La resistencia de fuerzas leales a Muamar El Gadafi en Sirte y Bani Walid obligó hoy a los opositores armados libios a replantearse su estrategia, aunque prosiguieron los ataques ayudados por bombardeos aéreos de la OTAN.
Afectados por un innegable deterioro de su credibilidad, tras incumplir sucesivas amenazas de “asalto final”, un mes después de haber tomado Trípoli, los militares del autonombrado Consejo Nacional de Transición (CNT) siguen incapaces de avanzar sobre esos dos bastiones.
Jefes del CNT dijeron que habían detenido sus ataques para reagrupar y reorganizar hombres y medios dispersos por el repliegue precipitado de Sirte, donde fueron repelidos por combatientes y miembros de la pequeña, pero poderosa tribu Gadhdhfa de El Gadafi.
Analistas valoraron de caóticas las ofensivas insurgentes contra Sirte, tierra natal del líder ahora en paradero desconocido, y Bani Walid, 150 kilómetros al sureste de Trípoli, que también resiste los bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Los reveses han impedido al CNT crear un gobierno interino y mostrar pleno control de un país dividido por los combates y rivalidades tribales, y voceros insurgentes reconocen que en Sirte la misión es compleja porque la mayoría de los residentes apoyan a El Gadafi.
En declaraciones a medios occidentales desde un lugar no identificado de Libia, el portavoz del también evadido líder, Moussa Ibrahim, acusó a los aviones de la OTAN y a los sublevados de atacar Sirte y matar a por lo menos 151 civiles entre miércoles y jueves.
Según Ibrahim, los residentes perdieron la vida por bombardeos aéreos y disparos de cohetes contra sus casas cayéndoles muchos explosivos “sobre sus cabezas”, e instó a la ONU, la Unión Europea, la Liga Árabe y la prensa occidental a tratar de acceder a Sirte.
Asimismo, exigió a esas organizaciones “exponer los crímenes cometidos contra toda una ciudad, con el rigor y la energía que lo hicieron cuando creyeron que estaban ayudando a las ciudades de Misratah y Zawiyah de las fuerzas armadas libias”.
Ibrahim condenó igualmente el izamiento en la ONU de la bandera de los insurrectos del CNT y contrastó esa actitud con la causa palestina. “Miren a Palestina, más de 60 años de lucha legítima por un Estado y aún nadie desea escuchar el caso para que tenga un asiento en la ONU”.
Agregó que, sin embargo, “algunas bandas armadas apoyadas por la OTAN, logran izar su bandera en la ONU antes de que tuvieran incluso control de todo el país. El pueblo libio no votó por esa bandera”.
Por otro lado, los concentraron tanques y lanzacohetes en Bani Walid en un nuevo intento de tomarla, aunque sin definir cuándo atacarán, dada la desorganización, indisciplina y la huída de muchos hombres que -afirmaron- luchan en condiciones precarias.
Voceros del CNT aseguraron que controlaban totalmente la ciudad de Sabha, unos 650 kilómetros al sur de la capital y en pleno desierto de Sahara, a pesar de que el jueves todavía encontraron bolsones de resistencia de francotiradores de El Gadafi.
PL