¿Avance o retroceso?: Mario Arturo Mendoza Flores

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En la Teoría Económica existen dos agentes que históricamente han sido catalogados como antagónicos y no como complementarios que son como deberían considerarse, pues en estricto sentido uno necesita del otro y viceversa. Me refiero a los dueños del capital, mejor conocidos como “el patrón” y a los poseedores de la mano de obra, más conocidos como “el trabajador”. Aclaro que no pretendo hacer un análisis desde el punto de vista Marxista de la Reforma Laboral recientemente aprobada, pues evidentemente perdería la objetividad que busco en el presente artículo. Sin embargo si es necesario establecer que la visión que se tenga al respecto depende desde el lugar donde uno se encuentre ubicado, esto es que el patrón dirá que se trata de un avance, mientras que el trabajador sostendrá que se trata a todas luces de un retroceso. Pero quedarse con ambas verdades esconde lo trascendental que viene a significar la modificación de la ley laboral.

 

Y la verdad, como se trató de una reforma que careció de una difusión como la que muchos sostenemos se debió merecer, pocos sabemos que provino de una iniciativa preferente entregada por el Presidente de la República Felipe Calderón Hinojosa al Congreso, lo cual está dentro de sus facultades constitucionales. Sin embargo el que lo haya hecho a escasos meses de concluir su administración, ha generado una serie de suspicacias que terminan por proyectar el rumbo que le depara al país los próximos seis años. Hoy ante un nuevo Congreso de la Unión existen claras definiciones que nos hacen pensar que una abrumadora mayoría integrada por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN) habrán de alentar las reformas que por años habían estado en la congeladora y que por razones de cálculos políticos partidistas no habían sido siquiera discutidas. Recordemos que en el espectro político el PAN se identifica con la derecha o lo que es lo mismo el aliento del capitalismo; el PRI  aunque se ha manejado como de centro-izquierda y recientemente “social-demócrata”, lo cierto es que se mueve de acuerdo a los intereses de quienes lo patrocinan, por lo que con la llegada de Enrique Peña Nieto se espera una notable inclinación hacia la derecha y por lo que acabamos de ver, no queda la menor duda de que así será. Los partidos de izquierda identificados con el socialismo evidentemente respaldan los logros en beneficio de las mayorías, sólo que ahora su minoría en el Congreso los ubica en una situación difícil, por lo que su labor se  reduce a defender con sólidos argumentos y con acciones de protesta lo que la membresía de sus congresistas les impide evitar.

Sin embargo en sus cálculos se les olvida que la situación prevaleciente en el país, no es la más adecuada para seguir estirando la liga, por lo que habrán de ser extremadamente cuidadosos para no despertar al león dormido al que tantas veces he hecho referencia. Extrañamente los grandes sindicatos corporativistas que siempre habían esgrimido la defensa de sus agremiados, hoy muestran un silencio cómplice mientras los sindicatos independientes y autónomos pareciera que comienzan a reaccionar tardíamente. Si bien, la iniciativa enviada por el presidente Felipe Calderón consideraba atacar la opacidad de los sindicatos, lo que incluía transparentar sus cuotas y su vida interna, lo cierto es que al final a los grandes membretes no se les toca ni con el pétalo de una rosa, por lo que los Romero Deschamps, las Elba Esther Gordillo, los Alberto Juárez deben estar muertos de la risa ante tal fallida pretensión que al menos sirvió para medio equilibrar los alcances de la reforma laboral.

Bajo el argumento –en lo cual coincido- que la reforma necesitaba adecuaciones para incentivar la creación de nuevos empleos, se están reconociendo acciones que no sólo han dañado al trabajador, sino incluso a dependencias como el IMSS, el ISSSTE, el INFONAVIT a través de impedir que las cuotas obrero patronales fortalezcan su operatividad, ya que el reconocer el outsourcing como método de contratación impedirá que los trabajadores obtengan los beneficios a los que por ley tenían derecho y que en contraparte impedían que el patrón pudiera ofertar nuevas plazas ante la carga financiera que cumplir con tales requisitos les obligaba. O sea que con la reforma aprobada se crearán nuevos empleos aunque las altas en el IMSS vayan a comenzar a ir drásticamente hacia la baja; los trabajadores tendrán un ingreso, pero ya no la certeza laboral, ni la seguridad social que tanto los motivaba.

Otras de las cosas que indudablemente traerá consigo la reforma laboral será una tremenda rotación del trabajador, pues antes de cumplir los seis meses en su empleo seguramente le dirán que es necesario prescindir de sus servicios para evitar con ello la generación de derechos por antigüedad y otros más que se reconocen, pero que difícilmente los dueños del capital buscarán otorgar. Aun cuando el pago por hora pudiera considerarse un avance, lo cierto es que el salario de alguien a quien se le contrate de 4 a 6 horas diarias y dado el nivel del salario mínimo vigente, difícilmente le alcanzará para solventar los gastos básicos indispensables para su subsistencia, por lo que tendrá que buscar emplearse en otros horarios haciendo más complicada su jornada laboral. No es lo mismo que a un mexicano le paguen en Estados Unidos a 7 o a 8 dólares la hora, a que se le pague en nuestro país 8 pesos, una verdadera ilusión óptica.

México demanda desarrollo y productividad, pero también demanda bienestar para sus ciudadanos, serán nuestros jóvenes los que vivan en carne propia los alcances de la reforma recién aprobada, pues son ellos los que se enfrentan al problema del desempleo al salir de las universidades. Nuestros jóvenes demandan trabajo, pero los demandan formales, bien remunerados y lo quieren ahora. Por ello nos corresponde a todos analizar si las políticas públicas que comienzan a impulsarse son las que realmente nuestro país necesita, para ello resulta imperante que nuestros diputados y senadores escuchen todas las voces involucradas, pues el seguir tomando decisiones a espaldas del pueblo puede tener un costo altísimo que nadie en su sano juicio desea.

¿Y usted qué opina, estimado lector?

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