jorlBueno, eso de “Amor con amor se paga” fue una frase muy utilizada, de forma frecuente, por el presidente de México para agradecer a sus simpatizantes por el amor que dice que le brindan y, en reciprocidad, él mismo les correspondería con amor. O es lo que dice.
Esta es una frase muy añeja, que proviene del viejo refranero español, pues ya se escuchaba en 1565 y refiere a que el amor como la amistad –que es también una forma de amor, si es verdad– exige recíproca correspondencia, entrega y afecto mutuos.
En ocasiones, esta expresión se emplea como respuesta a quien recibe una muestra de afecto, o quien ha actuado movido por el afecto, o bien quien reclama una muestra del cariño manifestado verbalmente. A veces, también, se usa de forma irónica.
En todo caso, ya en 1565, el poeta español José de Valdivielso escribe: “Date a ti; serás mi paga. / Sé amante deste amador; / págame amor con amor, / que amor con amor se paga” (“El Fénix de Amor”).
Años después, en 1875 el poeta cubano José Martí escribió una obra de teatro llamada así: “Amor con amor se paga”, una obra ligera que trata de los avatares amorosos entre Julián y Leonor, los personajes, que no son otros que el mismo Martí y la actriz Concha Padilla, a quien el escritor amaba. Se estrenó el 19 de diciembre de ese año en el Teatro Principal de México, y fue un éxito.
En adelante la frase pasaría al dialecto popular de México y se haría usual para referir el amor correspondido, o aun el no correspondido y surge como despecho. Es así en la canción de Manuel Esperón y Ernesto Cortázar y estrenada por Jorge Negrete: “Amor con amor se paga”
“Andarás por veredas ajenas y tendrás mucho más que conmigo, pero el mundo está lleno de penas, y esas penas serán tu castigo [porque], amor con amor se paga, y algún día te cobraré, si hoy tu traición me amaga, como hombre me aguantaré.”
Pero esa frase que con tanta fruición se escuchaba desde Palacio Nacional y que luego fue adoptada por las funcionarias y funcionarios de la 4-T, o el mismo líder del partido Morena, Mario Delgado, que la repetía a diestra y siniestra, pues esa frase ya prácticamente ha desaparecido del coloquio gubernamental.
¿Se dejó de percibir amor? ¿Se dejó de sentir amor por el pueblo bueno? En todo caso la frase como que perdía sentido porque no correspondía al hecho cotidiano:
El de la confronta diaria-diaria-diario desde Palacio Nacional en contra de quienes no piensan igual a sus propuestas o decisiones políticas; el discurso de odio, el de la acusación, el de los dardos envenenados, el de “en mí no cabe la venganza”…
En todo caso, ese discurso que no tiene que ver con el “amor con amor se paga” adquiere su antónimo en ese discurso que repiten cada día los fieles beneficiarios de la 4-T en puestos de poder y mando o como pre-candidata presidencial.
Porque a fin de cuentas el discurso que se escucha hoy en día es el de la reacción, el del enfrentamiento y la acusación: el del odio.
En el discurso de hoy en México sólo existe el “yo-mi-me-conmigo” en una individualización o de tribu política.
No hay discurso político en México, ni propositivo, ni comprometido, ni convencido de ideales: Nada-nada a modo de las Catilinarias de Cicerón, nada a modo de Salvador Allende en Guadalajara, nada a modo de Churchill con aquel “Sangre, sudor y lágrimas”, o De Gaulle en Francia, o discursos como los de Lázaro Cárdenas, incluso.
Hoy, aquí, sólo la repetición ominosa de lo que se dice desde Palacio Nacional, como es el caso de la señora Claudia Sheinbaum que repite-repite-repite lo que dice el presidente: Si acusa –por ejemplo- a la ministra Norma Piña, de la Suprema Corte de la Nación, al día siguiente lo repite la señora Sheinbaum dos veces, corregido y aumentado… Y así todo.
¿O usted le ha escuchado un gran discurso a la señora Sheinbaum ya como jefa de Gobierno en la Ciudad de México, ya como defensora de la 4-T o como precandidata de Morena-PVEM-PT? Un discurso que cale hondo en el espíritu mexicano; un discurso que defina su propio ideal de gobierno, de país, de nación, de Estado, de República…
Un discurso que hable de los mexicanos como seres humanos, no como masa obediente, la misma masa que acude acarreada a sus mítines y que ni la ve ni la escucha pero que grita desaforada porque así les dicen que deben hacer.
La señor Xóchitl Gálvez tampoco. Ha desaparecido. Aquella que ofrecía un diálogo contestón, irreverente, defensivo, agrio si se requería, malhablado, dicharachero y de confronta asimismo ¿Dónde está? La que está ahí navega sola en el mar proceloso de la intriga, de la mentira, la traición: Sola.
Los partidos, sus dirigentes, que la llevaron a ser la representante-candidata de la Oposición a la 4T están luchando por conseguir prebendas personales, beneficios estructurales y de gobierno, posiciones políticas para ellos, fuero para su futuro político, para su beneficio. No piensan en México y mucho menos en su candidata Xóchitl Gálvez. Ella camina como si fuera candidata independiente.
Jorge Álvarez Máynez, el candidato recién aparecido, del partido de alianza con Morena, Movimiento Ciudadano, tan sólo ha dicho: “Soy el caballo naranja en la carrera presidencial y mi competencia es con Claudia Sheinbaum”. ¿Será?
Como quiera que sea, hoy los políticos en pugna en México, muestran una fatal ausencia de compromiso con el país y con los mexicanos. En sus luchas y sus discursos no estamos. Acaso sí: tan sólo en forma de voto, pero hasta ahí.
Al gobierno de la 4-T le va bien el capital político acumulado: más pobres en México, son sus electores seguros. La oposición perdió la brújula y la señora Gálvez poco podrá hacer en contra de la fuerza del Estado. Jorge Álvarez Máynez llega tarde a la gran comilona, sabe que no ganará la presidencia de la República, pero tiene una consigna: ¿cuál es?
En fin: si: “Amor con amor se paga” … “Pero el mundo está lleno de penas y esas penas serán tu castigo…”