Esto es lo que se sabe hasta ahora sobre el entendimiento para un nuevo acuerdo comercial: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en su esencia, permanecería igual, sólo cambia de nombre, el viernes no es fecha límite para que se sume Canadá, el texto será posiblemente firmado este año, pero no promulgado como ley hasta mediados del próximo, y, finalmente, el contenido, por ahora, provoca más interrogantes que respuestas.
Murió el Nafta. Viva el Nafta, es el título de la columna del especialista económico Robert Samuelson del Washington Post: fue tal vez el mejor resumen sobre dónde está este juego, y en el cual afirma: Sea cual sea la etiqueta, cualquier acuerdo de comercio revisado se parecerá mucho al TLCAN. Y lo que cambia, hasta donde se sabe en este momento, son algunas medidas proteccionistas, sobre todo en el sector automotriz.
Tal vez lo único claro por ahora es que la prioridad estadunidense es la de proclamar un triunfo político más para el presidente Donald Trump. Durante su campaña y al llegar a la Casa Blanca prometió anular el TLCAN si no había cambios extremos en lo que siempre ha llamado el peor tratado de libre comercio en la historia.
Con la ayuda de México, esta semana ya consiguió su meta: anunciar el fin del TLCAN. Sólo que por ahora parece ser más un truco de magia que otra cosa: únicamente cambia de nombre y todo indica que el tratado en sí, en su esencia, permanece intacto.
Aunque hubo reacciones positivas iniciales entre cúpulas económicas y políticas ante el anuncio del acuerdo preliminar, sobre todo porque apuntaba a disminuir la amenaza de una crisis comercial promovida por Trump, algunos advierten que lo logrado podría acabar con consecuencias negativas.
El Economist opinó que “las concesiones que México ha cedido al señor Trump son, en gran medida, dañinas.
El acuerdo se ve bueno para Estados Unidos sólo a través del distorsionado prisma del mercantilismo del presidente. Y el señor Trump promueve su agenda comercial con una belicosidad temeraria que hace más probable un resultado caótico.
Analistas señalan que Washington y México llegaron a su acuerdo preliminar más por motivos políticos que cualquier otra cosa.
En Estados Unidos Trump deseaba acelerar el proceso para poder usar su triunfo ante y antes de las elecciones intermedias de principios de noviembre en las cuales los republicanos podrían perder su monopolio político, mientras en México era visible el deseo tanto del gobierno saliente como del entrante de concluir un acuerdo antes de la transición a principios de diciembre.
Otras interpretaciones que circulan aquí son de que Trump también deseaba poder firmar un acuerdo final antes de que entrara el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ya que se suponía que podría haber mayor oposición a ciertos elementos del pacto.
Vale subrayar que aquí lo que se logró con México se llama oficialmente un acuerdo preliminar en principio –es decir, se consiguió acordar que se elaborara un tratado.
Sin embargo, desde el lunes, cuando se anunció, el debate ha girado sobre el contenido real de lo acordado más allá de contenidos de origen para autos, protecciones a la propiedad intelectual, la incorporación del sector digital y algunos avances en otros rubros como derechos laborales.
El problema es que no hay, hasta el momento, mucho contenido. De hecho, varios en Wall Street se quejan de que el acuerdo –el cual Trump llamó el acuerdo comercial más grande de la historia– carece de detalles específicos. [Lo que la oficina del representante de Comercio de Estados Unidos ofrece al público: https://ustr.gov/about-us/policy-offices/press-office/press-releases/2018/august/modernizing-nafta-be-21st-century; https://ustr.gov/about-us/policy-offices/press-office/press-releases/2018/august/strengthening-nafta-agriculture; https://ustr.gov/about-us/policy-offices/press-office/press-releases/2018/august/rebalancing-nafta-support]
El plazo
El mandatario estadunidense advirtió a los canadienses que sólo les daba hasta este viernes para sumarse al acuerdo preliminar que se anunció con México, pero resulta que no es necesariamente una fecha límite firme.
Trump tiene la intención de notificar formalmente al Congreso este viernes o sábado de que desea firma un acuerdo pendiente que sustituirá al tratado comercial existente, y con ello se inicia un plazo de 90 días.
El presidente no puede firmar un nuevo acuerdo antes. Además, tiene un plazo de 30 días después de la notificación al Congreso para entregar el borrador completo del acuerdo.
Por lo tanto, los canadienses pueden sumarse en cualquier momento antes de que se elabore y entregue el borrador al Congreso. O sea, Trump puede enviar la notificación este viernes con el acuerdo entre Washington y México y buscar incluir al tercer socio más tarde.
Al concluir los 90 días, Trump podría tener la oportunidad de firmar el acuerdo con sus contrapartes y proclamar que logró lo prometido –sustituir el TLCAN con otro con el sello de su nombre.
Pero ahí no acaba la cosa, sino que después de la firma, el Congreso necesita aprobarlo con una simple mayoría y ese proceso puede extenderse varios meses más; algunos calculan que un nuevo tratado podría tardar en ser ratificado hasta mediados de 2019.
Trump no tiene autorización del Congreso de negociar un acuerdo bilateral, sólo uno trilateral. Si cumple con su amenaza de excluir a Canadá, la legislatura tendría que autorizarlo, y eso podría extender el proceso, ya que sería una nueva negociación.
Por su lado, el liderazgo republicano en el Congreso y las cúpulas empresariales han expresado explícitamente que el acuerdo final tiene que incluir a Canadá.
Mientras tanto, todo podría complicarse aún más dependiendo de los resultados de las elecciones legislativas intermedias, sobre todo si los demócratas conquistan la mayoría en por lo menos una de las las dos cámaras.
Amigos, por ahora
Finalmente algunos expresan asombro de que todo está al revés otra vez. Hasta hace muy poco, como comenta Robert Kuttner en The American Prospect, México era acusado por este presidente de ser una nación de criminales que estaban invadiendo su país, mientras Canadá era, pues, el buen vecino, y ahora resulta que nuestro país es el nuevo mejor amigo de Trump, y Canadá es el peor.
Concluye con la advertencia de que los mexicanos serán los buenos en este drama sólo que sea útil para Trump.
Políticos, analistas y expertos coinciden que bajo todo lo acordado y dicho un día puede cambiar en cualquier momento.
Hoy, por ejemplo, Trump amenazó que podría retirarse de la Organización Mundial de Comercio porque Estados Unidos ha sido tratado muy mal ahí, lo que generó preocupación sobre si brotarán más guerras comerciales con daños a la misma arquitectura del sistema económico internacional.
Fuente: jornada.com