Es posible que muchas cosas se puedan eludir; menos el juicio de la Historia que es implacable. Manuel Bartlett en 1988 Secretario de Gobernación y Presidente de la entonces Comisión Federal Electoral, ahora redimido, exonerado y converso por obra y gracia de San Andrés Manuel; recién en una entrevista y en varias posteriores derivadas de la primera dijo lo que para él es su verdad respecto a la elección presidencial que llevó a Palacio Nacional a Carlos Salinas de Gortari, a quien le había disputado al lado de otros cuatro distinguidos priistas la candidatura para la “Silla de Krauze” (versión Peña FIL de Guadalajara).
Situada como tema central la “caída del sistema” de información de los resultados electorales de aquella competida elección, en la que muchos pensamos y creemos triunfó el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas; en realidad la definición correcta es que aquel día el sistema se “calló” de callar, debido a que de pronto los resultados que comenzaban a fluir en las computadoras de los partidos políticos instaladas en el entonces Registro Nacional de Electores ubicado en Insurgentes a uno metros del teatro del mismo nombre, dejaron de fluir; o sea el sistema no se “cayó” de caer o descomponerse o desplomarse. Simplemente fue manipulado.
En sus declaraciones, Manuel Bartlett afirma “Horas antes de la jornada electoral de aquel año, Newman Valenzuela, funcionario de la segob (en realidad era el Director del RNE) dijo que esa noche habría resultados parciales, pero cruciales, sin habérmelo consultado a mí que era el Presidente de la Comisión Federal Electoral y que era imposible que hubiera resultados ese día. Entonces a las seis de tarde, Diego Fernández de Cevallos dice ‘se cayó el sistema’. Lo he explicado mil veces. El sistema que dejó de funcionar fue el de la propia Secretaría de Gobernación, que tenía el propio y el del Código (la ley) era otro, por tal motivo esa declaración de Newman fue un grave error porque no se podía declarar al respecto, ¡nunca se cayó el sistema”, concluye Bartlett.
Sobre este hecho que en versión del Senador del PT o Morena o ambos dos, la “decisión” personal, unilateral, arbitraria y demás de Newman fue vital y determinante para la confusión, José Newman afirma lo contrario; presente en aquella CFE y luego como Sub Director en la Dirección General de Desarrollo Político de Gobernación conocí de viva voz, la versión de Newman; misma que tiempo después a pregunta directa de Martha Anaya (contenida en su libro 1988 El año que calló el sistema) respondió en su parte medular “SI, lo hice (el ofrecer resultados) cumpliendo instrucciones del presidente de la Comisión Federal Electoral, Manuel Bartlett, que parece no recordar. Ahora veinte años después, Bartlett mismo reconoce que, no obstante que no tenía obligación legal de dar resultados esa misma noche, se había comprometido con los comisionados a compartir la información que fuera llegando. Eso lo acaba de declarar. Luego que formuló el compromiso, en la sesión inmediata anterior al 6 de julio (día de la elección), me instruyó públicamente a reunirme con los representantes de los partidos para explicarles cómo se captaría la información y se haría de su conocimiento. El 5 de julio me reuní con ellos en las oficinas del registro y cumplí con su instrucción. A esa reunión asistió la prensa convocada por la propia Dirección de Prensa de la Secretaría de Gobernación, en ese entonces a cargo de Alberto Peniche”.
Confrontando las dos versiones; por lo menos es obvio que tratándose de una elección presidencial, que ya para ese día se advertía altamente competida y cuestionada, una decisión de tal envergadura y trascendencia no la podía tomar un funcionario de segundo nivel, así fuera, como es el caso de José Newman, Director del Registro Nacional de Electores; pero además (y me consta) se acondicionó todo un piso, se instalaron computadores y un servicio de cafetería en el tercer piso del edificio del RNE. ¿tampoco eso lo supo Manuel Bartlett, que tenía fama de no dejar pasar ni una mosca sin su consentimiento?.
Por si algo hace falta para establecer la verdad histórica; el 21 de noviembre de 2001 entrevisté en la biblioteca de su casa de Francisco Sosa en Coyoacán, para el programa “Sin Censura” que hacía para la Televisión de los Oaxaqueños, al ex presidente Miguel de la Madrid. Para mi gusto (aunque en gustos se rompen géneros) fue una espléndida conversación que esta publicada íntegra en mi Primer Libro de “Sin Censura” Cien Personajes.
Sobre el tema pregunté (textual): Sin duda las elecciones (del 88) fueron competidas y han quedado en el ánimo de la sociedad algunas dudas que vale la pena comentar. Este tema de la caída del sistema que tanto se manejó, fueron momentos de gran tensión para el país ¿Cómo lo vivió el entonces presidente Miguel de la Madrid?.
Miguel de la Madrid me respondió (textual): “Bueno, pues con gran angustia, porque yo vi que la competencia había estado bastante dura. Y luego, el día de las elecciones los primeros resultados que empezaron a llegar fueron los de la zona metropolitana, los de Michoacán, etcétera, y apuntaban una mayoría para Cuauhtémoc Cárdenas. Pero por ello, Manuel Bartlett después consultarme, retrasamos la publicación de los datos esperando que llegaran de estados más alejados. Ya hacia la madrugada llegaron y se vio que el PRI había ganado con el 50.25 por ciento. Pero obviamente por táctica política de los partidos de oposición negaron la victoria de Salinas. Yo estoy convencido que fueron elecciones legitimas y que el retraso de los datos se debió a que, contra las estimaciones de la Secretaría de Gobernación de que podíamos dar datos a las once de la noche, el resultado es que a las once sólo habían llegado resultados parciales y se prefirió esperar a que ya tuviéramos un panorama más completo”.
Como se advertirá, Bartlett sufre de amnesia y navega contra la historia; lo primero es natural, lo segundo imposible; el sistema de información de resultados instalado en el Registro Nacional de Electores para los partidos, que se nutría del operado por Oscar de Lassé en una oficina alterna de Gobernación, fue detenido por una decisión de Estado, operada por Manuel Bartlett. Esa es la verdad histórica.
En este contexto, la nueva pureza de Manuel Bartlett es falaz. En un país sediento de memoria, Bartlett apuesta a la ignominia de los mexicanos. Se equivoca. En un momento como el actual, en que urgen cuadros políticos con coherencia, le apuesta al pragmatismo ramplón. Podríamos decir lo mismo de muchos otros miembros de la “clase política”. Pero el caso del ex secretario de Gobernación es particularmente alarmante. Aunque haya sido purificado por las aguas bautismales de San Andrés.
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?.
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh