El espionaje político a disidentes y críticos no nació en el gobierno de Peña Nieto, aunque tampoco viene de tan lejos: se colapsó en 1985 por la penetración del narco en las estructuras de inteligencia civil del gobierno y se rediseñó para la seguridad política de los gobernantes, no del Estado.
Los responsables siguen vigentes:
En 1985 la Dirección Federal de Seguridad de Manuel Bartlett Díaz apareció protegiendo a cártelesdel narcotráfico y la prueba estuvo en credenciales oficiales de la DFS acreditando a capos como Rafael Caro Quintero como agentes. Esas credenciales fueron recogidas por el entonces procurador Sergio García Ramírez y en las periciales le pidió información al secretario de Gobernación; Bartlett negó validez y solicitó las credenciales para probatorias… y desaparecieron en Gobernación.
Cuando el entonces embajador estadunidense John Gavin abrió una fase de presiones contra México por el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar y acusó a la DFS de proteger criminales, Bartlett realizó una fuga hacia delante: disolvió la DFS y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales y creó la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional… con el mismo personal de la DFS.
A partir del aplastamiento de la disidencia guerrilla, la seguridad política del Estado quedó a salvo; entonces fue cuando la policía política se dedicó a proteger el trasiego de droga de Guatemala a la frontera con los EE.UU. El director de la DFS de Bartlett, José Antonio Zorrilla Pérez, fue acusado por Washington de proteger narcos.
Al llegar a la presidencia, Carlos Salinas de Gortari le quitó la seguridad política a Gobernación –entonces con Fernando Gutiérrez Barrios, fundador de la DFS, como secretario–, transformó la DISEN en CISEN autónomo y dependiente del gobierno, sobre todo del todopoderoso superasesor salinista Joseph-Marie Córdoba Montoya. Ahí fue cuando Salinas usó al espionaje político contra disidentes y críticos y Córdoba operó lo que se le conoció como “espionaje de alcoba”, es decir, indagatorias de vidas privadas de críticos, paradójicamente al propio Córdoba, de quien filtraron relaciones privadas.
El CISEN careció en su nacimiento de un formato específico para la seguridad nacional, pero en aquel entonces la seguridad nacional era antigua, basada en la defensa militar de las fronteras ante invasiones y ajena a la investigación de grupos internos articulados a intereses extranjeros.
Zedillo utilizó al CISEN para espionaje de algunos críticos, pero le sirvió más para mantener muy vigilado al expresidente Salinas de Gortari en su exilio forzado y espiada a su familia. El CISEN quedo adscrito en los hechos a la secretaría particular de la presidencia, a cargo de Liébano Sáenz. En el sexenio zedillista el CISEN comenzó a mutar personal en términos de profesionalismo, pero todavía sin entender la lógica de la nueva seguridad nacional.
Los dos sexenios del PAN también usaron al CISEN para vigilar disidentes, a pesar de la promesa de Vicente Fox de controlarlo porque en sus tiempos de opositor había sido acosado por el espionaje. Lo grave en los dos sexenios panistas fue el descontrol del Centro y el tráfico de documentos que llegaron a venderse a cualquier particular por parte de agentes o ex agentes de seguridad. Los exdirectores panistas del CISEN terminaron como empleados de empresarios.
Por eso el CISEN produce hoy espionaje y no inteligencia.
Política para dummies: La política es el arte frío del ejercicio descarnado del poder, aunque disfrazado con piel de democracia.
Sólo para sus ojos:
- La decisión de la Corte Suprema de los EE.UU. de darle validez a parte de la prohibición migrante de Trump contra viajeros de países señalados como terroristas es una gran victoria política que le dará un respiro al mandatario.
- Los primeros indicios señalan que el PRD no aguantará internamente el debate aliancista porque muchos perredistas van a preferir aliarse con Morena y López Obrador que con el PAN.
- El primer problema del Frente Opositor ya apareció: PAN y PRD disputan la iniciativa. Pero el problema real es el programa de gobierno mutuo, pero hasta ahora Ricardo Anaya y Alejandra Barrales sólo piensan en vender la idea como propia de cada uno. En el PAN cayeron muy mal las cartas de Barrales convocando al Frente Opositor porque la idea original era que PAN y PRD diseñaran juntos la propuesta.
@carlosramirezh