Japón se debate entre la conmoción y la tristeza el viernes, tratando de asimilar el asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe en una nación donde las armas de fuego están estrictamente reguladas y la violencia política es extremadamente inusual.
Abe fue tiroteado mientras pronunciaba un discurso de campaña en una calle y fue trasladado al hospital en helicóptero. Su muerte se anunció a última hora del viernes.
Desde el primer ministro protegido de Abe, Fumio Kishida, hasta los ciudadanos de a pie en las redes sociales, se produjo una oleada de dolor en una nación en la que la violencia política es tan rara que la última vez que un ex primer ministro o un primer ministro en activo fue asesinado fue hace casi 90 años.
“Estoy increíblemente conmocionada”, dijo la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike, en una conferencia de prensa habitual antes que se anunciara la muerte de Abe, tratando de contener las lágrimas. “No importa el motivo, un acto tan atroz es absolutamente imperdonable. Es una afrenta contra la democracia”.
Koki Tanaka, un trabajador informático de 26 años del centro de Tokio, expresó una opinión similar: “Simplemente me sorprendió que esto pudiera ocurrir en Japón”.
Las restricciones a la tenencia de armas en Japón no permiten a los ciudadanos particulares tener pistolas y los cazadores con licencia sólo pueden poseer rifles. Los propietarios de armas deben asistir a clases, pasar un examen escrito y someterse a una evaluación de salud mental y a una comprobación de antecedentes.
Los tiroteos, cuando se producen, suelen estar protagonizados por miembros del crimen organizado japonés, la “yakuza”, que utilizan armas ilegales. Cuando se producen asesinatos en masa, como en 2016, cuando 19 fueron asesinados en un centro para personas con discapacidad intelectual, suelen ser con cuchillos.
Los ataques a políticos tampoco son habituales. Sólo se han producido unos pocos en el último medio siglo, el más notable en 2007, cuando el alcalde de Nagasaki fue asesinado a tiros por un gángster, un incidente que dio lugar a un mayor endurecimiento de la normativa sobre armas.
La última vez que un ex primer ministro fue asesinado fue en 1936, durante el militarismo radical japonés de preguerra.
El hombre detenido por disparar a Abe es un antiguo miembro del ejército japonés que disparó un arma de fuego de fabricación casera, según los medios de comunicación. El ministro de Defensa, Nobuo Kishi, hermano de Abe, declinó hacer comentarios sobre esas informaciones.
Las respuestas al tiroteo inundaron las redes sociales, siendo “Abe-san” el tema más destacado en el Twitter japonés por la tarde.
“No puedo dejar de temblar. Este es el fin del Japón pacífico”, escribió el usuario de Twitter Nonochi.
“Hay muchos políticos que me gustaría ver desaparecer, pero el asesinato es inconcebible. Es el principio del fin de la democracia”.
Forbes