En una entrevista con Adela Micha luego de la estrepitosa debacle electoral del 2 de junio, la candidata prianredista Xóchitl Gálvez Ruiz aceptó que había fracasado el enfoque opositor en la movilización de masas de la Marea Rosa porque al final la población mayoritaria votó por Morena y por los programas sociales de López Obrador en la figura de Claudia Sheinbaum Pardo.Ahora, ante la inminencia de la distribución de plurinominales en términos constitucionales de partidos y no coaliciones, la Marea Rosa de Claudio X. González y el perredista disfrazado de sociedad civil Guadalupe Acosta Naranjo vuelve a las andadas y anuncia movilizaciones callejeras al grito de que “los plurinominales no se tocan”, repitiendo el modelito a favor del INE y de la Suprema Corte.
Pero más que una movilización política e ideológica contra la configuración final de las mayorías en las dos cámaras, las motivaciones del ya conocido como Claudio Décimo y del perredista Acosta Naranjo no buscarán impedir que el INE y el Tribunal Electoral decidan en función de lo que ya se ha decidido en el pasado, incluyendo en las épocas en que Lorenzo Córdova Vianello y Ciro Murayama Rendón en el INE habían decidido asignaciones en función de partidos y no de coalición.
El propósito subyacente de la convocatoria a marchas de protesta tiene que ver, primero, con el reagrupamiento de los sectores conservadoras qué fueron aplastados por el voto popular el 2 de junio, a pesar de sus tres marchas y un mitin con cientos de miles de personas en las calles. La contundencia del resultado electoral generó una percepción de pesimismo en los sectores del centro a la derecha y reclamos severos a la candidata Gálvez Ruiz porque no supo llevar la protesta ciudadana al discurso de campaña de la coalición opositora.
Pero después, como segunda parte de la estrategia de movilización de masas en las calles, los líderes opositores utilizarán la estridencia sobre la sobrerrepresentación para el volver a estimular el sentimiento político opositor de la sociedad no partidista y encarrilarlo a lo que sería el objetivo central de Décimo y Acosta: la construcción de un nuevo partido político a partir de las cenizas del movimiento conservador social y de los últimos perredistas que no encontraron espacios en el PRI y en el PAN y que quieren reproducir el fenómeno PRD-Cuauhtémoc Cárdenas a partir de la Marea Rosa-Frente Cívico.
El otro dato interesante radica en la falta de entendimiento y cohesión entre la Xóchitl después del ramalazo electoral y la Gálvez Ruiz que todavía no decide si hace un nuevo partido, si toma por asalto el PAN, si impulsa una fusión de PRI-PAN o si se suma con resquemores y ya sin el ánimo a su figura a la Marea Rosa que tiene muchos reclamos que hacerle antes de encontrar nuevas formas de coparticipación política.
La bandera de la sobrerrepresentación legislativa –distribución de plurinominales en función de partidos o de coaliciones para construir mayorías calificadas en las dos cámaras– no parece preocuparle a la sociedad de masas que es la que al final de cuenta puede determinar la fuerza social en las calles; inclusive, el desánimo provocado por la contundencia electoral difícilmente sacará a las calles a los ciudadanos a los que le llegó muy de cerca la reforma electoral al INE y la propuesta de reforma al Poder Judicial.
El problema de la solución a la sobrerrepresentación se localizará en que el INE ya anunció la interpretación legal que determinará la asignación de congresistas plurinominales en función de partido y no de coaliciones, pero con la trampa engañosa de los opositores que dicen que Morena y aliados ganaron 54% de los votos y tendrán 74% de las cámaras, cuando en realidad la victoria por partidos fue de 80% y sólo le darán 74%. Al final, este debate tiene que ver con las reformas políticas al poder legislativo que PRI y PAN se dieron para mantener mayorías artificiales y que ahora esas decisiones benefician a Morena.
La Marea Rosa ha sido copada por Claudio Décimo y el perredista Acosta Naranjo y ha desplazado a figuras sociales como José Woldenberg, Lorenzo Córdova Vianello, José Ramón Cossío Díaz, José Narro y otros que no dieron el paso decisivo hacia adelante para involucrarse de manera profunda en la lucha político partidista cotidiana y han preferido seguir pululando en la periferia de la opinión pública militante que sólo es atendida por un reducido sector de la sociedad opositora.
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Política para dummies: la política se convierte en poder dentro de las instituciones y no en las calles.
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