Una vez más, como cada año, la sección 22 vuelve al chantaje, a la violencia, a la toma de carreteras, a la amenaza de boicot a la Guelaguetza y desquiciar al turismo. Lo de siempre, nada nuevo. Asustar al gobierno, apretarlo hasta que ceda a sus demandas económicas y políticas, ya que en esta ocasión cruzaron la línea límite a sus peticiones anuales exigiendo al gobierno el cumplimiento del acuerdo de bilateralidad.
Ignoro quién o quienes convencieron al Ejecutivo de tal dislate, pues de firmarse este absurdo sería tanto como retroceder en el tiempo, volver a los abusos, a los paros académicos sin sentido, a la exigencia de privilegios sindicales para los dirigentes, incluyendo becas, salarios sin trabajar. Todo aquello que se logró erradicar en los últimos días del gobierno de Gabino Cué, con la participación enérgica y decidida de las instituciones federales como las Secretarias de Educación y Gobernación.
Participaron, obviamente, negociadores del gobierno federal que bien conocen a las dirigencias de la CNTE y de la Sección 22, para cerrar los acuerdos económicos y dejar liso el camino para la sucesión del gobierno estatal. Por su parte, Gabino Cué, no tuvo más remedio que participar en el “apretón” contra las dirigencias, que en esos momentos eran presas del repudio nacional, que exigía al gobierno federal acabar con la situación anárquica que privaba en Oaxaca.
A grandes rasgos, este panorama es un recordatorio de lo que sucedió hace unos meses, justo el tiempo en que el gobierno estatal ha estado ejerciendo sus funciones con aciertos y tropezones.
Recordatorio, debido a que si se firma ese ofrecimiento gubernamental llamado “bilateralidad” equivaldría regresar al pasado violento, y a lo más delicado, compartir el poder con la CNTE y la sección 22.
Es delicado el término bilateralidad, porque su aplicación implica responsabilidades con los pares y que yo sepa gobierno estatal y organizaciones sindicales no lo son. ¿Cómo entonces se puede hablar de bilateralidad entre dispares?
Ceder parte del poder que fue otorgado por sufragio popular y por malabares y complicidades electorales de partidos políticos que fraccionaron el voto en las pasadas elecciones estatales en Oaxaca, no le compete hacerlo al Gobernador, en todo caso el poder legislativo tendría que intervenir.
De manera que, si el Ejecutivo Estatal está dispuesto a ceder parte del poder a la Sección 22 firmando la llamada “bilateralidad”, debemos estar atentos para saber que perderemos frente al sindicalismo magisterial, que constituye una amenaza social capaz de doblar al gobierno y burlarse de las instituciones legalmente constituidas como es el sistema educativo en el estado.
La repetición anual de las absurdas exigencias y chantajes de los grupos violentos, no es sino el resultado del talento criminal de algunos grupos como la CNTE y la Sección 22 para ejercer la manipulación, la intriga, el fraude, la amenaza y la violencia sin límite, sean estos líderes sindicales, miembros de partidos políticos o fracciones de mercenarios disfrazados de profesores que no trabajan.
Los recientes acontecimientos, que no son novedad, pues como apuntábamos, cada año se producen al ritmo de la Guelaguetza, que aparte de ser el espectáculo artístico maravilloso que conocemos, es también la señal para que la barbarie se desate. Tiempos de Guelaguetza, tiempos de la violencia sindical.
En esta ocasión, en tiempos de sucesos políticos que tienen el tufo de sucesión presidencial; de los “destapes” a tiempo o a destiempo; de ex gobernadores atrapados y los investigados como son Fidel Herrera y Gabino Cué, que todo apunta a que serán los próximos “sacrificados” en la pirámide del poder y así, ganar el favor de las masas que alzan la mano con el pulgar hacia abajo. Sacrificios estos maquinados para atizar el fuego y ocultar culpas y socavones mediante las intrigas y el engaño.
La violencia desatada, la “bilateralidad”, el acercamiento con la Sección 22 y la CNTE en Oaxaca, despiertan sospechas porque parecen dirigidas contra el Secretario de Educación, Aurelio Nuño y sus aspiraciones presidenciales. ¿Se trata de obstaculizar y echar abajo los cambios logrados en el sistema educativo para estorbar las aspiraciones de Aurelio Nuño?
La bilateralidad, en caso de firmarse el acuerdo, bien podría contestar la interrogante.