Ninguna de las 32 entidades del pacto federal tuvo tanta atención por parte del presidente Enrique Peña Nieto en su Tercer Informe de Gobierno como el estado de Oaxaca, al fijar sus prioridades fundamentales y anunciar las 10 principales acciones para la segunda mitad de su mandato constitucional, acciones para el relanzamiento de su gobierno que tiene que ser también, si aprovechamos y construimos la oportunidad, el relanzamiento de Oaxaca.
Dos temas figuraron en los ejes del discurso presidencial: reforma educativa sin ámbitos territoriales de excepción, ponderando -en el caso de Oaxaca- la reasunción estatal de la rectoría en la materia, la creación del nuevo instituto gubernamental educativo con el aliento federal y el combate a los desequilibrios regionales en los niveles de desarrollo, el rezago estructural del sur-sureste, Oaxaca, Guerrero y Chiapas.
Es una priorización de acciones federales que no debe pasar desapercibida, sino ser capitalizada y potencializada por la población oaxaqueña, el gobierno estatal, los gobiernos municipales y la propia sociedad civil en sus distintos segmentos, empresarios, campesinos, obreros, servidores públicos, sectores urbanos emergentes, estudiantes.
En el terreno educativo, además de la ratificación de la voluntad y el deber gubernamental de aplicar en todo el territorio nacional los criterios de la reforma constitucional respectiva, como la evaluación universal y el mérito académico como único indicador para ingresar y ascender en el sistema educativo, para elevar los parámetros de calidad y aprovechamiento en las aulas, habrá una importante inversión en infraestructura para que todas las alumnas y los alumnos estudien en condiciones dignas y propicias para el estudio, de especial impacto en entidades como Oaxaca.
Habrá concretamente un programa de “renovación de escuelas públicas del país, para lo cual se emitirán Bonos de Infraestructura Educativa, en la Bolsa Mexicana de Valores. Este nuevo instrumento financiero podría canalizar a los planteles recursos adicionales del orden de 50 mil millones de pesos, de aquí a 2018, fin del sexenio.”
Infraestructura educativa significa sobre todo que ninguna escuela del país, mensaje que involucra de manera señalada a los planteles de las regiones rezagadas, carezca de energía eléctrica, pupitres, baños, canchas deportivas y los instrumentos modernos de la tecnología de la comunicación, el acceso gratuito a la red digital de internet.
Otro punto cardinal del tercer informe que atañe a Oaxaca es la creación del andamiaje legal para las zonas económicas especiales, para lo cual este mismo mes de septiembre el presidente de México presentará al congreso federal, cuya cámara de diputados inició funciones el primer día del mes, las iniciativas correspondientes para proveer de incentivos y un marco regulatorio preferente a las regiones con mayor rezago, para combatir la pobreza y la desigualdad.
“Como Nación, no podemos permitir que sigan existiendo estas brechas sociales. Se requiere un cambio en el modelo de desarrollo. No es suficiente una política social centrada en mitigar la pobreza, se necesita una estrategia más proactiva enfocada en elevar la productividad, crear más empleo y generar riqueza”, dijo el presidente.
Está muy claro, pues, el carácter prioritario que Oaxaca tiene para el gobierno federal y especialmente para quien encabeza las instituciones de la República. Hay que decirlo con todas sus letras: si hay voluntad presidencial también habrá soporte presupuestal para concretar esta línea de apoyo contundente a una entidad emblemática como lo es la tierra de Benito Juárez, de Porfirio Díaz y de José Vasconcelos, de Margarita Maza de Juárez, de Ricardo Flores Magón y de tantos hombres y mujeres que han construido la Nación.
Cuna también de artistas destacados en distintas expresiones del talento, la iniciativa y la creatividad, como pintores, escultores, músicos, artesanos, hombres y mujeres de letras, gente trabajadora y virtuosa, hoy diseminada en varias entidades del territorio nacional y en otros países del mundo, como Estados Unidos y Canadá.
Es la hora de Oaxaca y es momento no de esperar sino de trabajar conjuntamente con la federación y los tres niveles de gobierno, por encima de imperativos electorales inmediatistas y más allá de las propias creencias e ideologías, para que nuestra entidad despegue, en lo educativo, en la generación de empleo que demandan urgentemente las nuevas generaciones, en la esfera de la salud, de la seguridad social, de la calidad de vida.
El megaproyecto del Istmo de Tehuantepec, hoy en el corazón del impulso a las zonas económicas especiales, debe ser el detonador del desarrollo no sólo de esta región específica sino de todo el estado de Oaxaca y de todo el sur y sureste mexicano. La comunicación fluida entre los dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, para comunicar a los puertos de Salina Cruz y de Coatzacoalcos e intensificar el comercio nacional e internacional, debe tener un efecto multiplicador en la industria, los servicios, las inversiones concomitantes y la generación de empleo.
Pero para alcanzar esta meta Oaxaca debe aportar su esfuerzo. No dejemos solo al presidente de México. Es preciso emitir en los hechos un mensaje de unidad, de claridad de rumbo, de asunción de objetivos concurrentes en nuestra natural diversidad ideológica. Tomémosle la palabra y trabajemos con él. Para empezar, en torno a los imperativos de educación de calidad y de desarrollo regional, para emparejar los indicadores nacionales de aprovechamiento escolar y bienestar social.
Es la hora de Oaxaca y así lo han definido las prioridades presidenciales. Corresponde a las y los oaxaqueños coadyuvar, como un solo equipo extenso y heterogéneo, para que esa voluntad propositiva aterrice en políticas públicas y en acciones concretas.
Oaxaca nos necesita a todos.