obrador persiga en cambio una nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco, de varios miles de millones de dólares que drenará recursos y desviará el negocio principal de Pemex.
Además, el mandatario electo comentó que pretende suspender las exportaciones de petróleo para centrarse en abastecer a las seis refinerías de México, que están operando al nivel más bajo en cerca de un cuarto de siglo.
Prometió 50 mil millones de pesos para aumentar la capacidad de refinación y otros 50 mil millones de pesos para una nueva planta en su estado natal de Tabasco, en caso de que los mexicanos la aprueben en la consulta ciudadana de los próximos 24 y 25 de noviembre.
Fuente: elfinanciero.com