De enero a noviembre del 2017 se registraron 23 mil 101 homicidios en México.
Para el New York Times (NYT) México se acerca al más alto grado de violencia: más de 100 mil muertes, 30 mil desaparecidos y miles de millones de dólares “en la hoguera de la lucha contra el crimen organizado, y las flamas siguen vivas”.
En Colima, Azam Ahmed reporta para ese diario, que el promedio de homicidios fue de 42.12 por cada 100 mil habitantes y el promedio nacional de 16.81, de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema de Seguridad Pública (SESNSP).
Sin embargo, las cifras de Ahmed no cuadran con las del gobierno mexicano. Para el reportero del NYT los números totales de homicidios van en aumento, incluso, la violencia se ha hecho sentir hasta en zonas turísticas como Los Cabos, Baja California Sur; Cancún, Quintana Roo; Acapulco, Guerrero.
Pero, el gobierno mexicano afirma que ha enfrentado la violencia con toda seriedad. Sin embargo, el NYT sostiene lo contrario y que el aumento de la violencia se debe a la debilidad policiaca estatal y federal, a la fractura de los grupos criminales, al incremento en la demanda de las drogas en Estados Unidos y al flujo del dinero y armas que se envían a México.
Tal y como lo afirmó el presidente Gustavo Diaz Ordaz en aquella recepción oficial ofrecida por Richard Nixon en el Hotel Coronado el 3 de sept. de 1970: “Nosotros somos el trampolín y ustedes la alberca”.
Ahmed afirma que Estados Unidos apoyó a México con 300 millones de dólares, a fin de actualizar la jurisprudencia corrigiendo el Estado de Derecho y hacerlo similar al estadounidense, sistema que cuando hay presunción de inocencia las pruebas se presentan en una Corte abierta al público y se busca que sea más difícil esconder la corrupción.
Para el diario, “eso conlleva a que no haya detenciones arbitrarias y que los sospechosos que son detenidos sin prueba deben ser liberados. Por eso varios funcionarios argumentan que el sistema acusatorio es responsable de que haya más crimen y una mayor impunidad”.
El NYT añade que dirigentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) han sentado las bases para coartar el sistema acusatorio; han buscado revertir protecciones como la no admisión de evidencia obtenida por medio de la tortura.
Con el aumento de la violencia el gobierno puede argumentar, a favor de revisiones y poderes para detener a sospechosos durante años en lo que hay un juicio, afirmó el Diario.
Lo cierto es que la violencia se desbordó por diversos motivos, incluso, alcanzó la seguridad personal del Presidente de la República, al grado de que el pasado 27 de enero, ante la violencia que impera en Reynosa, Tamaulipas, el Estado Mayor presidencial (EMP) canceló la gira del Presidente Enrique Peña Nieto.
Sucedió que personal de la Presidencia y seguridad del Presidente viajó al sitio donde se llevaría a cabo el acto protocolario y según fuentes de los Pinos, la organización del evento se dio en un clima de tensión, toda vez que el personal de Presidencia estuvo resguardado por fuerte dispositivo militar permanentemente, y no fue para menos pues solamente los días martes y jueves, los enfrentamientos y bloqueos realizados por el crimen organizado dejaron como saldo 9 muertos, varios heridos, autos quemados y daños a inmuebles públicos y privados, hechos violentos por los que se decidió cancelar el evento presidencial.
Un hecho reciente, que evidencia la violencia que en México se padece, son las acciones policiacas y la impunidad de las mismas como la cometida por 4 policías de Ciudad de Mexico el pasado 23 de enero, y quienes arrestaron al estudiante Marco Antonio Sánchez a las afueras de la escuela nacional Preparatoria 8 “Miguel E. Schulz”, en la colonia El Rosario de la delegación Azcapotzalco, sin tener evidencia alguna en contra del estudiante que solo tomaba fotografías a murales grafiteados. Aun así, el estudiante fue golpeado y subido a la patrulla policiaca. Dias después nada se supo de él hasta que su familia, sus compañeros de colegio, las redes sociales y los medios de comunicación se pusieron en activo enterando a la opinión pública de lo acontecido. Los estudiantes tomaron la Prepa 8, una multitud se manifestó en El Angel, amenazaron con paralizar el periférico Sur y sucedió que, como de milagro, apareció el joven estudiante; violencia, presión pública, autoridad en duda y el resto ya lo sabe usted.
Bien señalaba Wright Mills que el poder tiene que ver con las decisiones que toman los individuos sobre las circunstancias en que viven y sobre los acontecimientos de su época. “No debemos suponer que los hombres deben ser gobernados siempre con su consentimiento, porque entre los medios de poder se cuenta el poder de manejar y manipular el conocimiento de los individuos”.
De tal suerte que el poder en si no es ni bueno ni malo; solo adquiere sentido por la decisión de quien lo utiliza. Ni siquiera es, por si mismo, constructivo o destructivo; tan solo ofrece estas posibilidades, al estar regido por la libertad. “Cuando no es esta la que determina, cuando el individuo no ejerce su voluntad, se produce una mezcla de hábitos, de impulsiones incoherentes, de agitación irreflexible; un caos.”
Cuando impera la violencia y el caos, el poder desaparece, como bien explicó Hanna Arendt.
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