* Salvo el terrorismo, las oleadas de migrantes, conflictos interétnicos y religiosos, que parecían ajenos y muy lejanos a México, se han empezado a hacer presentes en nuestro país.
* Su estratégica posición geopolítica y la incapacidad de la partidocracia gobernante trocada en partido único, en una irónica y cruel regresión, ponen a México en peligro de “balcanizarse”.
Los acontecimientos violentos en el mundo en las últimas décadas, se han caracterizado por brutales actos de terrorismo, oleadas de migrantes, conflictos interétnicos y religiosos.
Han “balcanizado” por igual a la Unión Europea que al Medio Oriente. Salvo el terrorismo, estos hechos que parecían ajenos y muy lejanos a México, se han empezado a hacer presentes.
En geopolítica el término “balcanización”, surgido a raíz de los conflictos en la Península Balcánica ocurridos en el siglo XX describe el proceso de fragmentación o división de una región o estado.
La primera “balcanización” se dio en las guerras de los Balcanes y el término se reafirmó en las guerras yugoslavas. Con toda razón se ha repetido hasta el cansancio, México es vulnerable.
Su estratégica posición geopolítica y la incapacidad de la partidocracia gobernante trocada en partido único, en una irónica y cruel regresión, lo hacen un país en peligro de “balcanizarse”.
A la luz de esta nueva realidad, no podemos descartar el riesgo de “balcanización” de México. Posibilidad que se agrava por el discurso de odio de la triunfante Cuarta Transformación.
A ello contribuye de manera especial el lenguaje maniqueo del doble discurso moral de Andrés Manuel López Obrador, cuyo mensaje de toma de posesión se espera con gran expectación.
Soplan “vientos de fronda” que presagian turbulencias, no solo político-financieras, con el aumento en la cotización del tipo de cambio del dólar y la caída de la Bolsa Mexicana de Valores.
Ésas turbulencias, también tienen visos sociales. Los activistas y milicianos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación siguen mostrando su rostro anarco-loco y violento.
La expresión “soplan vientos de fronda”, se refiere al período de levantamientos que se dieron en Francia a partir de 1648 por las disputas entre la burguesía y aristocracia francesa contra la reina.
El trasfondo fue una disputa de élites contra la regente Ana y el cardenal Mazarino, quienes gobernaban en aquel entonces. Igual ocurre, ahora, con la disputa de las élites en México.
El estúpido resentimiento histórico de unos contra otros ha alimentado secularmente un racismo interno rancio y soterrado, a punto de explotar y hacerse pretexto para la división y enfrentamiento fratricida y por ende a la “balcanización”, por motivos políticos étnico-religiosos.
La crisis de liderazgos que unifiquen y la apuesta a ganar a través de la polarización detonan las condiciones bélicas no solo de ciudadanos contra gobiernos, sino de ciudadanos contra ciudadanos, regiones contra regiones, pueblos contra comunidades. Todos contra todos.
Los analistas Eric Martin y Andrea Navarro advierten en El Financiero Bloomberg: El presidente electo se topará, una vez que tome protesta, con la postura antimigrante de la administración de Donald Trump y con todos los riesgos que ello trae consigo.
El presidente electo de México tenía la intención de iniciar su administración erradicando la corrupción endémica de la nación o buscando maneras de poner a trabajar a los jóvenes descontentos. Pero Donald Trump está dando la bienvenida a Andrés Manuel López Obrador con una crisis indeseada e inevitable en la frontera estadounidense.
Ha mantenido silencio en gran medida durante el último mes mientras el presidente y los medios de comunicación aliados a la administración de Estados Unidos han hecho una campaña para presentar una maltrecha caravana de migrantes centroamericanos como una fuerza invasora.
Ahora el grupo acampa en la frontera de México con California y planteará la primera prueba a la capacidad de gobernar de López Obrador.
Esta semana las autoridades fronterizas de Estados Unidos atacaron con gas lacrimógeno a los migrantes, asfixiando a hombres, mujeres y niños, y Trump amenazó con cerrar la frontera de manera permanente.
Ahora, López Obrador debe decidir si cooperará y mantendrá el flujo de comercio diario de mil millones de dólares o defenderá a las masas empobrecidas del continente, arriesgándose a un castigo para su propia nación.
“Esta será su primera prueba significativa en el frente de la política exterior”, dijo Arturo Sarukhan, embajador de México en Estados Unidos durante las presidencias de George W. Bush y Barack Obama.
En lugar de confrontar a Trump en sus afirmaciones de que la caravana incluye a terroristas y personas peligrosas, López Obrador hizo un llamado a la inversión compartida para abordar la pobreza y la inseguridad que estimulan la migración.
El nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, un antiguo asesor de López Obrador, dijo el martes que la nación está preparada para recibir a los migrantes durante meses mientras Estados Unidos evalúa sus solicitudes de asilo.
Ebrard dijo que viajará a Washington el domingo para reunirse con el secretario de Estado, Mike Pompeo, y discutir la situación.
Pero la presión está aumentando internamente, ya que los mexicanos temen ser invadidos por sus propios vecinos del sur, y los funcionarios cerca de la frontera empiezan a resentirse.
López Obrador, exjefe de Gobierno de la Ciudad de México, ha mostrado poco interés en los asuntos exteriores. Raramente vacaciona fuera del país, prefiriendo su rancho de Chiapas.
Al tiempo que envió a un representante a las negociaciones comerciales en Washington este verano, quería que el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, concluyera el acuerdo antes de asumir el cargo, y el Gobierno saliente lo firmará en la reunión del Grupo de los 20 en Argentina el viernes.
Nicolás Maduro, el presidente autócrata, será invitado a la ceremonia de juramento de López Obrador, al igual que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, y la hija de Trump, Ivanka. López Obrador dice que su objetivo es que México se lleve bien con todos.
Eso será difícil si Trump persiste. El lunes, amenazó con cerrar la frontera de 3 mil 218 kilómetros, una perspectiva que infundió temor a quienes dependen de ella.
@efektoaguila