Cuando conocemos a una persona, casi siempre la relacionamos con su apellido más raro o más original. No es frecuente que se le llame a una persona por sus dos apellidos.
En México, el apellido paterno es el que se utiliza primero; y así, identificamos a las personas por el apellido. Si alguien se llama Pedro Pérez Menta, se utilizará el apellido Menta, entonces le diremos: señor Menta, o don Pedro Menta, en lugar de “señor Pérez”, que es lo correcto.
Adán, es el primer ser humano conocido en la historia con nombre propio. Después, se crearon otros nombres para distinguirse de otros humanos. Al principio de la historia de la humanidad no hubo necesidad de otro nombre, pero pronto hubo que añadir algo más para distinguir de forma más concreta a la persona. El primer añadido fue tal vez la procedencia, así se empezó a decir: Heráclito de Éfeso, Tales de Mileto.
Luego se usaron las referencias personales, como un mote o un apodo, por ejemplo: Claudio significa cojo. Supongo que al primer Claudio se le reconocía por cojo, así como a Cicerón que significa garbanzo. Se dice que Cicerón tenía una verruga de aspecto de garbanzo.
También los apellidos se designaron por algún oficio, o por algún cargo como Cardenal, Escudero, Palmero, Herrero.
Más tarde comenzaron los apellidos con el sufijo ez, como Fernández, González, etc., pues el sufijo ez es un genitivo que significa de. Con el sufijo ez se formaron Fernánd-ez “de Fernando”, es decir, “hijo de Fernando”, Gonzál-ez “de Gonzalo”, o “hijo de Gonzalo”, y tantos otros.
Con este desbarajuste en los apellidos, seguramente iniciará otra nueva historia con los apodos, motes, alias y demás títulos, con los que buscarán adornarse algunos candidatos. En realidad hay muchos de estos que son más conocidos por su mote que por su nombre. Si no mencionan su apodo, es difícil que la ciudadanía no los identifique.
En otras campañas electorales los alias se convirtieron en una categoría superior. Por ejemplo, era más conocido “El Güero Rodríguez” o “El Güero Chepeté”, quien fue presidente municipal de la ciudad de Oaxaca, sólo por contar chistes. Estos apodos eran más conocidos que el poseedor del nombre: Alberto Rodríguez González.
Otro caso fue el mote de “El Lobo Mayor”, quien conducía, bueno, a la fecha sigue conduciendo en horas de oficina, un programa de radio de bastantes gritos y carcajadas perturbadas. Eso lo llevó a la presidencia municipal de Xoxocotlán. A la fecha, muchos de sus gobernados no conocen el nombre de su presidente, pero si el de “El Lobo”
Resulta que el alias, muchas veces es más benéfico que el nombre propio para el candidato.
En el 2013, no sé hoy, se permitió que aparecieran los alias en las boletas electorales. Pero por lo pronto, te preguntaré, tu por quién votarías, ¿por el tortas o por el violín? ¿Por el molcajete o por el pelos?
No cabe duda que las campañas políticas cada vez se relajan más y más.
Apodos, motes y alias, en subasta: Horacio Corro Espinosa
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