Aquiles López. En recuerdo de mi amigo: Raúl Castellanos

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Hoy se cumplen 14 años de la partida de Aquiles López Sosa. Amigo entrañable, hermano en la adversidad y en la alegría de vivir y luchar; idealista y soñador, siempre intentando conquistar utopías (esa fue nuestra gran coincidencia). A pesar del tiempo transcurrido, parece que fue ayer la noche que nos despedimos sin saber que el destino le jugaría, en horas, a la mañana siguiente, una broma cruel, de esas que sólo están reservadas para los grandes de espíritu.

En su ausencia, siempre, aún en mi transitar por mi Gulag, siempre he estado cerca de mis sobrinas, sus hijas Adriana, Alejandra y Andrea. Por ello, ayer que comencé a teclear esta columna, decidí recordar lo que escribí hace algunas lunas y llamarles a ellas. Debo confesar que no pudimos evitar silencios para derramar algunas lágrimas, “lluvia del alma” les llama el poeta. Aquí sus palabras…

Adriana…”Como diría la película del Rey León: Él siempre va a vivir en mí. Sé que pase lo que pase siempre nos va a estar cuidando, nunca nos va a abandonar y que en cada canción, en cada momento significativo, en cada fecha importante él se hace presente en todos estos años que han pasado. Sabemos que está en y con nosotras, que vive en nosotras. Somos un pedacito de él”.

Alejandra…”Cada año yo lo siento más cerca de mí. Tengo más señales de que no me abandona. Hace tres semanas me invitaron a trabajar en el Tribunal Superior de Justicia y eso yo lo siento como un homenaje a mi padre, como una señal de que él sigue estando. Siempre he dicho que la canción de “Corazón Gigante” es mi papá. Él me guía y me manda su amor todos los días; quisiera decir que ahora al recordar el día de mañana –hoy- no recuerdo su partida, sino todos los instantes que vivimos juntos y soy infinitamente agradecida y feliz porque es mi papá y porque sigue estando junto a mí”.

Andrea…”Si yo tuviera la oportunidad de ver a mi papá y hablar con él, le diría que no se preocupe, que estamos felices, muy unidas y contentas, como él nos enseñó a ver y vivir la vida; que siempre vive en nuestro corazón y nos acompaña en cada instante; que nunca lo olvidaremos”.

¿Qué es un hombre sin un sueño? Reza una conseja popular. “Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son y cuando el pueblo las canta ya nadie sabe él autor, procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, que al volcar el corazón en el alma popular lo que se pierde de gloria se gana de eternidad” decía Facundo Cabral. Se cumplen 14 años de la partida de Aquiles. Parece que fue ayer y tiene razón el poeta cuando afirma que “sólo el olvido te puede matar”. Otro grande -Alberto Cortéz- sostiene “cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las aguas de un río”.

El sábado anterior a su partida en “A fondo y en contraste”, habíamos platicado con él –Rosy Ramales, Jorge Teherán y yo- sobre sus planes futuros. Recién había creado una organización que le serviría como base para intentar alcanzar el objetivo que era –políticamente- su causa de vida, que ese día nos confesó formalmente –era ya un secreto a voces- obtener la postulación de su partido –el PRI- a la gubernatura y de ahí lo que fuere.

Estaba emocionado, ilusionado, pleno, sonriente y confiado en que libraría de la mejor forma las batallas que le esperaban. Pocos días después nos reunimos; lo hacíamos con la frecuencia posible desde los tiempos del 88, en que nos conocimos, cuando, como colaborador de Fernando Ortiz Arana coordinaba la defensa y el debate en aquella Comisión Federal Electoral presidida por Manuel Bartlett. Luego la fortuna le sonrió, al renunciar Abraham Martínez a la diputación plurinominal, ocupó su lugar –era su suplente-.

En marzo del 94 vivió con desolación el asesinato de Colosio y en 98 asumió el liderazgo del Congreso de Oaxaca. La noche previa a su partida, me contó que iría a Puebla. Quería acompañar al gobernador en una conferencia que daría en la Universidad. Convenimos en vernos a su retorno. Por la mañana desayuné con el entonces Secretario General de Gobierno, entre otros temas platicamos de nuestro amigo –que ya enfrentaba la rudeza por sus decisiones- y convenimos buscarlo a su regreso. Nos despedimos, eran no más de las diez y media de la mañana.

A los pocos minutos de llegar a mi oficina me pasaron una llamada del Secretario. Pensé -en broma- “se nos olvidaría pagar la cuenta”. “¿Como estás?” Me dijo como preguntándome y guardó silencio. Luego, con evidente tensión, agregó “Nuestro amigo; del que hablábamos…” Volvió a guardar silencio “¿Quién?” Pregunté. “Aquiles” respondió. “Se mató”. Nos quedamos callados. “¿Estás seguro?” “Sí. El Comandante de esa zona está en el lugar del accidente y tiene su credencial de elector”.

Ambos nos cuestionamos “¿Cómo decirles a Paty? ¿A sus hijas? Nos despedimos, lloré de rabia e impotencia, le llame a Jorge Teherán; lloramos juntos. Esa noche lo acompañamos sus amigos (y algunos que no lo eran tanto). Vino a su capilla a despedirse su camarada y compañero de muchas batallas, Ortiz Arana, se cosecha lo que se siembra. Aquiles, con su bonhomía, sencillez y carisma, se ganó el cariño y conquistó el respeto.

Decía Omar Torrijos que “el rango se otorga y la jerarquía se conquista”. Aquiles se ganó la jerarquía. Su nobleza cobijaba incluso a sus adversarios. No fue un hombre de restas, sólo de sumas; no perdía el tiempo pensando en letras vencidas. Convencidos de que “el hombre es él y su circunstancia”, no dejamos de preguntarnos por qué se van primero los buenos y no los malos –recién también recordaba a otro grande, Ildefonso Zorrilla-.

Con Aquiles, como lo escribió el trovador, le quedamos a deber “la ternura, las palabras de aliento y el abrazo”, el haber compartido “la factura que nos presenta la vida paso a paso, las vanidades, los temores y las dudas”. Muchos encuentros para soñar, algunos de bohemia, buenas viandas y mejor música, que volveremos a repetir cuando volvamos a vernos.

Vaya un abrazo fraterno para Paty, su leal compañera y para Adriana, Andrea y Alejandra. Para mi querido amigo, la seguridad de que más temprano que tarde volveremos a encontrarnos y reanudaremos las buenas charlas, los proyectos interrumpidos, los sueños cancelados; Hasta pronto, Aquiles.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh