Cuentan las leyendas urbanas del viejo priísmo en sus versiones populista y neoliberal que todo presidente saliente le entregaba al presidente entrante tres sobres; cada uno debía de abrirse en situaciones de crisis. El primero decía: “échame a mí la culpa”; si persistía la crisis, el segundo proponía: “cambia tu gabinete”; y si los problemas continuaban, el tercero aconsejaba: “escribe tus tres sobres”.
López Obrador aún no toma posesión real del gobierno de la república y ya abrió el primer sobre. Detrás de las acusaciones sobre un país en bancarrota, quebrado o en crisis, el candidato triunfador-presidente electo-presidente en funciones adelantadas López Obrador quiere ocultar el hecho de que Morena carece de una nueva política económica, un nuevo modelo de desarrollo y un proyecto alternativo de república y entonces busca distraer la atención.
López Obrador basa su estrategia en el gasto: programas asistencialistas e inversiones públicas, pero sin dinero. En contra enfrenta un país en el límite de posibilidades del modelo neoliberal de desarrollo por su estancamiento en 2.2% promedio anual de PIB con una marginación del 80% de los mexicanos que mantiene estancada la demanda.
El problema estructural que ayudó al viejo populismo y que el neoliberalismo salinista nunca pudo resolver radica en que todo modelo de desarrollo/política económica/economía mixta requiere de una dialéctica empresarios-trabajadores. El viejo PRI dinamizó esa relación dentro del partido-sistema y el salinismo sólo castró a ambos. Morena es una Babel de intereses, mezquindades y revanchismos y no un partido en funciones de sistema político.
El discurso lopezobradorista de crítica al saldo gubernamental peñista es fácil desde el populismo, pero resulta insuficiente al carecer de una propuesta general alternativa. Hasta ahora, el equipo económico de López Obrador –Carlos Urzúa, Gerardo Esquivel y Jesús Seade– significan apenas una alternancia de élite y no de pensamiento económico. La crítica de López Obrador a los saldos del peñismo esconde el reconocimiento de que el nuevo gobierno no podrá con sus promesas de construir un mundo feliz.
La clave para entender la viabilidad sexenal de López Obrador en la presidencia de la república se localiza en las variables determinantes de la política económica: inflación, déficit presupuestal, PIB anual y tipo de cambio. Desde la campaña, López Obrador se comprometió a respetar la estabilidad macroeconómica –control de la inflación– como la esencia del modelo neoliberal de crecimiento. Una alternativa real a la política económica/modelo de desarrollo/proyecto de nación implicaría la existencia de una nuevaélite gubernamental, de una nueva doctrina del desarrollo y de la construcción de una nueva dinámica empresarios-trabajadores.
El jefe de la oficina de la presidencia lopezobradorista, el empresario regiomontano Alfonso Romo, reveló que se prevé una tasa de PIB de 1.8% en 2019 y en 2020, debajo de las expectativas de analistas y organismos internacionales. Si la meta oficial del próximo gobierno es una tasa promedio de 4% anual en el sexenio, la cifra menor en el primer bienio obligaría a un PIB de 5.1% en 2021-2024, imposible con la estructura productiva que no permite tasas superiores a 3% sin disparar la inflación.
Hasta ahora, el presidente electo-presidente en funciones adelantadas se ha dedicado a ofrecer indicios del gasto: programas asistencialistas, aumento de salarios e inversiones, sin tener claro el rubro de ingresos. El gasto previsto para 2019 será 7% mayor al de 2018, lo que implicaría un aumento en términos reales; sin embargo, el PIB de 1.8%, la baja de salarios públicos y la austeridad están enviando avisos de baja en la recaudación.
Con el control del Banco de México sobre el circulante, entonces el primer indicio desestabilizador de la estabilidad macroeconómica sería el aumento en el déficit presupuestal con financiamiento inflacionario. En España el gobierno socialista de Pedro Sánchez aumentará el gasto social financiado con alza de impuestos para no romper el equilibrio financiero. En México López Obrador quiere crecer el presupuesto sin impuestos, sin deuda, sin déficit y sin aumento de circulante, y para colmo su estratega está desacelerando el ritmo de crecimiento de la economía.
Con lo que se ha visto hasta ahora, López Obrador tendrá que abrir el segundo sobre antes de tomar posesión y rediseñar su gabinete económico.
Política para dummies: La política es la habilidad para engañar a la realidad.