El avión presidencial que llegará en diciembre tendrá protección contra espionaje.
El 18 de septiembre de 2014, la Secretaría de la Defensa extendió el contrato con la empresa The Boeing Company, firmado en 2012, para garantizar que la aeronave cumpla con “medidas físicas de contrainteligencia”.
“El proveedor garantiza que entregará la aeronave al usuario final sin la instalación de equipo que ha sido alterado en su configuración original para hacerlo vulnerable al espionaje o usos similares, extendiéndolo a todas las formas de comunicación y tecnología de la información”, señala el contrato, del que REFORMA tiene copia.
“(La empresa) garantiza que el único equipo instalado en la aeronave serán las disposiciones técnicas (que Sedena establezca)”.
De detectarse algún equipo de espionaje, el proveedor no sólo será castigado con la ley aplicable, sino que deberá asumir el costo por el daño moral o físico contra el usuario final, que es el Presidente, su equipo o demás bienes.
Boeing sólo entregó el “cascarón” y los militares lo están equipando, bajo el mando de Fernando Ávila Lizárraga, director de Administración del Ejército.
La empresa otorgará hasta mil horas de apoyo en ingeniería para adecuar el interior, y entregará todas las licencias de software empleadas.
De las mil páginas que contiene el contrato, el Gobierno federal, sólo dio acceso a 189, y el resto, que contiene información comercial, financiera y militar de la aeronave, se reservará por 12 años.
Fuentes del Estado Mayor Presidencial informaron que el diseño de la nueva aeronave será prácticamente el mismo que el avión presidencial actual, aunque pasaría de 80 a 100 asientos.
Se dividirá en tres zonas: una de pasajeros VIP, en la parte delantera, donde viajará el Presidente, invitados especiales y funcionarios. La segunda consta de una habitación para el Mandatario federal, con cama, escritorio, sillón,un aparato para ejercicio y un baño completo, y la tercera, en la que habrá asientos para prensa, escoltas y tripulación.
Actualmente, sobrecargos y ayudantes de pilotos llevan su banco o se turnan seis asientos, y en la nueva aeronave tendrán dos áreas de descanso con un par de camas cada una.
El TP-01 vuela hasta 11 horas, por lo que en viajes internacionales debe realizar una o dos escalas, y el 787-8 podría volar hasta 18 horas.
La nueva aeronave está asegurada por 700 millones de dólares, 11 mil 900 millones de pesos, lo que significaría casi lo doble de su valor.
Treinta días antes de que llegue al país, el Gobierno federal deberá pagar un seguro que cubra “todos los riesgos” del avión en tierra y en vuelo.
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