El lunes por la mañana, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo debió de haber tenido ya en su escritorio las evidencias de que los aranceles de castigo a México por razones de seguridad en el narcotráfico eran inevitables, pero por una extraña razón política no hubo ningún intento de control de daños y le dejó todo el escenario de dominación mediática al presidente Donald Trump.
Lo que quedó en el ambiente de comunicación política de las mañaneras del lunes fue la argumentación de “serenidad y paciencia», como dijera la historieta impresa del personaje Kalimán, el lugar de la fijación de un criterio de defensa de la política nacionalista del Estado mexicano. En términos mediáticos, México guardó silencio el lunes y Trump pudo fijar cómodamente su discurso de acusación reiterada contra el narcoestado mexicano.
Como los escenarios de gobierno desde diciembre de 2018, las puertas de Palacio Nacional se han cerrado y los espacios de interpretación mediática han carecido de informaciones que en el pasado priista y panista ayudaban a construir cuando menos discursos institucionales. De Echeverría hasta Peña Nieto, los presidentes mexicanos obtenían apoyos sociales de la oposición a través de negociaciones de acuerdos políticos.
Las mañaneras han servido para fijar líneas discursivas a sus seguidores, pero soslayando cualquier entendimiento mínimo con la oposición. La gran argumentación oficial hoy es que la presidenta Sheinbaum Pardo cuenta con el 85% de la población nacional y después de los aranceles oficializados pudiera llegar a 90% o hasta 95%, pero sin salirse de los espacios muy limitados de las encuestas. En los hechos, Palacio Nacional no ha querido siquiera buscar un buen acuerdo plural con los empresarios que saldrán afectados por los aranceles y solo se ha concretado a contar con el soporte formal de las cúpulas controladas por el Estado y de un Carlos Slim sin ningún efecto político ni social en el ambiente y solo defendiendo su posición como el principal contratista público.
Ante lo inevitable de los aranceles, la conferencia mañanera del lunes pasará a la historia como la reiteración de “serenidad y paciencia, mi querido Solín”, en lugar de tener respuestas que se esperaban en el ambiente de relaciones bilaterales México Estados Unidos: el planteamiento prioritario de los intereses nacionales mexicanos frente a Estados Unidos, una reforma de seguridad con línea directa para procesar a políticos que están detrás de los cárteles y una mayor decisión para borrar la imagen negativa de Sinaloa como capital del narcotráfico mexicano que han dejado dos circunstancias que llevaron a la Casa Blanca endurecer su discurso: la complicidad del gobernador Rubén Rocha Moya con el Cártel de Sinaloa del Mayo Zambada y la imagen del presidente López Obrador saludando de mano a la mamá del Chapo en una gira por Badiraguato en 2020.
En tres ocasiones el presidente Trump hizo pronunciamientos políticos oficiales que quedaron en los documentos oficiales de la Casa Blanca para acusar a México de ser un narcoestado y después de la entrega de 29 narcos mexicanos a EU Washington reiteró que el problema es la existencia de narcopolíticos en México. Si algunos piensan que Estados Unidos tiene capacidad suficiente para aplicar los modelos de Álvarez Machain o el Mayo Zambada –secuestrar a narcos y llevárselos a EU–, en niveles estratégicos que conocen los estilos americanos tienen la certeza de que Estados Unidos tendrá mayor capitalización política de su presión sobre México con declaraciones insistentes de narcopolíticos y no con la captura estadounidense de funcionarios señalados en EU como protectores de los capos.
La respuesta oficial ayer martes de Palacio Nacional a la decisión oficial de la Casa Blanca de decretar aranceles de 25% a las importaciones mexicanas por razones de narcotráfico dejó la impresión de que nunca existieron planes alternativos –B, C, D…–, sino que se tomaron las decisiones normales de estos casos: aranceles espejo, diría el lenguaje de las relaciones comerciales bilaterales. Pero si no hay en el corto y mediano plazos decisiones mexicanas para abrir expedientes judiciales contra funcionarios señalados como responsables de proteger a organizaciones del tráfico de drogas, la crisis de los aranceles hundirá a la economía mexicana en una recesión brutal que terminará con la funcionalidad productiva del sexenio.
En términos económicos y políticos, México va a perder más que EU. Una recesión de dos años liquidaría la economía populista cuatroteísta, base de Morena en la presidencia.
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