Al Padre José Miguel Pérez García, por su ejemplo de amor y de entrega al prójimo, que permanecerá en nuestro recuerdo para siempre.
Uno de los grandes problemas que existen en nuestra sociedad es la “aparición” de los baches en las calles. Su surgimiento son el resultado de la llegada de la época de lluvias y principalmente de los años de desatención y de falta de mantenimiento por parte de las autoridades –principalmente municipales—que teniendo un tiempo tan reducido al frente de su administración optan por obras de impacto social de bajo costo, adicional a lo reducido de su presupuesto para dar atención oportuna a las demandas de nuevos pavimentos. Una de las definiciones técnicas más comúnmente aceptada para el término bache, es la siguiente: “Oquedad en la estructura de un pavimento cuyo origen se da por el desprendimiento de una parte de la superficie de rodamiento al paso de los vehículos. Posteriormente se van formando oquedades mayores en área y profundidad.” (IMT, Publicación Técnica No. 245). Esta definición comprende, en forma sencilla, desde el inicio del bache en el momento de su formación y continuando con la evolución que sufre con el tiempo.
El artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que son los municipios los encargados del mantenimiento de las calles establecidas dentro del polígono de sus límites geográficos; ¿pero cómo hacerle cuándo la gran mayoría de estos municipios cuentan con recursos tales, que tan sólo el pavimentar un kilómetro implicará utilizar todo su recurso financiero de un año? Sin duda que son nuestras calles los que nos identifican como núcleo poblacional, otorgando una identidad propia a sus habitantes. Entre calles más amplias, con buen pavimento, con sus guarniciones y limpias, más posibilidades de desarrollo, para la educación, para el comercio y la recreación. Pues son estas las que le otorgan cierta distinción a la comunidad, propiciando con ello mejores condiciones de vida para sus beneficiarios.
Es claro que una calle sin pavimentar o con abundantes baches, constituyen condiciones de vida menos favorables y poco salubres. De ahí que el reto de toda autoridad sea la de buscar mecanismos que contribuyan a ir terminando con esos grandes rezagos que por diversas causas y razones se fueron acumulando a lo largo de los años. Por eso la importancia –como paso obligado—de que la Municipalidad aliente la construcción de políticas públicas que fomenten la participación ciudadana, la transparencia, la innovación en los mecanismos de licitación y de adjudicación de obra; pues será combatiendo la condenable corrupción como habrá de abatirse en gran medida el problema de calles en mal estado. Porque adicional al beneficio social, en el problema de los baches entra la disputa partidista electoral de quienes habiendo tenido en sus manos la magnífica oportunidad de construir infraestructura para combatir tal fenómeno, hoy se dedican a descalificar cualquier acción que pretenda ser una solución ya temporal o definitiva a tal problemática.
Es lógico comprender que a nadie, y en este nadie incluyo a quienes colaboramos como parte de la autoridad municipal, le resulta grato pasar por calles llenas de baches, es más debo decir que es motivo de doble sentimiento: de enojo y de impotencia por querer dar una respuesta inmediata a tal situación y corroborar que cualquier esfuerzo resulta insuficiente. Con la caída de las primeras lluvias, que suelen ser atípicas dado su tiempo y su precipitación tan intensa, surgen los primeros baches. Quizá hay quien desearía que no se hiciera nada al respecto, para tener argumentos de descalificación hacia el trabajo municipal; pero contrariamente, de inmediato se busca ir asfaltando los baches que surgen en vialidades con mayor afluencia vehicular. Las siguientes lluvias y el paso de camiones con alto tonelaje, incidirán en que el bache vuelva a aparecer, por lo que habrá quien rápidamente asevere que el trabajo es de “pésima calidad”, pues ante su desconocimiento del tema consideran que el asfalto debe “pegar de locura” cuando en realidad se trata de soluciones temporales para reducir las molestias generadas. Ante tal situación, no falta quien diga que se está tirando el dinero a la basura, pues su lógica le dice que más se tarda en “bachear” que en la oquedad vuelva a aparecer. Por eso se recurre a la opción de recubrir con material pétreo, ya que este permite la absorción del agua, adicional a que se compacta con el paso de los vehículos; pues ¡no!, pues ahora sostienen que son trabajos que evidencian que se está robando pues no se asfalta como tradicionalmente debe hacerse. Por lo que en ocasiones uno llega a proponerse el dilema de: “¿Bachear o no bachear?”
Cada año en el Municipio de Oaxaca de Juárez, se reciben más de mil quinientas solicitudes de priorización de obra. Considerando el presupuesto anual que se le autoriza al Ayuntamiento, lo más que se puede destinar para la ejecución de obra pública son como máximo 200 millones de pesos, lo que ha motivado un verdadero ejercicio de inclusión y participación ciudadana que lleva a la definición de la obra a través del Consejo de Desarrollo Municipal, quienes son los que determinan qué obras serán las que habrán de ejecutarse buscando que al menos una de ellas corresponda a una de las cerca de 270 colonias y 13 agencias municipales que conforman el municipio. Para efectos del programa permanente de bacheo, se presupuestan 8 millones de pesos, considerando que serán suficientes para abordar tal problemática. Pero cuando se detecta que hay cerca de 30 mil metros cuadrados en baches, es entendible que lo asignado para tal fin, resulta insuficiente.
Por eso nuestra congratulación ante la declaratoria del Gobernador Gabino Cué en el sentido de que el Gobierno del Estado contribuirá con el encarpetamiento de diversas vialidades dentro del Municipio de Oaxaca de Juárez, adicional a la gestión que realiza el Presidente Municipal, Luis Ugartechea para obtener recursos adicionales que permitan dar una solución definitiva al problema de los baches que año tras año generan malestar entre la ciudadanía. El reto es que a la brevedad posible se puedan ir rehabilitando las principales vialidades afectadas, para enseguida ir a las colonias periféricas para hacer lo propio. Es tiempo de romper con las inercias del pasado que sólo ofrecían soluciones temporales y entrarle a las soluciones a largo plazo.
¿Bachear o no bachear?…es el dilema.
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