Que tal achichincles, cómo les va a los alcahuetes, calumniadores, canallínes y desvergonzados. Ustedes son iguales a los arrogantes y blanquitos que se creen muy fifis, pero en realidad son unos corruptos, corruptazos, deshonestos, espurios, farsantes, fichitas. Ojalá tuvieran vergüenza, aprendices de carteristas, camajanes, hampones, malhechores, majaderos, mafiosillos, ladrones. Ustedes que no sólo se conforman con robar, son, además, hipócritas, lambiscones, mapaches de angora, matraqueros, oportunista, paleros, minoría rapaz, mañosos, megacorruptos, pandilla de rufianes, mugres, maleantes, malandrines.
Y aunque no lo quieran reconocer, son parte del bandidaje, pillos, piltrafa moral, rateros, ponzoñosos y perversos.
Afortunadamente ya no están los ñoños, los cínicos, los conservadores, fracasados, fresas, hablantines. Esos pequeños faraones acomplejados, peleles, payasos de las cachetadas, perversos, pirrurris, politiqueros y racistas.
No se enojen ternuritas, títeres, sepulcros blanqueados, porque ustedes son unos vulgares zopilotes, traidorzuelos, traficantes de influencias que se creen de sangre azul.
Y quien diga que no es cierto, lo dirán porque son chachalacas, intolerantes, reaccionarios de abolengo, represores, reverendos ladrones.
A ver, demuéstrenme que no son ingratos, machuchones, mentirosillos. Si, a ustedes les digo riquines de risa postiza. A ustedes salinistas, simuladores, tapaderas de los huachicoleros, momias.
Me dan risa los periodistas maiceados, mirones profesionales, monarcas de moronga azul, gacetilleros vendidos, soplones.
Y si no te gusta lo que digo, es porque eres un obnubilado, demagogo, señoritingo, siniestro, un tecnócrata neoporfirista.
Todos me dan risa, por eso fúchila, guácala. Lo digo con todo respeto, yo no quiero broncas, amor y paz.
Los adjetivos que cabe decir no son míos, son palabras de tu presidente. El mismo que ha dividido el país en buenos y malos. El acusador de los hijos conservadores con sus mamás y abuelitas, quien sabe muy bien que ellas tienen más autoridad moral que él mismo. Sí, el mismo que hace días le pidió a los huachicoleros de Puebla, a no prestarse ni servir de escudo para proteger a la delincuencia ante las acciones del ejército. Fíjense nada más, sigue negociando con la delincuencia. El mismo que se compara con Cristo Jesús, pero desconoce que la Biblia dice que el gobernante debe ser un “siervo de Dios”, premiar el bien y castigar el mal. Los gobiernos que no cumplan esto, quedan fuera de la autoridad y función de Dios.
Desafortunadamente, el presidente entiende que quienes están con él, son los buenos y no son sujetos de ninguno de los calificativos y que remarca todos los días en sus mañaneras.
Un presidente que sabe insultar a buenos y malos, a los que están con él y a los que están en su contra, una de sus palabras puede sembrar en la mente de millones de personas, una acción para ejecutar.
Muchos se han de acordar de aquellas pintas en las paredes que decían: “haz patria, mata un chilango”. El resultado fue funesto en todo el país: muchos ejecutaron lo que era hacer patria. Hoy es lo mismo, el presidente, a través del odio, de la mala reputación que les ha hecho a los periodistas, se han matado, golpeado y perseguido a muchos de ellos a lo largo y ancho del país.
Lo mismo ha hecho con los militares. Parece que la gente tiene autorización de humillarlos, secuestrarlos, golpearlos. Los ha convertido en figuritas de diversión cuando ellos, antes de que iniciara este sexenio, representaban nuestra seguridad.
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