Es posible que el origen del calificativo sea racial pero, a través del tiempo, se le ha venido dando otra connotación. El término white trash (basura blanca), generalmente, se usa en Estados Unidos por personas blancas de bajo ingreso para referirse a individuos de raza blanca también, pero considerados todavía más pobres y atrasados.
Los white trash son considerados como gente bruta, corriente, el peladaje, de muy baja o nula educación, inculta, de conducta ruidosa, escandalosa, que amenaza, ruda, de lenguaje vulgar y corriente, de baja o nula moralidad, de escasos recursos, aunque se dan excepciones como es el caso del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump quien, para no variar, acaba de sumar millones de personas que lo vomitan debido a sus declaraciones racistas contra El Salvador, Africa y Haiti.
Dijo este señor: “¿Porque recibimos a gente de países de mierda?”; declaración expresada durante una reunión para renegociar el programa que concede la residencia legal a inmigrantes de Haiti, El Salvador y países africanos, declaración que fue consignada por el Washington Post.
Cabe recordar que Trump retiró la protección a 200 mil salvadoreños y el pasado noviembre hizo lo mismo con 59 mil haitianos.
Estas decisiones fueron entendidas como la respuesta a legisladores que pugnaban por encontrar más alternativas para no eliminar definitivamente el Estatus de Protección Temporal (TPS) al cual Trump se negó arguyendo “que más conveniente sería que Estados Unidos recibiera a personas provenientes de Noruega y no gente proveniente de países de mierda”.
El escándalo llegó a niveles mundiales debido a lo soez, a la bajeza del lenguaje, a lo vulgar del término, a la rudeza del comportamiento, a lo corriente de las palabras usadas por los white trash, como lo es Donald Trump, aunque tenga muchos millones de dólares ganados por la venta de bienes raíces y negocios oscuros como el fraude que cometió en perjuicio de los estudiantes que tuvieron la mala fortuna de inscribirse en la Universidad Trump, institución que no existió y que a cambio de altas colegiaturas los estudiantes, supuestamente matriculados, solo recibieron la fotografía de Trump un diploma más balín que los que las autoridades de Ciudad de México permiten vender en la Plaza de Santo Domingo del Centro Histórico.
Pues bien, esta basura blanca que avergüenza a un gran país como son los Estados Unidos, continúa presionando a México y a Canadá con amenazas de salirse del TLCAN, amenazas que todavía asustan a varios grupos de los dos países que no concuerdan con las condiciones propuestas por el equipo de negociadores de Trump como son los empresarios y financieros mexicanos y a sectores del gobierno canadiense que piensan que ahora si, ahí viene el lobo.
Los blofeos, las fintas en las negociaciones de ese señor, ya deberían haberse curado en el ánimo de los sectores de la economía mexicana, a fin de que las declaraciones no hicieran temblar las bolsas de valores y los descalabros a las monedas de México y Canadá tal y como lo hemos visto desde que se iniciaron las negociaciones trilaterales.
Trump, el white trash que desconoce que y como debe ser un Jefe de Estado, tiene medidos a sus contrapartes, sabe que una palabra suya expresada con la vulgaridad que lo caracteriza, sacude las economías de México y Canadá.
Sin embargo, es preciso no olvidar que se está tratando con un negociador profesional, no con un Jefe de Estado, que trabaja para sus intereses personales y de grupo claramente localizados, ejemplo de ello es la reducción de impuestos que beneficiaran mayormente a la clase de altos ingresos, a los ricos como él, aunque en realidad sea un burro sin cola como lo ha demostrado.
Trump tiene calculado continuar blofeando con la supuesta salida de Estados Unidos, del TLCAN y de chantajear a México con el pago del muro para dejar en paz a los dreamers, sabiendo que tiene suficiente tiempo para alargar las negociaciones hasta que las elecciones federales por celebrarse en nuestro país lleguen a su fin el cual será hasta el mes de julio.
Terminada la elección, México tendrá un nuevo presidente electo que habrá de tomar el poder a finales del año 2018 y, en consecuencia, Trump definirá su posición final, pero sabiendo ya a quien tiene enfrente y con quien habrá que negociar los próximos tres años de su gobierno sino es que antes lo echen del cargo, el cual le ha venido más grande que el saco de Clavillazo.
De manera que hay tiempo y por lo tanto no hay que aflojar en las negociaciones y mantenerse firme, pues finalmente, lo que le resta al gobierno del presidente Peña Nieto no le da para colgarse la medalla de la vigencia del TLCAN, tratado sumamente importante en lo económico, en lo geopolítico y en lo estratégico como para acordarlo con un jefe de Estado que pronto dejará de serlo.
@luis_murat
https://www.facebook.com/luisoctaviomurat/